Prólogo

EL RELANZAMIENTO DE LA EPISTEMOLOGÍA REALISTA

Muchos son los méritos intelectuales de la obra que me honro en prologar. Por los temas abordados, por el cúmulo de información contenida en sus páginas y por la solvencia profesional de que hace gala Jorge Poveda al ordenarla e interpretarla en forma creativa e independiente, apoyado en una gran pasión por el tema y una innata capacidad para el trabajo, este libro resulta pionero en nuestro mundo cultural e investigativo.

Por primera vez, más allá de las charlas de café y de los esnobismos profesorales, trascendiendo las férreas ataduras de las burocracias culturales que sujetan el pensamiento y la investigación al carro del pasado, a lo estrictamente literario o anecdótico y a las pequeñeces de los intereses momentáneos, la obra de Poveda UNIVERSOS: ¿Los Rastros De Dios? , tiene la virtud de reivindicar una reflexión sólida y autónoma sobre asuntos que hasta hace poco parecían interesar sólo a los científicos y pensadores del denominado primer mundo.

En efecto, temas como la Cosmología Copernicana, Kepleriana, Galileica, Newtoniana, Einsteniana, la evolución de las teorías cosmológicas o el gran debate contemporáneo entre los partidarios del Modelo de un Universo Estacionario y los adeptos al Modelo del Big Bang, así como la explosión en el campo del conocimiento provocados por el relativismo y la cuántica, eran en nuestro medio propiedad exclusiva de muy conocidos y excelentes investigadores europeos, japoneses y estadounidenses.

Jorge Poveda logra con su libro romper ese encanto y entrar a jugar, con indudable soltura y profundidad, en el campo de quienes divulgan la ciencia y se arriesgan a vislumbrar las implicaciones revolucionarias, que para nuestras visiones de la realidad, poseen los conocimientos adquiridos en Cosmología y Física Teórica.

Pero las páginas de UNIVERSOS: ¿Los Rastros De Dios? tienen otras sorpresas, gracias a la paciencia, seriedad y perseverancia de su autor, que prefirió atrasar en varias ocasiones la publicación de esta obra para entregarle al lector un documento -ciertamente extenso-pero por ello "al día". Para situar en contexto el avance de los modelos cosmológicos,

Poveda ha debido invertir muchísimas horas de trabajo investigativo, permitiéndole entonces, ofrecernos información y reflexiones sobre la evolución en campos paralelos: la biología, el pensamiento religioso y el instrumento para avanzar en el conocimiento: el cerebro humano. Y en los últimos capítulos de la obra, su autor nos presenta, precedida de la consideración de una serie de interrogantes que la ciencia aún no responde, una reflexión original y consistente sobre las implicaciones filosóficas de las teorías cosmológicas.

Evidenciando un conocimiento detallado de la obra de un cosmólogo de primera línea: Stephen Hawking y de un visionario que mezcló religión y ciencia: el místico Theilhard de Chardin, así como de los debates vanguardistas en Metafísica y Gnoseología, este libro enfrenta al lector con verdaderas situaciones límite: orden caótico, pluralidad de universos, origen de la vida, complejidad, expansión infinita, principio antrópico, existencia o inexistencia del tiempo, formas del conocimiento, objetividad y verdad, conformación de las teorías científicas, evolución de las teorías creacionistas religiosas y aún la existencia de Dios, y la evolución de su concepto.

De este modo la obra culmina su travesía en los entresijos de la Cosmología, con reflexiones puntuales tendientes a definir lo que en cierta ocasión Max Scheller refirió al hablar del "puesto del hombre en el Cosmos". Las reflexiones cosmológicas concluyen, entonces, en un sólido y erudito prolegómeno de resonancias antropológicas, gnoseológicas y metafísicas completamente novedoso en el ambiente de la investigación filosófica y científica costarricense. Aspecto, este último, de doble mérito en el caso de su autor, pues se trata de un profesional en comunicación social, conocido por sus andanzas políticas en Centroamérica, y no en estos otros campos.

El caso de Jorge Poveda, hermano de dos destacados artistas creadores autodidactas: el pintor Carlos y el músico Alejo, ambos residenciados en el exterior, evidencia, también entre nosotros, que el pensamiento y la creatividad pueden ser ampliamente fecundados por no pocos impulsos provenientes de "espacios" no academicistas y no profesorales, pero profundamente vinculados a la vitalidad de la Razón.

De lo que ese prolegómeno plantea y, sobre todo, de lo que implica en el ámbito gnoseológico, deseo participar sintetizando un conjunto de tesis a las que he llegado después de mucho pensar, no como quien alcanza una conclusión definitiva, sino más bien, en el tenor enseñado por San Agustín de Hipona: como un punto de partida, porque todo punto de llegada es un nuevo comienzo.

Estas tesis epistemológicas las he desarrollado en dos de mis libros, y lo hago también como contribución al debate que seguramente suscitará la obra de Poveda entre los pensadores costarricenses. Muchas veces he conversado con el autor sobre su visión del mundo y puedo asegurar que nada lo alegra más que la posibilidad de disentir, en un marco de excelencia y de exigencias científicas, sobre los tópicos cardinales de la existencia.

El paradigma del realismo crítico

Bajo la influencia de las imágenes científicas de la naturaleza, se ha pensado -correctamente- que el conocimiento radica en la existencia de una correlación efectiva entre el sujeto cognoscente y el objeto del conocimiento, esto es, de una unidad indestructible sujeto-objeto. Tal unidad se sustenta en el siguiente postulado: el universo es de naturaleza racional, motivo por el cual la razón humana puede penetrar su verdad.

Si en la experiencia mística se da la unidad más completa entre sujeto y objeto, expresada por San Juan de la Cruz cuando habla de dos naturalezas en un solo espíritu y amor, y en el Vedanta se afirma la identidad pura y simple de sujeto y objeto, el correlativismo filosófico original sostiene que el sujeto es intencionalmente el objeto conocido, dado que entre uno y otro existen íntimas e insuprimibles relaciones.

Hasta aquí el correlativismo cognitivo constituye una tesis básicamente correcta, al resguardar la unidad esencial entre el acto de conocer y el entorno. Sin embargo, los desarrollos posteriores del correlativismo cognitivo condujeron directamente al dualismo epistemológico que rompe artificialmente la unidad sujeto-objeto y daña seriamente la unidad espiritual del ser humano.

El principio básico de ese dualismo es el siguiente: existen dos mundos, uno; es el sujeto, y otro, es el del objeto. Tal perspectiva alcanza un modo ejemplar en la deformación cartesiana del correlativismo cognitivo. El defecto cardinal de la postura cartesiana y de todo dualismo cognitivo reside, precisamente, en el hecho de que divide la realidad en dos y luego no puede restablecer la unidad quebrantada.

Tal división abandona la reflexión sobre la recíproca relación sujeto-objeto, que en forma implícita se postuló en el correlativismo original, tal y como lo conocemos, por ejemplo, en Aristóteles, Santo Tomás de Aquino y fue reiterado, ya en nuestro siglo, por Alfred North Whitehead quien afirmaba que una de las ilusiones mayores de la época moderna fue la escisión de la naturaleza en materia y espíritu.
Como bien lo insinúa Jorge Poveda en su libro, apoyándose en reconocidos investigadores científicos y cosmólogos, la diferencia sutil, pero esencial, entre el correlativismo y el dualismo, reside en el hecho de que según el segundo el sujeto conoce desde fuera a su objeto. El correlativismo, por el contrario, sostiene que el acto de conocer acontece en el interior del objeto, por la simple constación de que lo real es unitario, no pudiendo dividirse en dos, tres o equis número de partes.

Lejos de lo que algunos han interpretado, las teorías cosmológicas actuales no suponen aceptar las posturas clásicas o modernas del idealismo o del materialismo, del racionalismo o del empirismo, como bien se muestra en este libro, sino más bien, retornar a la unidad sujeto-objeto y al desarrollo de sus contenidos, asumiendo el postulado de la unidad sintética de las facultades intelectivas y sensitivas del ser humano, así como la continuidad esencial entre ellas y el entorno.

A juzgar por los resultados empíricos de la física contemporánea, el proceso del conocimiento no se origina en estructuras dualísticas entre sujetos y objetos, sino más bien, en la naturaleza interpenetrante de la realidad, fundamentada en la CONTINUIDAD COMUNICATIVA CONCIENCIA-MATERIA y, por lo tanto, en la unidad sujeto-objeto. La mente y el mundo se componen de los mismos elementos, son uno.

Ni sujeto ni objeto como instancias separadas. Lo que existe es una CONTINUIDAD COMUNICATIVA ESENCIAL DE LO REAL donde la conciencia participa de la realidad como uno de sus factores constructivos internos y fundamentales. La dualidad que separa una supuesta realidad objetiva de otra subjetiva es sustituida por un concepto de interpenetración, donde lo objetivo y lo subjetivo se CORRELACIONAN A TRAVES DE MECANISMOS DE AUTOREFERENCIA.

El pensador español Xavier Zubiri se encontraba muy cerca de sustentar un planteamiento como el expresado aquí. En su obra Sobre la Esencia él habló de la necesidad de construir una Metafísica del Intramundo y de un conocimiento de las esencias desde el interior de la esencia misma. Pero Zubiri no logró avanzar en sus geniales intuiciones.

La CONTINUIDAD COMUNICATIVA CONCIENCIA-MATERIA y la UNIDAD SUJETO-OBJETO que conduce a la CONDICIONALIDAD CRUZADA SUJETO-OBJETO , sugeridos como nuevos puntos de partida para refundar una postura realista en materia de teoría epistemológica, constituyen principios que llevan a trastocar todo el edificio de la gnoseología. Sus consecuencias inmediatas son:

1) Frente al dualismo que separa los sujetos cognoscentes de sus objetos, el realismo crítico aquí bosquejado sostiene la unidad indestructible sujeto-objeto.
2) Frente a la tesis dualista en el sentido de que el conocimiento se origina en un acto trascendente del sujeto hacia el objeto, el realismo crítico postula que el conocimiento constituye un proceso incito en el interior de lo real.
3) Ni subjetivismo ni objetivismo, como induce a pensar el dualismo; sino la interpenetración de los contenidos referidos en las nociones de sujeto y de objeto.
4) No hay determinación del sujeto por el objeto, como postula el dualismo cognitivo, sino una condicionalidad cruzada nacida de la interpenetración recíproca sujeto-objeto.
5) El hilo conductor que otorga coherencia interna y racionalidad implícita a lo real, no son los sujetos solos ni los objetos solos. Ese hilo conductor es la CONTINUIDAD COMUNICATIVA CONCIENCIA-MATERIA.

La unidad sujeto-objeto es tan íntima que el principio de la CONTINUIDAD COMUNICATIVA CONCIENCIA-MATERIA lleva directamente a postular lo que con singular belleza y simplifidad plantea Pearce, a saber: el espíritu humano refleja un universo que refleja el espíritu humano.Conviene precisar que la postura epistemológica perfilada anteriormente, se diferencia en forma cardinal de las filosofías de la inmanencia características del siglo XX. Desde la perspectiva de la inmanencia el Ser se funda en la pura actividad de la conciencia o, en su defecto, en la absolutización de la materialidad como su exclusivo principio constitutivo.

El nihilismo de una materia sin trascendencia del materialismo o la idealidad panteísta del idealismo, también cómplice del nihilismo, son los resultados concluyentes de la visión que absolutiza la inmanencia. A diferencia de las filosofías inmanentistas, los planteamientos epistemológicos anteriores, abren la posibilidad de una síntesis superadora de la inmanencia, a través el regreso a la Ontología del Ser fundada en la unidad antropológica, epistemológica y metafísica del ser humano.Al postular la unidad sujeto-objeto el paradigma epistemológico del realismo crítico facilita la labor de edificar una visión integral de lo real que lo aborde desde su unidad originaria y trascendente. La Metafísica implícita en tal postulado no enfatiza ni la actividad de la conciencia sola ni la materialidad sola (errores modernistas), sino la composición (continuidad, síntesis) dialéctica conciencia-materia como núcleo de lo real.

Tal núcleo de lo real es la sugerida por Jorge Poveda cuando plantea, acertadamente, la tesis del retorno de la Metafísica. En efecto, si bien se observan, las teorías físicas y cosmológicas contemporáneas llevan implícita una visión metafísica de la realidad; estas teorías no son Metafísica pero contienen elementos indefectiblemente metafísicos, que enfrentan a los científicos con las situaciones límites y los primeros principios de las cosas, que tradicionalmente ocuparon el interés de los metafísicos.

Hoy, como ayer, la Metafísica se encuentra inevitablemente ligada a las cosmovisiones experimentales y matemáticas. Una nueva generación de filósofos metafísicos esta naciendo en los laboratorios de la ciencia y en los esfuerzos de la reflexión autónoma. El Ser de los entes y el Ser de ese Ser vuelven a constituirse en motivos centrales de la construcción filosófica contemporánea, síntoma positivo y alegre de que el ser humano esta recordando, una vez más, sus orígenes esenciales y sus estructuras y valores perennes.

Es en el contexto de este retorno de la Metafísica que Jorge Poveda plantea el tema de Dios, y de la posibilidad de probar o no su existencia a partir de los conocimientos científicos. No hay duda de que el orden matemático preciso revelado en las ecuaciones y fórmulas de la Física Teórica y de la Cosmología, postulan la presencia de un principio ordenador. Tal principio fue denominado por Santo Tomás como Inteligente, antiguas tradiciones lo conceptúan como Mente Infinita y actualmente algunos científicos y cosmólogos lo llaman Inteligencia Matemática.

¿Constituye ese ordenador universal implícito una prueba irrefutable de la existencia de Dios? ¿Es el principio ordenador universal, implicado en las matemáticas del cosmos, un Ser consciente y personal como afirma la tradición judeo-cristiana o, por el contrario, se trata de una totalidad regida por leyes intrínsecas de la que formamos parte a la manera de modos y formas singulares, como suponen Spinoza y ciertas corrientes del budismo y del hinduismo? Por ahora una respuesta segura y verificable, desde la perspectiva cosmológica, no es posible, pero el hecho de que las investigaciones contemporáneas hayan llegado a plantear esta situación límite, representa un acontecimiento sintomático de los tiempos que vivimos: tiempos en los cuales algunos de las rastros de Dios -cualquiera sea nuestra idea sobre lo divino- se hacen sorpresiva y gozosamente visibles.

MBA. Fernando Araya, Costa Rica, Diciembre 2001

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