Capítulo I: Del Mito a Newton

De la Antigüedad a Inicios del Siglo XX

Para facilitar el recorrido en este primer capítulo, que cubre un larguísimo período histórico (desde los albores de la Humanidad hasta inicios del siglo XX ) se divide el conocimiento que se va gestando en varios cortes en el tiempo a los que hemos denominado “momentos”. Cada corte es simplemente una modalidad que permite un mejor manejo del material documental, utilizando algunos hitos importantes que cubren la evolución de los modelos cosmogónicos y cosmológicos.

Este capítulo incluye lo que se presume-hasta que no se encuentren evidencias históricas en contrario - las primeras elucubraciones teóricas sobre el Universo con el que se relacionan los primeros seres humanos, pasa revista a los primeros modelos conceptuales geocentristas, relata la aparición del primer modelo cosmológico heliocéntrico (Copérnico) y culmina con los planteamientos de Newton y sus seguidores, así como el surgimiento de las primeras dudas serias y ya metódicas sobre los conceptos de eternidad e inmutabilidad del Universo , que mas tarde serían retomadas por Einstein ,para darles soluciones revolucionarias.

Cada "momento" recibe un nombre distintivo que trata de enfatizar los aspectos más singulares de un período cuya comprensión es necesaria para ubicar, después, el devenir del conocimiento moderno y las inquietudes contemporáneas y las ideas que se transferirán al milenio actual.

1.-PRIMER MOMENTO.- Históricamente se refiere a los primigenios escarceos del ser humano sobre su ubicación y destino, lo que es difícil de discernir en sus inicios, pero hasta ahora en Occidente se puede dividirlo en tres cortes cuya diferenciación si es mas clara :
la etapa mitológica ( que no es fácil ubicar geográficamente ,ni tampoco en términos de extensión en el tiempo, por lo que generalmente se recurre a hipótesis ,todavía en procesos de demostración ) , la convergencia cultural resultante (que con mayor certeza es posible ubicar en una de las islas griegas) la síntesis del pensamiento que definitivamente eclosiona en Grecia al recoger y depurar las ideas de otros pueblos antiguos y contemporáneos.

a) Etapa Mitológica .- En esta primera etapa hay vestigios arqueológicos y arqueo - astronómicos que permiten intuir la naturaleza mitopoyética y mágico - religiosa de los primeros modelos ,al parecer intuitivos (?) del Universo. El itinerario por el camino de las construcciones cosmogénicas se inicia, precisamente, en las visiones mitológicas, mágicas y religiosas de nuestros antepasados primitivos, pero su despegue que no ha podido ser ubicado con precisión, se requiere vincularla al uso de una racionalidad primitiva de ascenso paulatino, que había superado sus instantes primigenios de evolución.

Un aspecto a considerar respecto a los conocimientos en épocas remotas es que contrario a lo que se creía, los primeros seres humanos habrían tenido su cerebro tan desarrollado como nosotros, radicando las diferencias en aspectos externos, tal como el desarrollo tecnológico. La orientación central de aquella racionalidad, en punto a nuestro objeto de análisis, se especificaría, posiblemente, en ciertas preguntas utilitarias: ¿qué es el trueno, la lluvia, el viento, y otros fenómenos naturales?; ¿existe periodicidad en su aparición?; ¿porqué brillan los astros? y ¿a qué obedecen las regularidades que se observan en ellos?.

Y hasta es posible que estos seres humanos hayan tenido reflexiones cuya hondura se desconoce por completo ,en torno a su propia existencia y destino, así como su eventual interrelación con el espectáculo de un cielo estrellado, lo que les llevaría a plantearse eventualmente preguntas de vuelo espiritual.

Las primeras Cosmogonías, que han podido rastrearse o inferirse de los escasísimos restos rescatados vincularon el contenido de las respuestas a la existencia de “fuerzas superiores” al clan o a la tribu; aunque no necesariamente se les haya identificado con el concepto inmanente de un ser superior (Diosa-Dios) al inicio, posiblemente ligados ,en exclusiva, a una utilización utilitaria vinculada a la subsistencia.
Es factible que también en este estadio inicial del conocimiento, las visiones del Universo alternaban la observación temerosa con la predicción curiosa: se comienzan a notar las alternaciones regulares en que se mezclan sucesos concretos como noche, día, lluvia, estaciones, época de caza, época de cosecha y más tarde época de traslados masivos, o época de hacer guerras. Y casi es seguro que a estos sucesos concretos también se asocian luego características abstractas, como el Bien y el Mal, a las que es necesario aplacar o complacer.

Los hitos en el conocimiento del Universo en este Primer Momento, si se utiliza un criterio histórico comprobable se iniciaría hace unos 38.000 años, con la aparición del Hombre de Cro-Magnon en Europa, Por lo contrario si se emplea un criterio de cierta liberalidad, los períodos pueden fácilmente remontarse a 100.000 y aun a 200.000 años atrás, según se desprende de los primeros “cultos a los muertos” documentados en Europa, y parcialmente en Asia y África, o ya mas tardíamente en América (cultura de Valdivia, Ecuador, unos 30.000 mil años).

Pero si se es ampliamente liberal con las cifras pueden extrapolarse a periodos que oscilarían entre 200.000 años hasta casi 1.000.000 de años en el tiempo, cuando los primeros seres humanos franquean las etapas dominadas tan solo por el instinto , porque al menos en lo que a capacidad cerebral se trata no existirían limitaciones para ir tan atrás en el tiempo. Mientras se dilucidan los aspectos referidos al tiempo al menos puede hacerse una afirmación ciertamente hipotética, pero con visos de verosimilitud: las primeras manifestaciones del intelecto fueron obra de una mente colectivizada, que poco a poco se fue singularizando. La comprobación de esta hipótesis aguarda correlaciones anatómicas que permitan comprobar la eventual articulación de sonidos que serian la forma de aparición del lenguaje que socializa a los seres humanos.

Las visiones del Universo de ese primer y vasto período no son muy disímiles en pueblos situados a grandes distancias entre ellos, como se comprueba con la lectura de los libros sagrados- muy posteriores, por supuesto- que han llegado, más o menos completos a nuestros días, procedentes de las grandes religiones históricas de Europa, Oriente Medio y Norte de África. De América se conservan solo trozos de documentos autóctonos o traducciones tergiversadas ; de Australia y de las Islas del Pacífico, apenas se ha logrado hacer inferencias de los hallazgos arqueológicos y paleontológicos.
Es necesario aclarar que si bien ,para todas estas épocas se ha tratado de ver "semejanzas" con el "pensamiento" del hombre primitivo moderno, tal método de extrapolación histórica no es del todo confiable.

Pese a la obscuridad histórica en que está sumido el pasado de la Humanidad, lo cierto es que puede afirmarse que hay un hilo invisible que une el pensamiento de los hombres antiguos en sus primeros balbuceos por comprender el entorno y el concepto “allá arriba” (primera ubicación del concepto espacio) o en el “más allá” (primera ubicación en el concepto tiempo). Esto es, se destaca en todas las culturas un acercamiento intuitivo a los conceptos de vida, de muerte y de destino trascendente que aún permanecen en las generaciones actuales, porque el afán que impulsa al ser humano a develar el Misterio, a encontrarle una explicación que le satisfaga, es una empresa nunca concluida.

Los balbuceos de la Humanidad es un tema repleto de especulación de naturaleza diversa y dentro de la incertidumbre que le caracteriza se debe recurrir a investigadores de escuelas diferentes , toda vez que el tema es francamente especulativo. Aunque la ciencia ha sido reacia a considerar las propuestas originales de los antropólogos como Bruno Malinowski y Mircea Eliade , dos pioneros en el estudio de la mitología ,tal parece que si prescindimos de sus planteamientos nos quedamos sin posibilidad de “enmarcar” los hallazgos de residuos arqueológicos .

El Hombre Primitivo y su Religión.- No existen pueblos, por primitivos que sean, que carezcan de religión o magia. Tampoco existe, ha de añadirse de inmediato, ninguna raza de seres denominados “salvajes” que desconozca ya la actitud científica, ya la ciencia, a pesar de que tal falta les ha sido frecuentemente atribuida. En toda comunidad primitiva, estudiada por observadores competentes y dignos de confianza, han sido encontrados dos campos claramente distinguibles, el Sagrado y el Profano; dicho de otro modo, el dominio de la Magia y la Religión, y el dominio de la ciencia.

Por un lado, hallamos los actos y observancias tradicionales, considerados sacros por los aborígenes y llevados a efecto con reverencia y temor, encercados además por prohibiciones y reglas de conducta especiales. Tales actos y observancias se asocian siempre con creencias en fuerzas sobrenaturales, primordialmente las de la magia, o con ideas sobre seres, espíritus, fantasmas, antepasados muertos, o dioses.

Por otro lado, un momento de reflexión basta para mostrarnos que no hay arte ni oficio por primitivo que sea, en forma organizada de caza, pesca, cultivo o depredación que haya podido inventarse o mantenerse sin la cuidadosa observación de los procesos naturales y sin una firma creencia en su regularidad, sin el poder de razonar y sin la confianza en el poder de la razón; esto es, sin los rudimentos de lo que es ciencia.

Definición de Mito.- Sería difícil encontrar una definición de mito que fuera aceptada por todos los eruditos y que al mismo tiempo fuera accesible a los no especialistas. Por lo demás, ¿acaso es posible encontrar una definición única capaz de abarcar todos los tipos y funciones de los mitos en todas las sociedades, arcaicas y tradicionales? El mito es una realidad cultural extremadamente compleja, que puede abordarse e interpretarse en perspectivas múltiples y complementarias.

El mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los "comienzos". Dicho de otro modo: el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad total, el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución. Es, pues, siempre el relato de una "creación": se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser. El mito no habla de lo que ha sucedido realmente, de lo que se ha manifestado plenamente. Los personajes de los mitos son Seres Sobrenaturales. Se les conoce sobre todo por lo que han hecho en el tiempo prestigioso de los "comienzos".

Los mitos revelan, pues, la actividad creadora y desvelan la sacralidad (o simplemente la "sobre-naturalidad") de sus obras. En suma, los mitos describen las diversas, y a veces dramáticas, irrupciones de los sagrado (o de lo "sobrenatural") en el Mundo. Es esta irrupción de lo sagrado la que fundamenta realmente el Mundo y la que le hace tal como es hoy día. Mas aún: el hombre es lo que es hoy, un ser mortal, sexuado y cultural, a consecuencia de las intervenciones de los seres sobrenaturales"

Pero dejando de lado las incertidumbres del pasado remoto y confiando en vestigios y documentación fidedignas, puede afirmarse que sin la curiosidad, la paciencia y la perspicacia de los astrólogos y astrónomos de la Antigüedad en Egipto y Mesopotamia, de Centroamérica y de la China, por citar algunos lugares, en donde ese conocimiento puede ubicarse sin alguna duda, la humanidad desperdigada en el planeta no habría podido hacer un inventario del cielo, que fue más o menos el mismo, a pesar de las distancias que los separaban y de que - aparentemente - se desconocían entre sí.

Así hay una coincidencia: nuestros remotos antepasados no sólo contaron las estrellas, sino que también las clasificaron en grupos (luego conocidas como constelaciones) a los cuales les dieron el nombre de objetos, de animales y hasta de personajes míticos. Tales denominaciones fueron diferentes en las diversas culturas que inauguraron la ciencia de la astronomía, aparentemente sin tener siquiera el auxilio de lupas formadas accidentalmente para examinar el firmamento.

Pese al paso del tiempo, las constelaciones como ordenamiento empírico-racional del cielo conocido, conservan su importancia; aún hoy día son puntos de referencia para la navegación y gracias a ellas es posible controlar las órbitas de los satélites artificiales y las naves espaciales. En el siglo pasado los telescopios permitirían un hallazgo que lógicamente pasó inadvertido anteriormente: las estrellas de una constelación no forman parte de un mismo sistema, como los planetas del Sistema Solar. Por ejemplo, las que insinuarían la figura de un arquero a punto de disparar su flecha: Sagitario, guardan distancias inconmensurables entre sí y están ubicadas en regiones distintas de nuestra Vía Láctea. Engañan nuestros ojos, al igual que lo hicieron con los primitivos, porque lucen como si estuvieran en el mismo plano.

Como la tierra gira en torno a su efe, la esfera celeste parece sometida a movimientos de rotación. Esta rotación diurna determina que las estrellas, el sol y otros cuerpos celestes salgan y se pongan todos los días. La Tierra gira de oeste a este, los cuerpos celestes parecen trasladarse en dirección opuesta, saliendo por el este y poniéndose por el oeste. El movimiento de las estrellas varía en función del lugar de la superficie en que nos hallemos y en qué dirección miramos. Por ejemplo, si miramos hacia el sur en el Hemisferio Boreal a medianoche, en enero -según donde estemos exactamente- podremos ver las constelaciones del Hemisferio Austral o sur y Boreal o norte. En julio, sin embargo, las veríamos completamente distintas.

Las estrellas parecen cercanas según sea la intensidad de su brillo. Por eso surgió la creencia que las lejanas están tan próximas a nosotros como las más cercanas, pero de menor brillo en cada Constelación. Según los datos paleoastronómicos de origen europeo, los "pueblos antiguos" examinaron sólo las del Hemisferio Norte o Boreal, pero no las de la Zona Ecuatorial y sobre todo las del Hemisferio Austral, por la sencilla razón de que el sur de la Tierra les era desconocido.

Sin embargo los hallazgos paleoastronómicos más recientes en el Hemisferio Sur, dan cuenta del mismo esfuerzo por contar, agrupar y dar nombre a las constelaciones visibles en esta zona del planeta. En 1603, el alemán Johames Bayer hacía un mapa celeste en el que incorporaba 14 nuevas constelaciones y en 1763 el francés Louis Lancille añadía las que faltaban del Hemisferio Austral. Ellos también acogieron la práctica de bautizar las constelaciones como lo habían hecho los astrónomos y los astrólogos antiguos; aunque - en algunos casos - hay que hacer un intenso esfuerzo imaginativo para asociar la constelación con el nombre que se les puso tanto recientemente como en la Antigüedad.

Las constelaciones actuales son en total 88, distribuidas así: 18 en el Hemisferio Boreal; 35 en la Zona Ecuatorial y 35 en el Hemisferio Austral. Gracias al uso de constelaciones, la astronomía moderna ha podido ubicar, con toda precisión las observaciones y las predicciones de fenómenos como eclipses de Sol y de Luna, ubicación de planetas y de explosión de estrellas que fueron registradas en fechas remotas por diversos pueblos cuya dependencia y comunicación con la Naturaleza era muy elevada, pero que luego se fue perdiendo conforme el hombre comenzó a depender del desarrollo tecnológico masivo y se asentó en urbes.

A juicio del italiano Giorgio Abetti, astrónomo e historiador de la astronomía en los tiempos remotos: “Además de la contemplación de los hechos naturales frente a las maravillas de la creación, el sucederse de los días y las noches, las lunaciones y las estaciones, habrán llevado al hombre por las necesidades mismas de su vida, a hacer un recuento, si bien rudimentario del tiempo propio para gobernar sus sencillas actividades agrícolas, venatorias o pastoriles. Los hombres de la época paleolítica que seguramente intentaron determinar la duración de las estaciones, el período de las lunaciones y trazaron las formas de las constelaciones y el movimiento de los planetas entre las estrellas, fueron los que dieron los primeros pasos en la ciencia que más tarde se iba a denominar astronomía.”

Y Abetti infiere que, por la imposibilidad en unos casos, y por la dificultad en otros, de las comunicaciones de aquellas épocas: “En los tiempos prehistóricos se formaron centros de cultura en las diversas regiones de la Tierra; esta cultura, si bien primitiva, estaba adaptada y desarrollada de acuerdo con las condiciones de los diferentes pueblos, sus tradiciones y costumbres; de acuerdo, también, con el clima propio de cada región. No tiene sentido, por tanto, hablar de un origen o invención de la astronomía, y aún menos localizarlo en tal o cual lugar.”

Es necesario sin embargo distinguir entre conocimiento astronómico, que puede ser más fácilmente ubicado en el tiempo y conocimiento cosmogónico o cosmológico (indistinguibles en las primeras épocas). Así todos los pueblos primitivos -independientemente de sus conocimientos astronómicos acerca del Sol, la Luna, unos pocos planetas, estrellas, cometas y aerolitos, tenían ricos y variados mitos cosmológicos y mitos creacionistas; precisamente como una forma humana de develar el misterio de la creación.

Como una constante planetaria cada pueblo antiguo tenía una visión del mundo centrada primordial y exclusivamente en su propio grupo, que habría sido creado expresamente por un mismo creador principal o por dioses secundarios, después de la creación del contorno: cielo, tierra, mar, lagos, ríos, montañas, desiertos, según fuese el lugar que habitara. También como una constante planetaria todo grupo en la Antigüedad daba más importancia al mito antropogénico (referido a los seres humanos y a los animales próximos, o quizá a un lugar geográfico especial), que a la creación cosmológica propiamente dicha, esto es, al Sol, la Luna, los planetas, las estrellas y otros objetos astronómicos fácilmente discernibles.

De igual manera los mitólogos han llegado a discernir bien tres tipos de mitos que en los relatos de la creación suelen ocupar-mutatis-mutandis- este orden de prelación: creación del contorno por un dios principal (dios creador), creación de los dioses secundarios o dioses tutelares( teodicea), y creación del ser humano por esos dioses secundarios( antropogénesis ).

Esa característica del ser humano persiste hasta nuestros días: se da mucha importancia a la necesidad, a lo cotidiano, se otorga menos importancia a lo que ocurre en los contornos más alejados y muchísimo menos a los acontecimientos cósmicos lejanos, bien porque se desconocen del todo o porque su lejanía crea un temor instintivo frente a la imposibilidad de descifrar tales objetos y los fenómenos asociados a estos.

En una obra reciente, "Los Verdaderos Pensadores de Nuestro Tiempo" los planteamientos del antropólogo francés, padre del “estructuralismo”, Claude Levi - Strauss, allí recogidos, confirman la tesis de Abetti, ya que, a su juicio: “Si bien el pensamiento occidental está dominado por lo inteligible, desterramos nuestras sensaciones para manipular conceptos. E inversamente el llamado “pensamiento salvaje” calcula no con datos abstractos, sino con las enseñanzas de la experiencia sensible... Pero, en ambos casos el hombre se ha esforzado por descifrar el Universo y, el pensamiento salvaje, a su manera, lo consigue tan bien, como el pensamiento moderno” .

Y, por su parte, en 1989, el astrónomo Alexander Thorn especialista inglés en enclaves megalíticos célebres (entre ellos Stonehenge y Avebury en las Islas Británicas) que dan cuenta del conocimiento astronómico de los celtas (entre 4.000 a 1.500 a.C.) afirma que: ...“las reglas de la matemática y astronomía prehistóricas practicadas por los hombres megalíticos se desarrollaron con asombrosa precisión sin la ayuda siquiera de un lenguaje escrito”.(

Esto confirma que gracias a la "intuición", clasificada por los filósofos en las categorías de fenomenológica, emotiva y volitiva, según sean las condiciones en que se produce esta forma de conocimiento, los antiguos - sin instrumentos adecuados para nuestros parámetros tecnológicos contemporáneos y nuestro concepto de cultura - logran desarrollar ideas o hacer cálculos que sorprenden por su notable acercamiento con el conocimiento moderno del Universo, salvadas, por supuesto las diferencias semánticas.

Conforme se ahonde en el conocimiento de la prehistoria y aparecen ediciones de libros críticos, la “frontera” de nuestras apreciaciones y valoraciones irá retrocediendo en el tiempo, y esto permitirá valorar con criterios más certeros el conocimiento acumulado por los pueblos antiguos, tanto en sus mitos cosmológicos y creacionistas, como en sus conocimientos puramente astronómicos. A esto se ha unido también en la última década, el impacto de la prospección arqueológica derivada del uso de satélites artificiales, que detectan con facilidad ciudades enteras cubiertas por vegetación y por lo tanto, prácticamente desconocidas para la ciencia.

Planteadas las disgresiones anteriores, puede entonces afirmarse que hay, por ahora, evidencias concretas para situar en la etapa inicial de este Primer Momento algunos parámetros básicos que se referirán no a todas las culturas planetarias, sino esencialmente a la cultura occidental. Comencemos, entonces por señalar que la cultura occidental es el resultado, a grandes rasgos, de dos desarrollos motivacionales e intelectuales independientes: la filosofía y la ciencia de los griegos, basadas en una comprensión racional del mundo, y la fe y ética de los judíos, con su preocupación por la condición humana y la interacción entre los seres humanos.

Pero en el trasfondo, también se encuentra el conocimiento inicial empírico tomado por los griegos de otros pueblos que acumularon “datos utilitarios", obtenidos principalmente por la vía empírica ( presumiblemente egipcios, caldeos, babilonios, hindúes y chinos).En esta ocasión debe afirmarse también que los conocimientos de primera línea provenientes de otros pueblos (antiguos americanos, habitantes de islas del Pacífico y australianos), hasta donde se conoce , siguen desarrollos tan autónomos que no fueron integrados a la cultura occidental del todo, o tan solo parcialmente, por lo que son prácticamente marginados en ese acervo que hemos heredado.

¿Cúales son, entonces, bajo tales parámetros los hitos más significativos que marcan el período bajo examen? Para facilitarnos el trabajo dividiremos el conocimiento antiguo en dos grandes derroteros. Uno la elaboración cosmogónica mítico-religiosa, que por sus características será retomada en más adelante , bajo el título genérico: "Cosmogonías" para permitirnos examinar expresamente los orígenes y las transformaciones de ese tipo de conocimiento. El otro derrotero que es el que se sigue en este Capítulo se referirá exclusivamente a la transformación de datos empíricos derivados de la observación en conocimientos cada vez más exactos, que van dando forma a la cosmología como elaboración científica.

Hecha esta aclaración la cosmología que se conoce en Occidente (y que en la práctica es la aceptada en todas las latitudes actualmente por razones científicas, aunque no por fundamento cultural) es la resultante de estos aportes,mientras los nuevos estudios no modifiquen el panorama :

a) Los egipcios (30 siglos a.C.) adoptan el año solar de 365 días igual que los “premayas” en Mesoamérica lo harían varios siglos después. También - según refiere Cicerón - los primeros descubren el movimiento de traslación de Mercurio y Venus, alrededor del Sol.

b) Respecto a los hebreos (pese a su contacto con los caldeos) no se distinguen por sus conocimientos astronómicos aunque al darse las continuas “diásporas” a las que se vieron obligados legan a la humanidad (por razones religiosas) un concepto preciso de división del tiempo en semanas, vitalmente ligado a su visión, muy particular, del Universo. Su preocupación aunque es de otra naturaleza , pues se centra en la relación Hombre-Dios para establecer una correlación de carácter moral, ha pasado a la posteridad registrada en la Biblia y va a incidir luego -con gran fuerza- en las concepciones de la creación. Los hitos mas importantes para estos efectos están fechados según esta secuencia:
“ Abraham puso fin al sacrificio humano en el año 1800 a.C.; Moisés (1300 a.C.) estableció el día de descanso, aplicable también a los esclavos y animales domésticos; Amos (800 a.C.) predicó la justicia social; Isaías (700 a.C.) concibió la idea de la paz universal en un mundo que todavía mil años más tarde consideraba la guerra como la actividad humana más importante. Mil años antes de la era cristiana, los judíos ya habían desarrollado la idea de las escuelas, creando la base para lo que posteriormente serían sociedades orientadas a la educación general. En Atenas habían Academias unos 500 años antes de Cristo. Con la destrucción del Segundo Templo, en el año 70, la cultura y los rituales judíos se concentraron más aun en el estudio. Unos siglos más tarde, ya en la Europa Medieval, todos los varones judíos eran literatos, mientras que entre los cristianos, solo los clérigos sabían leer ”. La dispersión de los judíos llevó su cultura a todo el mundo antiguo, desde Babilonia (actualmente Irak) hasta Egipto y España (conocida como “Sefarad” y de ahí a América).

c) Acerca de los fenicios se tienen pocas informaciones, salvo que por ser navegantes deben haber investigado los métodos de orientación en el mar, por el uso de las estrellas.
d) Los sumerios aportan a la Humanidad un relato de la creación que tiene un gran parecido al relato bíblico judaico,tema que se examina luego.

e) Sobre los antiguos hindúes, dado que sus conceptos sobre la astronomía constituyen más bien una filosofía acerca de la creación y destrucción de los mundos, se conoce que sus planteamientos son fruto de la intuición (para unos) o de la fantasía (para otros). En concreto creían que la Tierra era esférica, rodeada de planetas y sostenida sin ningún soporte en el espacio (aunque caía sin cesar). En las obras conocidas genéricamente como "Vedas" y "Upanishad" aparece la contribución más original de los antiguos hindúes al conocimiento referidas a la Creación.

f) Con referencia a los chinos - aunque siempre se ha afirmado que poseyeron avanzados conocimientos astronómicos en la antigüedad - no hay aun documentos que lo comprueben. Ahora bien, una reconstrucción con base en los pocos vestigios existentes permiten concluir que tenían estos conocimientos que evidencias que lo que existe es carencia de estudios mas profundos sobre esta rica cultura:
cálculo de eclipses en el siglo XL a.C.; coordinación del calendario solar con el lunar, mediante la intercalación de 19 lunaciones en 19 años (ciclo de Metón); división del Zodiaco en “28 casas” (o división del cielo observable en relación con las constelaciones conocidas, según su latitud); en 1100 a.C. establecen la oblicuidad de la elíptica y la porción del solsticio de invierno. En el siglo V a.C., por razones político - religiosas se destruyen todos los documentos y se abandona el estudio de la Astronomía. Sin lugar a dudas en la obra “Tao Te Ching”, atribuida a Lao Tse, reposa el principal aporte chino a la elaboración de teorías sobre la Creación.(9 )

g) Los astrónomos asirio - babilonios (cerca de 747 a.C.) alcanzan a pronosticar - con cierto grado de aproximación - las estaciones y las retrogradaciones de los planetas, su nacimiento y ocaso helíaco; su acercamiento a las estrellas más destacadas del Zodíaco. Además alcanzan a calcular los novilunios y a predecir los eclipses.

h) Por razones históricas los conocimientos de los antiguos pobladores de América (que son distintos en el Norte, Sur y Centro (o Mesoamérica) no ingresan a la corriente de desarrollo de la cosmología; pero sí en Mesoamérica (desde el siglo V a.C.) se ha determinado:
que se utilizaba un calendario solar complicado con base en el planeta Venus (aún sin conocer la forma de la Tierra y sin tener el cálculo de los solsticios y equinoccios); que hay identificación de los planetas; predicción exacta de eclipses de la Luna y del Sol; conocimiento de la Vía Láctea como conglomerado de estrellas, y además se ha registrado el conocimiento de tres calendarios diferentes y muy exactos; el uso del cero - desconocido en Europa - y concretamente en Costa Rica el de instrumentos de jade (muy similares a los utilizados por los chinos de la Dinastía Hsün - Chi) para calcular diversos fenómenos celestes.

El estudio del conjunto de la prehistoria americana ha quedado relegada tanto en lo geológico - arqueológico, como etnológico a las categorías, divisiones y criterios elaborados en Europa y no es sino hasta fechas recientes en que ha comenzado a tomar personalidad propia. Así, al haber predominado la idea del poblamiento exclusivamente por el Norte (por la vía del Estrecho de Behring) los estudiosos han quedado supeditados a los poblamientos euroasiáticos y apenas comienza a develarse una situación diferente.

Un recuento que permita situar en contexto los conocimientos arqueoastronómicos en América, que no pueden ser vistos de conjunto, sino por regiones, debe considerar, necesariamente dos problemas concretos:
a) La destrucción de documentos por parte de los europeos colonizadores ha dificultado la reconstrucción del conocimiento de estos pueblos;
b) Si el poblamiento se inició por el Norte (Estrecho de Behring) y luego se fue extendiendo hasta la Patagonia, la evolución es diferente a si hubo oleadas migratorias procedentes de otras latitudes y en fechas distintas, tal como se señala en los últimos años.

En la obra “Los Orígenes del Hombre Americano” el paleontólogo francés Paul Rivet relata que el origen del hombre americano y consecuentemente de los adelantos que estos tenían respecto a muchas ideas prevalecientes en Europa, hicieron que desde el Siglo XV - fecha de la llegada de Cristóbal Colón, hasta entrado el Siglo XIX, se especulara, tratando de explicar esos adelantos de distintas maneras, pero coincidentes todas en dar el crédito a otros pueblos, básicamente a los europeos. Las ideas de Rivet deben comprobarse , a la vez que habría que advertir del nacimiento de propuestas altamente fantasiosas que involucran a hipotéticos seres de otros planetas o de otras galaxias como los “maestros” de los primeros creadores de cultura visible en monumentos que evidencian –en todos los casos-un conocimiento adecuado de las técnicas de ingeniería, que supondrían- a la vez-conocimientos de geometría y matemática ,al parecer ligadas a cálculos astronómicos de fenómenos estelares (movimientos del Sol, la Luna y estrellas) que estarían ligados a prácticas agrícolas y a la guerra

Pero, sea cual fuere la verdad de lo acontecido con el poblamiento americano , de acuerdo con el historiador francés Paul Chalus en la obra: “El Hombre y la Religión” que investiga las fuentes psicológicas de las creencias y los conocimientos iniciales de los diversos pueblos que poblaron la Tierra, en la segunda mitad del siglo XX, después de tantos descubrimientos históricos, prehistóricos y etnográficos; de profundizaciones psicológicas y de estudios sobre todas las religiones del mundo, es un hecho indubitable que las primeras relaciones del ser humano ,independientemente de donde se asentaron, lo fueron, en este orden sucesivo: primero con la Naturaleza circundante; luego con la Luna y más tarde con el Sol y los planetas.

El influjo de la Luna obedece al hecho innegable de que forma parte de la Tierra ( no sólo desde el punto de vista estrictamente astronómico), sino contemplado desde la visión ingenua primitiva. Al respecto cuenta el divulgador científico británico Colin Wilson que la existencia de la Luna es la causa primordial del concepto geocentrista que desde el principio tuvo el hombre. Dice sobre este particular: “Isaac Asimov, catedrático de bioquímica y autor de novelas de ciencia - ficción, ha emitido una atractiva hipótesis sobre la Luna. Considera una desdicha que nuestro planeta la apresara. Como veía que giraba alrededor de nosotros, el hombre antiguo dedujo que el resto del Universo también lo hacía. Eso... le obligó a pensar que la Tierra era lo más importante del Cosmos y el ser humano, su señor, la criatura principal” . Y concluye Colin: aquí estamos...a fines del siglo XX, saqueando la naturaleza y destrozando el medio ambiente sólo porque creemos que el hombre es la medida de todas las cosas.”

En realidad - como propone Asimov - , cuál hubiera sido la diferencia si Venus hubiera apresado nuestro satélite. Al observarlo -pues hubiera sido perfectamente visible- los antiguos hubieran comprendido que el lucero matutino y el vespertino eran uno sólo: y que, puesto que se mostraba primero en un lado de Venus y luego en otro, hubiesen colegido que giraba en torno al planeta. En consecuencia para Asimov, quien prosigue la argumentación: “Habría sido lógico efectuar la misma observación sobre Venus y su posición en relación con el Sol, y comprender que tanto tal planeta como Mercurio rotaban alrededor de él. Esto implica ...que los sumerios hubiesen reconocido que la propia Tierra era probablemente un satélite del Sol, y el Universo copernicano hubiera sido aceptado tres mil años antes. Y el hombre jamás se hubiese ufanado de su posición en el Universo, y no correría ahora el peligro de exterminarse.” Y termina Wilson: “Cito la argumentación de Asimov por parecerme un interesante ejemplo de actitud científica “racional”.

Si se sigue esa lógica, para llevarla al campo de lo social cabe recordar que en la era moderna se ha propalado la idea de que el “principio masculino” está ligado al concepto día y éste al de orden que a su vez se representa por la luz del Sol. Por lo contrario el “principio femenino” se liga a la idea de noche y desorden y ambos se asocian a la escasa luz reflejada por la Luna. Pero en realidad las mitologías antiguas concebían ambos conceptos como complementarios y, por mistificaciones de orden filosófico primero, luego religioso y finalmente cultural y aún político, se fueron confundiendo y no es sino hasta hoy en día que la racionalidad (identificada con la masculinidad) a juicio de la antropóloga sueca Clara Sharrat, ha comenzado a ceder su hegemonía a la intuición (identificada con la feminidad), buscando su eje de equilibrio.

Este cambio de paradigma, a juicio de Sharrat: ...“va a permitir un cuestionamiento de lo que se ha considerado “verdad científica”, pero en el fondo es sólo “confusión ideológica”. Así las cosas estos primeros estadios de la cosmología al ser replanteados, desde una visión nueva en donde las clásicas polaridades masculino - femenino - bueno - malo - Dios - Diosa - Naturaleza - Cultura, tienden a desaparecer o a nivelarse, y al ser revisadas desde la perspectiva del “enfoque de género”, es posible que depararán muchos cambios en las concepciones atribuidas a los antiguos y a sus conocimientos sobre el Cosmos.

Dada la importancia de los mitos cosmológicos y creacionistas así como de los mitos teogónicos, en otras partes de esta obra se volverá sobre ellos. Mientras señalemos que en términos generales puede concluirse:
a) Es altamente probable que se haya dado una mutua transculturación mitológica entre pueblos en contacto; pero no hay aún pruebas tan fidedignas como si ocurre con la etapa que se examina a continuación.
b) Si no ha habido una mutua transculturación que justifique coincidencias, al menos es plausible la hipótesis de que hay un trasfondo fisiológico-intuitivo común que explicaría muchas coincidencias en la emoción que acompañó el esfuerzo de los antiguos por descifrar el entorno.

Independientemente de cuál de estas posibilidad tenga mayores visos de realidad, lo cierto es que esos conocimientos antiguos mezcla de intuición y empirismo desembocan en un esfuerzo diferente que eclosiona en una ciudad mercantil de una isla griega, para dar nacimiento a las primeras elaboraciones propiamente científicas y para iniciar un cambio significativo: del anonimato en la creación del conocimiento, se pasa a una fase en que el esfuerzo cognoscitivo queda singularizado. A partir de ahora los progenitores de ideas recibirán el reconocimiento de la historia.

b) Etapa de la Convergencia Cultural.- Esta segunda etapa del Primer Momento se caracteriza por el entrecruce cultural y el nacimiento de nuevas elaboraciones racionalistas, a partir del encuentro entre las ideas míticas y las mediciones empíricas (aportes de los pueblos orientales, caldeos, babilonios y egipcios) y el modo de pensar sobre este acervo religioso-cultural (aporte griego) que se inicia en Mileto. Y es necesario insistir en la contribución de una visión ética de la creación y por tanto de la Historia, esto es del papel del ser humano en la Tierra, que en Occidente aparece claramente asociada a la cosmovisión judaica-cristiana.

Es necesario tratar brevemente con un ejemplo concreto, como se produce la convergencia, la transculturación y la síntesis resultante: la primera escuela filosófica griega se ubica en Mileto, que era la mayor ciudad griega de su época y el puerto donde se encontraban Oriente y Occidente; una ciudad rica, cuyos habitantes, emprendedores y con gran iniciativa, recorrían el mundo que conocían en busca de negocios.

El mundo civilizado con el que los milesios entran en relación, ( Asia y Egipto), habían llegado a la cumbre de sus civilizaciones: sus ideas religiosas y sus conocimientos científicos se habían ido elaborando en el transcurso de los siglos, y se encontraban repletos de sabiduría y de creencias, que al ser retomadas, retocadas, repensadas y difundidas originarán el llamado “milagro griego”, que no es otro que la inauguración en esa latitud específica de una nueva forma de sacar conocimiento del entorno misterioso que rodea al ser humano y del propio devenir de las personas sobre el que se asienta - desde entonces - nuestro modo de conocimiento científico y lógico que originarán la filosofía y la ciencia accidentales.

A grandes rasgos la filosofía es un intento de la razón por explicar las relaciones entre algo que se intuye como superior a lo fenoménico, algo que está más allá de los fenómenos físicos y tales fenómenos físicos. Si la naturaleza es una sucesión de fenómenos físicos, la filosofía buscará unirlos en una explicación que vaya aun más allá de estos y además tratará de encontrarles la causa que los produce y la razón de su existencia.

La historia de todos los intentos de encontrar una explicación metafísica a la naturaleza, es la reiteración -desde diversos ángulos y en épocas diferentes- a escapar de la naturaleza, a develar su misterio y por lo tanto a encontrarle sentido a la vida. Pero esa develación la intentará el ser humano imaginando el mundo es lo que el piensa que es. La inteligencia debe zambullirse en el misterio -lo irracional e ignoto- para racionalizarlo; para perderle miedo (para superar la debilidad e insuficiencia del ser humano) y por lo tanto para encontrar una explicación válida de la causa de la existencia del Universo; así como de su razón de ser.

La filosofía al igual que la religión en cierto sentido reconoce y acepta el misterio al tratar de explicarlo, uniendo datos empíricos y buscando el sentido oculto en ellos para develarlos.Pero si el milagro griego es el fruto del pensamiento, este es un fenómeno individual y no una empresa de un pueblo, como lo expone en la obra “Las Civilizaciones Antiguas” el historiador francés Jacques Pirenne lo que nos permite tener una visión apretada de este proceso inicial que ya no se refiere a elaboraciones mitológicas colectivas, como ocurre en la primera fase anterior, sino a aportes concretos y específicos , que pueden atribuirse a personas singularizadas.

Este es el caso de Tales de Mileto, de origen fenicio, nacido en el último tercio del siglo VII, entre el año 640 y 630, quien era, como sus conciudadanos, un gran viajero y un hábil hombre de negocios. De un modo natural, sus viajes le condujeron a Sardes y a Egipto. Tenía un espíritu abierto y curioso. En Egipto estudió geometría y astronomía, tomando contacto con las ideas religiosas del país e investigó también las causas de las crecidas del Nilo. Se inició en Sardes en las concepciones de la génesis y la astrología babilónicas. Dotado de un espíritu enciclopédico, fue, a la vez, hombre de Estado, hombre de negocios, ingeniero, sabio y filósofo.

Tales fue el fundador de la primera escuela filosófica griega. Su filosofía, como sus conocimientos científicos, procedía enteramente del pensamiento oriental sacado de las génesis babilónica y egipcia, estableciendo de este modo las bases de una visión física y científica del Universo. Indudablemente, los babilonios situaban ya a los elementos antes que a los dioses en la formación del mundo. Pero no habían desglosado de la teogonía sus primeras ideas sobre la génesis física del mundo. Esto es lo que hizo Tales, que no buscaba, como lo hacían los babilonios, el describir, sino explicar las causas de las cosas.

Despojando a las ideas babilónicas de su carácter religioso, que para él no tenían valor alguno, llegó a la consideración de los elementos por sí mismos y a buscar la explicación física de una conclusión, ya formulada por los caldeos, y que adoptó íntegramente. Su concepción, según la cual el alma penetra el mundo enteramente, no es más que una transposición de una concepción religiosa egipcia, adoptada como base de su razonamiento. Pero mientras para los egipcios la materia es penetrada por el espíritu del mundo (que se manifiesta bajo su forma consciente y creadora en el dios Ra) para Tales el "aparato religioso" desaparece, y por primera vez la materia y el espíritu son considerados independientemente de la divinidad. No era preciso, por otra parte, exagerar en este sentido, pues al decir que “todo está lleno de dioses”, Tales unía su filosofía a la concepción panteísta egipcia. No ha llegado hasta nosotros obra alguna de Tales. Ni siquiera sabemos si llegó a escribir su doctrina, pero formó una escuela que fue luego dirigida por su discípulo Anaximandro.

Al igual que Tales, Anaximandro (610 a.C.) estaba instruido en las teorías de astrología y meteorología de Babilonia. Enseñó en Grecia la división del día en doce horas y construyó en Esparta un cuadrante solar sobre los principios caldeos, pero inspirándose en mapas lydios confeccionados para cubrir las necesidades de las caravanas que iban hacia Babilonia y que no hacían más que recoger los conocimientos astronómicos de los babilonios, pero dándoles un cariz científico. Lo que buscaba, sin embargo, no era reunir elementos para predecir el futuro, como hacían los astrólogos caldeos, sino descubrir las relaciones entre la tierra y los astros.

Concibió entonces - y esta es una idea nueva - la noción del infinito, del que hizo el principio de todas las cosas. El infinito adquiere, en su física, el lugar que ocupa el caos en el génesis egipcio. Para Anaximandro, quien dejó una obra: “Sobre la Naturaleza”, la materia es "un cuerpo infinito dotado de un movimiento eterno, bajo cuya acción se produce el nacimiento de los mundos. En su origen esta materia o sustancia primordial es un caos, una mezcla, que en sí no es uno de los elementos primordiales, pero del cual habrán de surgir estos. El infinito es, pues, un cuerpo ilimitado del que un día emergió la tierra". Transpuesta al plano físico, esta es, exactamente, la tesis egipcia del origen del mundo, del movimiento reemplazando al espíritu difuso que, en la cosmogonía egipcia, crea el movimiento.

Según Anaximandro: "En el seno del caos, bajo la acción del movimiento, se separan los elementos opuestos, el calor y el frío, bajo el aspecto del fuego y del aire ( idea que todavía es egipcia) Se forma una esfera de llamas, como la corteza alrededor del árbol, en torno del aire circunterrestre. Esta esfera de llama se rompe y sus pedazos producen los astros. El aire central se divide a su vez en tierra, agua y aire". Así, la teoría evolucionista de Anaximandro sustituye al mito de la creación sucesiva. Asimismo, aplica la noción de la evolución a la aparición de los seres vivos, (idea tomada de Caldea). Los primeros seres vivos: Se desarrollaron en el agua primitiva. Primeramente fueron semejantes a peces y después se fueron adaptando progresivamente a las regiones desecadas, hasta que finalmente, hizo su aparición el Hombre".

Estas ideas de Anaximandro son, casi sin modificación, el mito evolucionista formulado por los sumerios desde el tercer milenio. Anaximandro extrajo también una religión y una moral de la teoría física: Dios incorporado al infinito, y el dualismo entre el frío y el calor, asimilado al conflicto de los elementos contrarios, es decir, del bien y el mal, y también de la vida y la muerte. "Todo viene del infinito y todo vuelve a él" (ya que se nace de lo que existe, y también hacia lo que procede la corrupción, en la medida de lo necesario), pues los seres se pagan, unos a otros, las penas y reparaciones de sus injusticias siguiendo el orden del tiempo”. ...toda evolución acaba en disolución: los mundos vuelven al infinito y el cielo se inicia de nuevo".

Anaximeno sucedió a Anaximandro, floreciendo, en el año 546, cuando Mileto fue conquistada por los persas. Sus obras, que se han perdido, estaban escritas en un lenguaje sencillo y sin pretensiones. Fiel a la idea del principio inicial, éste lo sitúa en el aire, que, según la concepción de Anaximandro, es infinito: "el aire, al dilatarse y comprimirse, produce todas las cosas. El fuego está constituido por aire ramificado y los vientos por la condensación de una parte del aire que se ve empujada por otro menos denso; el aire está, en principio, condensado, y son las nubes las que, por un progreso de esta condensación, se mudan en lluvia; y la condensación más completa del agua, da nacimiento a la tierra, y después, a las rocas".

Por aire, principio primordial en movimiento incesante. Anaximeno de Mileto entiende el hálito o vapor que da aliento al cosmos. Todo procede del aire infinito y todo vuelve a él. De ese protoelemento derivan mundos, meteoros y seres orgánicos e inorgánicos. Distingue dos clases de fuerzas: la de condensación y la de dilatación o rarefacción. La primera provoca el enfriamiento; la segunda fuerza, el calentamiento. De la rarefacción del aire nace el fuego; de su condensación brotan los demás elementos, los meteoros y las piedras. La Tierra (una tabla o disco plano rodeado por agua, según Aecio) flota sobre la atmósfera y constituye el centro, a cuyo alrededor giran el sol y los planetas.

Para Anaximeno el aire es una potencia viviente: es Dios. Y el alma del hombre no es más que un fragmento : “Nuestra alma al ser de aire, es, en cada uno de nosotros, un principio de la unión; igual que el aliento o el aire contiene el mundo en su conjunto”. No se puede evitar la evocación del “ka” egipcio, cuya unión con la materia asegura, en cada ser, su forma y su vida, y que, como el alma de Anaximeno, es un soplo que hace vivir al hombre, igual que vivifica al Universo. Esta asimilación es tanto más asombrosa cuanto que, para Anaximeno, el aire es un dios,dotado,por definición intrínseca de proporciones perfectas.

Y dado que en los poemas homéricos (Iliada y Odisea) la palabra kosmos tenía un sentido de orden relacionado con acciones humanas (remeros bogando ,por ejemplo) ,servía tambien para indicar la proporcionalidad y la disposición armónicas, por lo que, a finales del siglo
VI a.C., kosmos vino a significar –preferentemente- una disposición ordenada y permanente evidenciada en los fenómenos observables en la tierra ,el mar y el firmamento. Tal es el sentido que le da Anaxímeno, y así, la astronomía queda subsumida en la cosmología.

c) Etapa de Síntesis.- Con la etapa que se inicia en la escuela filosófica de Mileto, la historia del pensamiento humano franquea una puerta del conocimiento abandonando el plano mítico y religioso, para abordar el desciframiento del misterio de la creación -la explicación del Universo- el plano racional. Quedan establecidos así, los primeros fundamentos de un método científico, que constituye la primera manifestación propia del genio de Grecia.

En el momento en que los griegos se inician en los conocimientos científicos y en las creencias religiosas del Asia y de Egipto, estas llegan, después de treinta siglos de evolución a su apogeo. La génesis religiosa del mundo, la concepción del alma y de la vida futura y la moral han dado a la religión egipcia una tendencia señalada hacia el monoteísmo panteísta que sin llegar a concepciones filosóficas, ha planteado los problemas del origen y la finalidad del Universo y del hombre.

Tanto en Egipto como en Caldea, se obtienen resultados considerables en aritmética, geometría, astronomía y medicina; pero, del mismo modo que las concepciones del origen del mundo no han abandonado el terreno de la intuición religiosa, el método, a través del que son obtenidas las conclusiones científicas, no ha rebasado el período del empirismo. El proceso de síntesis griega por un lado permite el nacimiento de la filosofía y ciencia; pero por otro lado sepulta el sentimiento de los pueblos que produjeron las ideas originales.

Las conclusiones de los pensamientos caldeo y egipcio estaban rodeadas de una multitud de tradiciones sagradas, preciosa para los pueblos que las vivieron, pero incomprensibles para los griegos. Los griegos, que no se veían entorpecidos por tradición alguna, tomaron de los egipcios y caldeos las conclusiones de sus pensamientos religiosos y científicos, sin preocuparse del fárrago de sus antiguas creencias nacionales. Y cuando, a su vez, se plantean los grandes problemas, en que las religiones y las ciencias se debatían, buscando su resolución durante decenas de siglos, no tuvieron más que recoger los resultados que les aportaba la sabiduría que les acompañaba.

Las ideas que presentaban un carácter sagrado para los egipcios y caldeos, no ofrecían para los griegos más que consideraciones científicas. La comparación de las conclusiones babilónicas y egipcias, rodeadas, unas y otras, de un inmenso prestigio, pero ofreciendo diferentes soluciones a los grandes problemas del futuro y del fin, había de orientar, necesariamente, su pensamiento por el camino de la indagación y de la crítica.

Disponiendo los griegos de todos los medios puestos por la época a disposición de sus pensadores: escritura, técnica, obras teológicas, manuales de matemáticas, de astronomía y de medicina, adquirieron los más elevados conocimientos y, al mismo tiempo, los medios de compararlos y discutirlos, sin verse sometidos a ningún conformismo tradicional. Esta independencia de todo conformismo, se explica, en sí, por el carácter esencialmente comercial de las ciudades jónicas.

Debe resaltarse que los pueblos desarrollados sobre la base de la evolución agrícola conocieron sólo progresos intelectuales lentos, debido a los conceptos de solidaridad impuesta por la tierra y por la familia, que entorpecen la independencia individual y generan una estabilidad de las concepciones intelectuales y de las formas sociales, poco favorables a la creación de nuevas actitudes del pensamiento. Por el contrario, el comercio marítimo ejerció sobre los milesios y los griegos de Asia, en general, una influencia que determinó su orientación intelectual.

El comercio marítimo y la riqueza que le acompañó tuvieron por consecuencia que se produjera en las ciudades griegas una rica burguesía, el principio esencial de cuya organización jurídica fue el de la independencia individual. Los milesios puestos directamente en contacto con los pueblos extranjeros más civilizados de su tiempo, eran, no solo capaces de asimilar sus concepciones religiosas, científicas y artísticas, sino, asimismo, de escapar a su influencia y tomaron de los babilonios y egipcios no solamente sus conocimientos y creencias, sino que los “recapitularon” con su asombrosa libertad y su cuidado por hallar la verdad, virtudes que constituyen su aportación más considerable a la civilización antigua y así transformaron el empirismo en un método científico, y sometieron las ideas religiosas al examen de la razón, lo que les permitió crear los primeros sistemas filosóficos.

En esta última etapa de síntesis, los milesios fueron innovadores, especialmente, en el plano filosófico y extrajeron de las teologías egipcia y asiática, las sencillas conclusiones que los orientales habían preparado y presentido, sin llegar a liberarlas.

De acuerdo con Pirenne: “Gracias a la reconceptualización sufrida en Mileto, las ideas de Egipto y Caldea, que, desde siglos atrás, no llegaban a salir de los círculos del empirismo y la teología, en los que se habían formado, adquieren un nuevo impulso; se rompe la argolla del arcaísmo que mantenía encerrado el pensamiento oriental, despojándolo del lastre simbólico, bajo el que se ahogaba. Le priva de sus caracteres específicamente nacionales y, sustituyendo concepciones grandiosas, pero confusas por idea sencillas y coherentes, les da, bruscamente, el valor universal que los más grandes espíritus de la antigüedad - tales como Amenofis IV - trataron, vanamente, de hacer triunfar.

En Mileto, intervino la influencia de los fenicios, que, con sus mercancías, introdujeron las ideas religiosas del Asia: el culto del gran dios de Biblos, Tamuz - Adonis, que es también un culto agrario. Este se añadirá al culto cretense, muy próximo, por otra parte, a las ideas asirias llegadas de Egipto. Los cultos tebanos de Dionisio y de Deméter fueron importados por los fenicios (y no serían otra cosa que la transposición de los cultos de Osiris y de Isis, que los fenicios había recibido de Egipto). Asimismo las teogonías babilónicas, que, a partir del reinado de Hammurabi, toman una forma definitiva y las ideas caldeo - sumerias sobre la vida de ultratumba y la adivinación, que ejercía una actividad indiscutible y secular, penetran también profundamente en la Grecia aquea”. Más tarde habrá de hacerlo igualmente el monoteísmo judaico - cristiano para producir otra síntesis. Las síntesis posteriores (el encuentro entre el pensamiento europeo y los pueblos que fueron conquistando en diversas latitudes en períodos muy separados en el tiempo), no llegarán -sin embargo- a causar los mismos impactos en el pensamiento occidental.

Sin embargo para el filósofo norteamericano de la ciencia Marshall Clagett, quien difiere de Pirenne: ..."se dice sin razón, que la filosofía y la ciencia empezaron en las orillas jónicas de Asia Menor. Al menos, por ahí abren los manuales, que repiten, a modo de ritornelo, que ve un tránsito del mito a la razón. Expresión que se contradice con la acostumbrada afirmación inmediata de que los primeros sabios griegos acudían a Egipto para aprender. ¿Qué enseñaban allí? En los tres campos en que sobresalieron los griegos se habían adelantado los egipcios: astronomía, historia natural y medicina. Tejieran o no teorías, sabemos que recopilaron numerosísimos datos tras hábil observación Y tal vez sea ese el tránsito auténtico, natural por lo demás: de los datos a la teoría".

En abono a esta tesis la historia registra datos concretos debidos as la observación sistematica y rigurosa de la naturaleza .Por ejemplo, los egipcios llamaban a su divinidad Señor de la eternidad o Señor de los años. Además de su sentido directo, esos títulos tenían también un significado del papel que la deidad ejercía en el establecimiento de un calendario sistemático. Hasta el Viejo Reino se remonta la existencia del calendario civil de 365 días. (Usaron también dos calendarios lunares). Constaba de 12 meses de 30 días cada uno más cinco días epagoménicos.

Cada cuatro meses formaban una estación. La primera se llamaba Akhet ("inundación") y comenzaba con la subida repentina del nivel del Nilo: la segunda, Peret ("emergencia"), anunciaba la emergencia del suelo y de la vida vegetal, la tercera, Shemu (descenso de las aguas), correspondía al tiempo de la cosecha. Cada mes se dividía en tres "semanas" de diez días (décadas). Esa "semana" de diez días dictaba el uso de 36 decanas (estrellas o grupos estelares) en los relojes estelares. La ascensión de Sirio señalaba el comienzo del año civil. Los astrónomos egipcios distinguían entre estrellas imperecederas, las circumpolares que no se ponen, y estrellas infatigables, que son las decanas y los planetas.

Para los egipcios la noche se dividía en 12 horas, determinadas por las ascensiones heliacales de las decanas. La longitud de esas horas variaba con las estaciones. Todas las decanas que marcaban las horas caían en una banda al sur y paralela a la eclíptica. La combinación del alargamiento y acortamiento de la noche con los períodos de parpadeo matutino y vespertino y la oscilación del reloj estelar explica esa partición horaria de la noche.Para medir el transcurso del tiempo nocturno se emplearon relojes de agua; para medir las 12 horas diurnas, relojes solares (conocieron dos tipos generales de relojes de agua: de flujo hacia fuera y flujo hacia dentro).

El espécimen más antiguo del prototipo con flujo hacia fuera pertenece al reinado de Amenhotep III (ca. 1391-1393 a.C.)La determinación de las horas diurnas se basaba en el movimiento del sol y en la proyección de su sombra. Había dos tipos de relojes solares. El primero era un instrumento para medir la longitud de la proyección de las sombras sobre el mismo. El segundo medía las horas por el cambio de dirección de la sombra proyectada por el curso diario del movimiento del sol.(22)

2.-PENSAMIENTO GRIEGO.- Al finalizar la conjunción de ideas procedentes de las tres etapas y procesos anteriores , comienza a hacer su eclosión y despliegue el Segundo Momento que se ubica en el siglo sexto antes de Nuestra Era en Jonia, pequeña isla a las orillas del Mar Egeo, momento en que el pensamiento humano adquiere nuevo impulso como si hubiese sido movido por una nueva energía, que ha sido atribuida - por unos - al uso de la razón; por otros a razones de carácter político y a la utilización de la tecnología, y por algunos al desarrollo del individualismo resultante de una economía floreciente.

En coincidencia con lo que se suele afirmar acerca de la “eclosión de la razón” que se ubica en Grecia, refiere Charon que el jonio descubrió una nueva manera de contemplar y de explicarse el mundo; tal “mutación” de la forma de pensar afirma que “es debida a un uso sistematizado de la razón, con la cual se gesta la idea que el mundo no le ha sido dado completamente al hombre. sino que lo que le es dado es poder reflexionar sobre el mundo.”

El pensamiento griego postulará, a partir de ahora, que la existencia, en su realidad, es comprensible y conquistable. No existe el misterio en el Universo, este es descifrable, porque no representa el diseño de algún poder superior. El orden y la belleza son ingredientes indispensables en esta concepción del Universo porque permiten categorizarlo y entenderlo, describir las normas y leyes que lo rigen. Según el pensamiento griego lo que existe es lo que se percibe, por lo tanto, el entendimiento total de la esencia del Universo entre dentro de las posibilidades del ser humano. Un segundo pilar de esta filosofía es la centralidad del hombre en el cosmos. De acuerdo con este prisma, el hombre puede conquistar y dominar el Universo que, a su vez, se rige por una serie de normas totalmente descifrables y entendibles, al punto que modernamente se afirma que la herejía griega no consistiría tanto en la multiplicidad de los dioses que adoraban sino en el esfuerzo por la deificación del hombre.

A juicio de la mayoría de los autores clásicos, es gracias al “genio” de los griegos que las explicaciones asociadas a causas racionales, van a posibilitar comprender fenómenos naturales observados (antes atribuidos a circunstancias y explicaciones mágicas), entre las cuales la literatura registra - a modo de ejemplo - la extraña concepción mágico intuitiva de nacimiento y muerte cíclica del Universo, ahora nuevamente postulado por la Cosmología moderna.

Sin embargo, manteniendo una visión diferente el exobiologo y astrónomo norteamericano Carl Sagan, manifiesta que es “ gracias a la diversidad política “ que se activa y prolifera la tecnología y se disemina el conocimiento en Jonia, lo que luego dará origen a la civilización griega y, a su juicio, no ocurrió así en China, Centroamérica, ni en la India, Egipto o Babilonia, sociedades con una singular cultura astronómica, pero con una gran concentración de poder político -y por ende- del conocimiento.

Hoy día los criterios de pensadores diversos, entre ellos los que entrevistara el periodista francés Guy Sorman para su libro: “Los Verdaderos Pensadores de Nuestro Tiempo” coinciden en hacer planteamientos de “ruptura” sobre conceptos culturales estereotipados: por ejemplo, el de la superioridad del pensamiento greco - occidental.

Pero, independientemente de que ahora se replantee la historia, lo cierto es que el pensamiento difundido por los griegos va a desarrollarse y perfeccionarse durante casi diecisiete siglos y se extrapolará - aunque de una manera muy disímil - a todas las latitudes del planeta y el hombre construirá gracias al uso del intelecto sometido a la necesidad de buscar explicaciones sobre mecanismos razonables, numerosos modelos del Universo, numerosas Cosmologías. Todos esos modelos tendrán en común el intento de relacionar las observaciones del mundo exterior con las deducciones lógicas ofrecidas por la razón. Los fundamentos de esta realidad se basan en el hecho que la información que sirve para relacionar ideas y convertir éstas en sistemas de pensamiento cerrado, provienen de regiones muy distantes de la Tierra y por lo tanto sólo es posible aplicar métodos deductivos ingeniosos.

En la doctrina de Anaxágoras (500-428 a.C.) aparece por vez primera la idea de una mente suprema, que denominaría “Nous“, espíritu ordenador del mundo y principio de todo movimiento, de toda vida, de todo sentimiento, de toda percepción. Esta idea -que constituye su mayor aporte al pensamiento filosófico- fue el punto de partida para la elaboración filosófica de los grandes pensadores griegos posteriores. Anaxágoras sostuvo que la materia existe desde toda la eternidad, no en la forma de los llamados elementos: tierra, aire, fuego y agua, sino en la condición de “átomos” o, según la terminología moderna, de moléculas infinitamente numerosas y pequeñas y caóticas.
Pero al estar presentes en una barra de oro, de hierro o de cobre este incalculable número de partículas semejantes de materia, aparecían ya ordenadas , no de forma accidental o resultado del ciego azar, sino como obra expresa del espíritu informador, o Nous ( que era poderoso por sí mismo e independiente de todo otro ser) . Nous, escribe una y otra vez ,Anaxágoras es el ser más puro y sutil; tiene plena conciencia de todas las cosas y su poder es ilimitado. En su libro “De la naturaleza“ le ubica al principio de todas las cosas, cuando dice : ...todas las cosas estaban confusas: después sobrevino el Nous y las separó, ordenándolas. Esta descripción de Anaxagoras nos recuerda que el mismo criterio es vertido en las Sagradas Escrituras, concretamente en Génesis

Esta teoría del Nous, al que no atribuye personalidad, constituye un paso decisivo hacia el Teísmo, concepto que difiere del Deismo ,el cual es un aporte judaico ,porque además del atributo divino de Dios agrega el concepto de salvación . A partir de esta etapa del pensamiento griego comienza a darse una gran riqueza conceptual ,porque afloran ideas y modelos sobre el cosmos de muy variada naturaleza, como lo muestran los ejemplos clásicos que se incluyen a partir de ahora.

a) Pitágoras (C. 571 - 497 a.C.), usualmente reconocido como el primer cosmólogo y por ello Padre de esta ciencia, introduce hacia el año 500 no sólo teorizaciones, sino que aplica mediciones, lo cual contradice la creencia usual de que los griegos fueron puros pensadores. Su planteamiento mantiene la idea de una Tierra fija y el Universo girando a su alrededor para lo cual emplea ingeniosos métodos para explicar lo observable.(27)

El concepto de “Universo discontinuo” que prevalece en Pitágoras es levemente superado por la atrevida teoría de Parménides en el año 450 a.C., en el fragmento III de su poema “Sobre la Naturaleza”, según el cual el problema de conocer está en la contraposición de “lo uno” y de “lo múltiple” y entre lo que se cree es “verdadero” y sólo es “apariencia”. (28)

Para Pitágoras (quien no escribió nada pero cuyo pensamiento se deduce por el legado de sus discípulos) existe una correlación entre los números y los mecanismos de la Naturaleza, lo que determina que los lejanos soles y los cercanos planetas se muevan, fijados cada uno a su propia esfera, en órbitas que crean la “Armonía Celestial” resultado de las diferentes “notas musicales” que producen los astros en movimiento.(29)

b) Un discípulo de Pitágoras, Filolao (fl.s. V. a.C.) imagina una Cosmología en que la Tierra se encuentra en el centro del cosmos pero no inmóvil, sino girando ésta, la Luna y los cinco planetas conocido en ese entonces; mientras que las estrellas se encontrarían inmóviles, puesto que no eran otra cosa que "agujeros que dejaban escapar el brillo de un fuego exterior."

c) Para Heráclito de Ponto (fl.s. IV a.C.) en su Cosmogonía mezcla de ciencia, filosofía y astrología, como casi todo lo pensado por aquellas épocas, la Tierra está situada en el centro del mundo y da vueltas sobre su propio eje y los planetas Mercurio y Venus giran no alrededor de ésta, sino del Sol, pero aún éste, la Luna y los tres planetas restantes giran alrededor de la Tierra.Otro aspecto muy importante de parte de este filósofo es su visión cosmogónica en la que se le sitúa como precursor de las teorías relativistas modernas.

Sobre este particular el especialista en filosofía presocrática, el español José Antonio Míguez advierte: “Los fragmentos más divulgados de Heráclito y las exposiciones sumarias ofrecidas en manuales de filosofía, nos dejan ver que, para el filósofo efesino, todo estaría expuesto a cambio y fluir incesantes. Bajo este aspecto se lo describe como el reverso de la doctrina eleata y como el más antiguo expositor de un “relativismo completo en lo lógico, ontológico y metafísico”. Sin embargo, esta doctrina tan exagerada del devenir no se deriva directamente de la lectura completa de los fragmentos.

En gran parte ha contribuido a difundir esta interpretación lo que sobre Heráclito dice Platón en Cratilo. Por de pronto el concepto “todo fluye” como lema sintético del absoluto fluir no se encuentra en los fragmentos herácliteos; pero sí en el diálogo platónico mencionado: “la opinión de Heráclito” que todas las cosas fluyen y nada permanece”, y más adelante: “se supone que Heráclito enseñó que todas las cosas están en movimiento y que hasta el agua en que reposa, se las compara a la corriente de un río, y por lo que no se puede descender en las mismas aguas dos veces”.

Según Míguez estos fragmentos de una manera más directa, han influido para que a Heráclito se lo considerara como el filósofo de la inconstancia del Ser y del Mundo.” Pero es necesario hacer una salvedad, valedera para la doctrina de Heráclito, porque: “ignoramos en qué forma se corresponden los diversos fragmentos. Son entregas de segunda mano, entresacados de contextos en lo que escritores de tendencias a veces opuestas lo mencionan en pro o en contra de alguna afirmación.” Esta valiosa advertencia del especialista español es también válida en el proceso de reconstruir el pensamiento de autores antiguos y conviene tenerla en mente porque muchas de las citas que hacemos aquí es posible que muestren esa misma característica.

d) Aristarco de Samos (fl. 270 a.C.) es una voz solitaria que se adelanta al conocimiento de su época y en el año 275 anuncia la idea general de que todos los planetas (y la Luna incluida ) orbitan alrededor del Sol. Como la ciencia en la antigüedad suele ir desde el polo de deducir la verdad desprendiéndola de principios generales (método deductivo) o de establecerla con base en la observación de la que se extraen las deducciones (método inductivo), el desarrollo que llevaba la elaboración cosmológica cambia de rumbo definitivamente para favorecer el método deductivo cuando el pensamiento de Platón y más tarde de Aristóteles vuelven a colocar (por razones deductivas) la Tierra en el centro del Universo, como una teoría que habría de esperar más de quince siglos, para ser modificada a pesar de la genial intuición de Aristarco de Samos, que no prosperó.

Como afirma el escritor científico venezolano Francisco A. Lugo: “La formulación de una teoría de carácter universal es siempre empresa que pone a prueba la penetración de los espíritus mejor templados. Las naturales limitaciones de la inteligencia humana y de la instrumentación científica, junto con la pobreza propia de los conocimientos adquiridos por la Humanidad y, sobre todo, el imperio que ejercen sobre el entendimiento los prejuicios seculares, hacen todavía la tarea más ardua y aventurada. Antes de haber sido considerada correcta y admirable, toda teoría de esta índole ha tenido que sufrir primero la indiferencia oficial o académica o los ataques de quienes, muy ilustres por cierto, han sostenido toda su vida lo contrario.”

Discípulo de Estratón, Aristarco vivió y enseñó en Alejandría. Construyó su cosmología sobre la hipótesis heliocéntrica. La Tierra y los demás planetas giran en torno al Sol. ( Se han perdido los escritos donde exponía las ideas que recuperaría Copérnico en el Renacimiento) . Al centrar en el Sol la órbita anual que recorría la Tierra, reconoció que la ausencia de una paralaje observable para las estrellas fijas debe hacer su distancia inconmensurable, con comparación con el tamaño de la órbita de nuestro planeta. Los comentaristas suponen que Aristarco se apoyaría en la hipótesis heliocéntrica para explicar las peculiaridades del movimiento planetario (movimientos retrógrados periódicos) según se ven desde la Tierra. Aristarco admitió la rotación diaria de la Tierra sobre su eje, para así explicar el orto y ocaso diarios de los cuerpos celestes.

La única obra escrita de Aristarco que ha sobrevivido no aborda el heliocentrismo, aunque sus disquisiciones sobre los tamaños y las distancias del Sol y la Luna es el primer tratado completo sobre cuestiones astronómicos que nos ha llegado de la Grecia clásica. Mientras la astronomía avanzaba con parsimoniosa lentitud, otra ciencia -la geometría- resolvió problemas difíciles y convirtió la disciplina en un sistema lógico.

Aristarco procede con criterio geométrico y a partir de una serie de axiomas (la Luna posee su luz procedente del Sol; la Tierra se halla en el centro de la esfera de la Luna, etcétera) establece, mediante una combinación de astronomía y geometría, un elenco de proposiciones, de las que suelen destacarse las siguientes: las distancias relativas entre el Sol y la Luna desde la Tierra están en una razón inferior de 20:1, aunque mayor que 18:1: los diámetros del Sol y la Tierra se hallan en una razón inferior a 43:6, aunque mayor que 19:3; los diámetros de la Tierra y la Luna están en una razón inferior a 60:19 aunque mayor que 108:43 .

Su razonamiento geométrico reviste especial interés en un tiempo en que no se habían establecido todavía los métodos trigonométricos de una manera sistemática ,ya que el sistema trigonométrico (expuesto por Ptolomeo en el Almagesto) se remonta a Hiparco de Rodas, 150 a.C. ,es decir más de un siglo después.

3.-COSMOLOGÍA ARISTOTÉLICA.- Antes de entrar a este Tercer Momento es necesario hacer una breve recapitulación. Durante los siglos transcurridos en el “Primer Momento” histórico examinado, es difícil conocer cuando hubo predominio de la deducción sobre la observación o viceversa y no conocemos tampoco cuánto y cómo se extrapolaron ambos métodos de su aplicación a las cosas de la vida diaria a aquellas que ocurrían en el “mundo exterior” - aunque la hipótesis más plausible(como la que sostiene el historiador Jacques Pirenne) es que se pasó de los datos empíricos y prácticos a las teorías creacionistas, y de estas a las explicaciones racionalistas. En este paso -sin embargo, si se ganó en "razón", se perdió la "emoción" que creó las mitologías y esto tendrá -posteriormente- secuelas, como veremos más adelante.

Para conocer con más detalle lo ocurrido en el “Segundo Momento”, existe también una limitación: todo el conocimiento elaborado antes de Platón y Aristóteles pasaba por sus preferencias y animadversiones por lo cual hasta en la época moderna se ha comenzado a revalorizar el verdadero aporte del pensamiento de los “filósofos presocráticos”. Asimismo, la quema de la Biblioteca de Alejandría en el año 47 a.C., por primera vez por soldados de Julio Cesar; su quema, por segunda vez en 390 d.C. y en el año 640 d.C. - por tercera vez - hizo que se perdieran valiosos conocimientos que han debido irse reconstruyendo no sin serias dificultades.

Por cierto que el Califa árabe Amir Ibn Al-Wathar que ordenó quemarla en la última ocasión lo hizo , según la leyenda que recoge Colin Wilson bajo esta sentencia: “Si los libros están de acuerdo con las enseñanzas del Corán son inútiles y si no, deben ser quemados”.

Una situación similar se dio en América casi mil años después, con la quema de los códices mayas por parte de los cristianos. Fray Diego de Landa relata así la quema en la ciudad Maní de Yucatán: “Encontramos entre ellos un gran número de libros escritos en sus caracteres y dado que no contenían más que supersticiones y falsedades sobre el diablo, los quemamos todos, cosa que (los naturales) sintieron profundamente, ya que mostraron una enorme tristeza.” Y cabe agregar que contemporáneamente el temor, la superstición, las prohibiciones y la censura no son, por cierto, actitudes superadas todavía en la vida de ninguno de los pueblos que habitan nuestro planeta y particularmente en países cuyos líderes proceden como teócratas pese a que presuman de lo contrario.

En el periodo anterior se sabe que Pitágoras buscaba un “Principio” que rigiese todos los fenómenos cosmológicos (predominio del ¿por qué?; pero que sus discípulos Filolao y Heráclito de Efeso no eran partidarios de esta metodología para acercarse al conocimiento y se fundamentan en la observación (predominio del ¿cómo?).

a) A su vez, para Platón (428 - 347 a.C.) hay una preocupación por la búsqueda de un “Principio Universal” que explique el mundo, luego podrá - fundamentándose en este - explicarse todo lo observable. Este pensador señala que las trayectorias de los astros son el resultado de la “decisión divina” y dado que Dios es perfecto - ergo - las trayectorias y el movimiento deben serlo también. Esta concepción del "círculo perfecto" en el mundo científico occidental perdurará –como lo veremos- hasta el advenimiento de Kepler. En palabras de Platón, en su obra "El Timeo", la idea se expresa así, tajante: “El mundo es una esfera perfecta en el que los cuerpos cósmicos íntegros y perfectos se mueven con rapidez constante en órbitas circulares alrededor de la Tierra”.

En el Momento, que se examina ahora, hay aún una yuxtaposición de criterios provenientes de épocas anteriores y de las ideas que prevalecerán en las figuras señeras propias de este período. Así, la discusión acerca de cual es la la sustancia primordial de que está hecho el Universo, oscilará de las ideas de Tales de Mileto, quien afirma que debe ser el agua; a Anaxímeno que ubica esa característica en el aire; y para Heráclito de Efeso),mas bien se trata del fuego y para Anaxágoras, por lo contrario es la tierra, por ser el material más cercano, corriente y abundante.

b) A su vez, otra discusión de gran sentido cosmológico que ocupa a los pensadores es saber si como sostiene Parménides (c. 515 a.C.) que el cambio es meramente una ilusión, porque el mundo es uno, sin devenir, ni aparición ni desaparición; o si mas bien, como si afirma Empédocles (c. 490 a.C.): "...el “Uno” solo existió al principio del mundo, pero después se dividió en Dos (amor y odio). El segundo reinaba ahora, pero luego sería derrotado por el amor, con lo que el Uno retornaría como en el principio del Universo”.

c) Aristóteles, mas centrado en aspectos concretos (384 - 322 a.C.) y en la misma línea de pensamiento de Platón, trabajaría para fundir todas estas teorías especulativas en una visión unitaria del Universo , que a la vez debería poder explicar ,de forma muy utilitaria los movimientos “retrógrados” de algunos planetas, los cuales no calzaban –definitivamente- con las ideas de órbitas circulares perfectas, reflejos de la divinidad creadora.

Para Aristóteles, en un planteamiento científico que hace que muchos le consideren el Fundador de la Ciencia Astronómica , en el centro del Cosmos ordenado y racional (Universo) residía la Tierra estable, rodeada por una capa de agua (los mares), ceñida a su vez por otra de aire (la atmósfera), limitante con un círculo de fuego. En el mundo sublunar, había vida y muerte, generación y corrupción. Los cuerpos celestes, expresaban la inmutabilidad de su naturaleza "etérea" por la permanencia de sus movimientos circulares. Pero aunque los períodos ocasionales de movimiento retrógrado seguido por cinco planetas eran ejemplos arquetípicos de irregularidad, Platón había planteado la posibilidad de demostrar, no obstante, la regularidad de los movimientos planetarios.

En un esfuerzo por ubicar dentro de una concepción racional mesurable los objetos celestiales la ciencia astronómica registra dos importantes adelantos de deducción observacional debidos a dos griegos:

d) Eudoxo de Cnido (c. 408-355 a.C.), quien pergeña una solución, en la que el planeta procedía adelante y hacia atrás trazando una figura en ocho, una hipópeda.

e) Y también Apolonio de Pérgamo, (262-190 a.C.) famoso por su dominio de la geometría de las cónicas, idea varios modelos: en uno, el planeta daba vueltas en torno a la Tierra, pero su centro no estaba en ésta, sino que recorría círculos excéntricos. En otro, el planeta se movía uniformemente en un círculo pequeño, en un epiciclo, cuyo centro se portaba en un círculo mayor, o deferente, centro en la Tierra. De tal manera, si la celeridad del movimiento del planeta por el epiciclo adelantaba la del epiciclo, por el deferente, se producía una retrogradación aparente.

En todas estas representaciones del Cosmos la última esfera siempre es fija y es el “Primer Motor” que hace girar las ocho restantes en el orden decreciente: la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno y las estrellas fijas. Por su parte la Tierra, (en el centro) está inmóvil rodeada de una capa de agua, que a su vez divide el Universo en dos planos: el “sub - lunar” en donde ocurre lo transitorio y lo malo y el “supra - lunar” en donde se encuentra lo inalterable, el no - devenir. Abajo queda lo temporal con cuatro elementos: tierra - aire - agua - fuego, en combinaciones de parejas de “contrarios” como en las teorías elaboradas por los chinos conocidas como “Ying - Yang” Estos cuatro elementos que se desplazan en líneas rectas, se trasforman continuamente uno en otro produciendo así el cambio: el devenir.

Tales elementos limitantes e ilimitados, (auténticos pares naturales), no deben identificarse con formas y materias. Lo ilimitado define un continuo sin fronteras, mientras que los limitadores establecen lindes en su continuum. Para constituir el orden del mundo, estos principios, disímiles, requieren un tercero, la armonía, o el ajuste entre los dos antagónicos y este tercer factor se halla estrechamente ligado a la noción de número. Por lo contrario, en la otra región (la “etérea”) los cuatro elementos no existen porque son reemplazados por el “éter” dotado de un movimiento curvo perfecto: el círculo.

f) Muchos astrónomos historiadores de la ciencia, entre ellos Giorgio Abetti, Frank P. Dickson y Margherithe Hack, coinciden en afirmar que a escasos diez años de la muerte de Aristóteles, como un destello solitario que se extinguió de la misma manera - hecho que se repetirá a lo largo de la historia -sólo una voz se levantaría para señalar la equivocada concepción de Platón y de Aristóteles, cuando el pensador Aristarco de Samos (310 a. C.- 230 a. C) expresa que “el centro de las trayectorias orbitales planetarias es el Sol y no la Tierra “.Su temeraria afirmación le vale ser acusado de impiedad y condenado a muerte, porque era creencia general y artículo de fe que la Tierra fuese el centro del Universo, alrededor de la cual se movían el Sol y los cinco planetas en aquel entonces conocidos. Esta doctrina geocéntrica se afirmaba -generalmente -que tuvo su comienzo en la Escuela de Pitágoras en Crotona y fue sostenida, con algunas variantes, por todos los filósofos de la época, hasta Demócrito (c 460 a.C.) Antes de él, sin embargo, estos historiadores han comprobado por razones científicas y no por causas de tradición histórica, que en efecto , Heráclito de Efeso, de la Escuela Pitagórica, ya había adelantado la hipótesis según la cual dos astros por lo menos: Venus y Mercurio, giraban no alrededor de la Tierra, sino alrededor del Sol.

g) Otro ejemplo relacionado con el avance en la medición astronómica aparece en la obra principal perdida “Megadiacosmos”, de Demócrito ( 460 a. C. - 370 a. C.) discípulo de Leucipo y continuador de su idea “atómica” ,quien al estudiar el movimiento de los astros, pone en ridículo la opinión de Anaxágoras ( descubridor de la causa de los eclipses) pero quien argumentaba que el Sol tenía el tamaño del Peloponeso. Demócrito sostiene con argumentos científicos mediante el uso de las paralajes (tal como se utilizan hoy) que el Sol se encuentra a una inmensa distancia de la Tierra y su volumen es millares de veces mayor al de la Tierra. Al parecer los conocimientos de Demócrito deben ser atribuidos a Leucipo, (fl.c.s.V.a.C.) conocido como padre del “atomismo”, quien es un ser legendario para unos; pero si existió o no sus enseñanzas al ser pasadas a Demócrito se encuentran recogidas en cinco obras, divulgadas por Lucrecio (96 - 55 a.C.), al ser incluidas en su obra magistral “De Natura Rerum”.

También Diógenes Laercio, según relata Teofrasto, recoge las ideas de los “atomistas”, cuya versión, debida al teólogo francés Claude Tresmontant se lee así : “....Dice que el todo es infinito, y que en parte está lleno y en parte vacío. Estas partes (lo pleno y lo vacío) son los elementos, según dice él mismo. De ellos nacen y en ellos se resuelven innumerables mundos. Los mundos se forman de la siguiente manera: un gran número de cuerpos presentando toda clase de figuras, revolotean a consecuencia de su “separación del infinito” en un “vacío inmenso”, y, reunidos conjuntamente, producen un solo torbellino, cuando entran en colisión los unos con los otros, circulando y girando de todos los modos posibles, los que son semejantes se separan de los que no lo son y se unen a sus semejantes. De este modo nació la tierra, de resultas de haber sido llevadas hacia el centro cosas que luego permanecieron allí.

Por su parte el cosmólogo inglés Paul Davies, condensa la cita así: "...de la observación de materiales de la naturaleza es fácil concluir que la materia no es continua sino que consiste en pequeñísimas partículas invisibles dispuestas en el espacio vacío que queda en los intersticios de su estructura”.

Para la escuela atomista, partiendo del caos original, los átomos, en número infinito, en un espacio infinito, se zarandean, tropiezan, se asocian, constituyendo el mundo y todo lo que contiene. La “multiplicidad” de los átomos materiales, igual que el concepto del “ser” de Parménides, es increada, imperecedera y eterna; pero en lugar de partir del Uno, se parte de una multiplicidad infinita. En esto precisamente la filosofía de los atomistas se opone a las ideas de Anaxágoras, y luego a las de Platón y Aristóteles porque piensan que se puede pasar del Caos original al orden del Cosmos sin necesidad de “un principio inteligente organizador” (Dios).

A juicio de Tresmontant , en las ideas que se agitan sobre la materia se encuentra el anticipo de una lucha entre concepciones materialista y concepciones espirituales . Anaxágoras juzgaba necesario reconocer la existencia y la acción de una inteligencia, y , en lo que se puede considerar un anticipo de ordenar el conocimiento como un reflejo del orden dado , coincide con Platón en su cosmogonía cuando pide al Demiurgo, alma del mundo, que ordene el caos original, poniendo su mira en el mundo inteligible de las ideas. Y todo el análisis aristotélico, que conduce a reconocer la existencia de Dios, parte del hecho de que precisamente la multiplicidad material no basta para darse así misma su propia organización e información. El principio de información(Dios) es distinto de la materia informada. El principio de información es el acto, y forzosamente tiene que ser primero. No se puede pasar del caos original al orden del mundo en virtud de las propiedades del caos. Por lo contrario ,en una visión materialista , el atomismo de Leucipo y de Demócrito se caracteriza por rechazar la idea de una información, de un pensamiento organizador inmanente, porque los átomos múltiples, en número infinito, en un espacio infinito, bastan, en un tiempo infinito, para explicar la génesis y la constitución de infinitos mundos.

Para cerrar este Momento debe recordarse que el choque entre concepciones metafísicas que caracterizó los primeros siglos de historia en Occidente tienen su arraigo en las particularidades culturales del pensamiento griego y el pensamiento judaico-cristiano que los primeros influenciaron para helenizarlo. El pensamiento griego afirma que la existencia es comprensible y conquistable. No existe el misterio, este es descifrable y representa el diseño de algún poder superior.

El judaísmo también muestra al hombre como el centro del Universo, pero con una diferencia sustancial respecto al helenismo: tanto el Universo como el hombre tienen que responder ante la Voluntad Suprema de Dios. En el concepto griego, el hombre es Todopoderoso, el orgullo forma parte de su naturaleza. en el judaísmo, la humildad y el recogimiento frente a Dios Todopoderoso son un resultado inevitable de su concepción religiosa, ya que el vasto y complejo Universo -aunque potencialmente comprensible- por ser el resultado de la creación Divina, viene a ser una demostración del poderío infinito de Dios.

Cuando se inician los choques entre concepciones materialistas y espiritualistas que afectarian el pensamiento en Occidente asistimos también a un proceso de repliegue económico y por tanto cultural, de los pueblos asiáticos, lo que les llevó a dejar para su uso personal las ideas y los planteamientos cargados de hondo idealismo y espiritualismo. Así la India, China, Japón, y luego otros países emergentes a su rededor que influenciarían fuertemente, por medio del Hinduismo, Budismo y Confucionismo , guardarán sus ideas originales para su utilización interna , y si acaso trascenderán como meditaciones ,pero luego ,al ser redescubiertas muchos siglos más tarde , vendrán a influenciar la filosofía de la existencia del ser humano en el siglo XX y luego a la física entrando el Tercer Milenio.

4.-COSMOLOGÍA TOLOMEICA.- Estamos en el Cuarto Momento y para mantener vigente la explicación cosmológica según el modelo geocéntrico es preciso recurrir a muchas elucubraciones matemáticas y artilugios mecánicos (hoy día se las homologaría a “ayudas audiovisuales” para la docencia) ya que Calipo (fl.s.III a.C. ) utilizaba un modelo que contenía hasta cincuenta y cuatro esferas concéntricas girando alrededor de la Tierra, en que si bien ya los movimientos en sí no eran circulares se deducían de otros estrictamente circulares, respetando así el axioma primordial conocido también como “dogma cosmológico”.

Pero esta concepción de origen divino chocaba con la observación astronómica visual que se calificaban entonces como “anomalías observacionales ” de lo que se suponía movimientos circulares perfectos. Así sucedía con la Luna y los planetas, por lo que el modelo cosmológico aristotélico dejaba un plano al descubierto ( que por cierto ya se conocía bien desde la época en que, primero Platón y luego Aristóteles ,su discípulo lo enunciara).

a) Dado que los modelos de Aristóteles, Eudoxo de Cnido, Apolonio de Pergamo, Calipo y todas las variantes de sus ideas, estaban en contradicción de las observaciones astronómicas corresponde a Hiparco de Nicea (190? - 120 a.C.), considerado el más grande astrónomo de la Antigüedad inventar varios instrumentos para hacer mediciones que le permitieran medir la distancia entre el Sol y la Luna; calcular el paralaje lunar; elaborar el primer mapa del cielo conocido (cada punto definido según sus propias coordenadas de longitud y latitud celestes) y establecer el efecto de precesión de la equinoccios.

La labor observacional de Hiparco va a permitir a la astronomía - y por ende a la Cosmología- experimentar un profundo cambio cuando sus observaciones y deducciones son recogidas en la obra “La Sintaxis”, del astrónomo, matemático y geógrafo griego Claudio Tolomeo de Alejandría (entre 100 - 200 a.C.) Este importante documento , traducido por los árabes como “La Mayor Obra” o “Almagesto”, convierte a Tolomeo en el primer sintetizador y divulgador de la astronomía, porque fundamentándose en Hiparco, reitera su aceptación del axioma del círculo; pero en vez de imaginar los planetas sujetos a esferas sólidas,los visualiza unidos a ruedas y divulga un sistema cósmico formado por treinta y nueve ruedas ( o epiciclos) para describir cuarenta y ocho constelaciones con lo que logra así - en muy buena medida - dar una solución "aceptable" a lo observable.

b) La obra de Tolomeo es la primera síntesis de astronomía teórica y manual práctico para el cálculo de las efemérides, porque muestra cómo convertir datos observacionales en parámetros numéricos para su modelos planetarios, y con éstos permite construir tablas a partir de las cuales calcular las posiciones del Sol, la Luna , los planetas y los eclipses. Además, calcula la posición de los planetas con respecto a la eclíptica, esto es, la trayectoria del Sol a través del zodíaco. Recurre con tal fin a mecanismos geométricos, para lo cual arranca de un viejo problema, planteado ya por Platón y Aristóteles : explicar las idas y venidas de los planetas y justificar el movimiento retrógrado de algunos de ellos.

Colocada una a la par de la otra, la teoría cosmológica de Aristarco de Samos es más cercana a los conocimientos contemporáneos pero su duración fue brevísima y la teoría de Tolomeo (quien se lleva la gloria que correspondía a Hiparco) - pese a ser un retroceso respecto al planteamiento de Aristarco, prevalecerá hasta la aparición de Copérnico en la época del Renacimiento en Europa. Es preciso reconocer que desde que Einstein formula el principio de la relatividad los entendidos han bajado el tono de la crítica a Tolomeo, pues es relativo si la Tierra gira alrededor del Sol y, por otra parte, este astrónomo tenía - como sucedió en la Antigüedad - al Sol como algo más que un punto de referencia y ese concepto prevalece hasta Newton.

c) Los árabes que invaden Europa y el Asia , con miras a ejercer una dominación basada en la fuerza, muestran, sin embargo, un suavizamiento de sus costumbres cuando entran en contacto con los conocimientos acumulados por los griegos y particularmente deben a Tolomeo el haberse formado intelectualmente en los campos de la matemática y la geometría armonizando la teoría con la observación . Así hicieron una valiosísima contribución , entre ellos, los astrónomos : Alfragno, Albumazar, Albatenius y Azarquiel , cuando el Almagesto penetra en España y su texto se vierte al latín impactando a Europa en ese entonces sumida en el Obscurantismo . De España el conocimiento pasa posteriormente a América al producirse la colonización del Continente. Al último de esos astrónomos Azarquiel se deben las primeras tablas astronómicas publicadas cerca de 1.100 d.C. en la ciudad de Toledo.


5.-ESCOLASTICISMO.- Estamos en el Quinto Momento. Después de Tolomeo vendría en Occidente y se proyectaría al resto del mundo (al menos en el “conocido” en ese entonces por el oficialismo occidental) una época que mezclará en la Cosmología los métodos de la observación y la deducción, pero claramente enmarcadas en una concepción religiosa. Es como si en verdad se hubiese producido del siglo II al siglo IX de Nuestra Era la convicción que de nada servía observar la naturaleza, pues el conocimiento verdadero debía encontrarse en dos fuentes:
a) el escudriñar dentro de uno mismo
b) esta introspección ser reforzada por el conocimiento de los libros sagrados (concretamente la Biblia).

Así, durante la época conocida como Oscurantismo, Edad Media o período anterior al llamado Renacimiento Europeo se produce a una involución del conocimiento cosmológico, para los detractores de la Iglesia ,la época es ignominiosa. Para historiadores cristianos ,por lo contrario: no se da una involución sino una purificación en el pensamiento.

a) Tal es el caso de la cosmogonía debida al romano de Numidia, Aurelio Agustín de Hipona (354-430), conocido como San Agustín, gran conocedor del pensamiento de los griegos ilustres, quien en su obra “Las Confesiones”, llama la atención acerca de que el saber del hombre no esta modelado sobre lo absoluto, sino que éste siempre es relativo respecto al hombre y a los mecanismos de su pensamiento. Así, por ejemplo, un objeto nunca es blanco o negro, sino que “puede ser blanco o negro de acuerdo con ciertas condiciones". Y esto - colige - “es tanto o más cierto, cuando se trata de reflexionar sobre asuntos de mayor trascendencia como son los problemas de la vida, la muerte, Dios y el Universo.”

Según Charon la visión escolástica funciona de esta manera : “San Agustín, quien afirma que el “mundo fue hecho con tiempo”, no “en el tiempo”, introduce un novedoso concepto del tema, rechaza las axiomas y privilegia el conocimiento que se logra en el recogimiento, intuitivamente con lo que denomina lo “informulado” y rechaza - de plano - la esfericidad de la Tierra para buscar consejo y conocimiento en la Biblia, con lo que, deja paso a su imaginación que “busca protección, seguridad y no elucubraciones ni especulaciones que son el nido de inquietudes y desesperanzas”. Imagina, entonces, la tierra plana, con el firmamento rodeado de agua por arriba y por debajo.

Las meditaciones filosóficas de San Agustín vendrán a ser invalidadas por la cosmología contemporánea; y para la época este retroceso en la búsqueda de una Cosmología científica sufre aún más cuando el Monje Cosmas, dos siglos después de San Agustín, asentado de plano en una formulación neo - cosmogónica, tira por la borda el conocimiento cosmológico en su obra titulada: “Contra aquellos que deseando practicar el Cristianismo, creen e imaginan como los paganos, que el Cielo es esférico” en la que asegura que el mundo es rectangular (dos veces más ancho que largo), en su medio se encuentra la Tierra, una isla plana y cerca de ella otra Tierra, (el Paraíso), donde habitaba antes el Hombre". Además expresa que: “el Universo está cerrado por paredes verticales y las estrellas se ocultan a los ojos de los hombres porque los ángeles empujan cada noche una gran montaña colocada en uno de los extremos de la Tierra”.

En la historia de la humanidad se registra la exégesis como la interpretación de textos religiosos. En el caso de la Biblia si bien se dan casos “extremos” de irracionalidad como la interpretación debida al monje Cosmas, también priva el uso de la inteligencia al respecto de los frutos del intelecto y el sentimiento, los dos focos alrededor de los cuales se desarrollan dos facetas o expresiones del judeo - cristianismo. Estas no son categorías antagónicas o mutuamente exclusivas. Al contrario, en numerosas oportunidades ambos factores están presentes simultáneamente.

Lo crucial y determinante es el énfasis que se le atribuye a cada uno de estos ingredientes. En la propia exégesis o interpretación de las Sagradas Escrituras aparecen estas dos tendencias. Algunos se inclinan por una explicación que con mucha exactitud es fiel al escrito original,( es el caso del fundamentalismo) mientras que otros se inclinan por las insinuaciones, indicaciones y sentidos que no son aparentes de inmediato, después de una lectura textual.

De manera similar, encontramos que estas dos tendencias están representadas en el ámbito de la teología y la filosofía y la Iglesia Católica - por medio de Sínodos y Concilios - tiende a que se respete jerárquicamente una sola interpretación, criterio que prevalece en la actualidad; pero no ocurre lo mismo en la tradición judaica en que sobresalen los exégetas.

A criterio del rabino de Caracas, Pynchas Brenner: “...Sus exponentes más célebres fueron, probablemente, Maimónides y Yehudá Haleví, dos eruditos nativos de la España de la Edad Media. Para Maimónides, por ejemplo, la vida eterna, en un más allá, es de una naturaleza enteramente espiritual. La posibilidad de conocer al Creador de una manera más cercana, es la mayor recompensa y felicidad posible para el humano. La comprensión intelectual de algunas manifestaciones de la Divinidad, tomando en cuenta las severas limitaciones humanas, constituyen el ápice de la aspiración del hombre.

En cambio, para Yehudá Haleví, la experiencia existencial de la propia cercanía a la Divinidad es, en sí, suficiente y satisfactoria. Estar en el entorno de Dios produce sensaciones emocionales y espirituales, que no pueden ser igualadas por una apreciación teórica e intelectual.” El resultado de diferentes criterios interpretativos es que el pensamiento de Maimónides se encausará por las vías más formalistas del judaísmo, pero el pensamiento de Haleví irá a engrosar la Cábala y ésta tendrá - en las cosmogonías posteriores - una gran influencia en los movimientos “ocultistas” y “crípticos” que irán a explicar el Universo, el papel del Hombre y el destino con base en misterios sólo accesibles a los “iniciados”, por medio de claves secretas.

6.-ESPLENDOR ÁRABE.- Entre los siglos IX y X nos encontramos en el Sexto Momento: los árabes comienzan a filtrar sus traducciones directas de los escritos griegos - a los que consideraban poseedores de conocimientos absolutos - y sus propias investigaciones sobre éstos, a través de España y de allí al resto de Europa y así se redescubre el pensamiento y las observaciones cosmológicas griegas que se vuelven a enseñar en El Cairo, Bagdad y Córdoba.

a) La Escuela de Traductores de Toledo en la que convivían árabes, judíos y cristianos es sostenida por un apasionado de la astronomía el Rey de España Alfonso X, llamado El Sabio (1221 - 1281), quien por sí mismo fue autor de las “Tablas Estelares”, famoso catálogo que reivindicaba los conocimientos griegos, labor para la cual habría contado con la ayuda de los astrónomos árabes, entre ellos particularmente Azarqui.

b) Así en el siglo XII se traducen las obras de Aristóteles del árabe al latín, al igual que “El Almagesto” de Tolomeo; un tratado que resume la geometría y la matemática desde Tales de Mileto hasta su época conocido como “Los Elementos” de Euclides (c.325 a.C.) y otras obras que se conservaban completas o en fragmentos que se constituyen en textos oficiales europeos, entre ellas un tratado de astronomía hindú , traído al Occidente por Alejandro Magno llamado “Siddharta”, que enseñó una forma de escritura menos engorrosa que el sistema latino o árabe, lo que simplificó las cartas estelares y es el método que se usa actualmente en Occidente (unidades en una columna, decenas en la siguiente, centenas en la otra.)

c) En lo que a la Cosmología se refiere - la Tierra deja de ser considerada plana, vuelve a ser esférica y renace el interés por la observación astronómica, tal como predicaba Aristóteles: “la empiria (experiencia) debe estar por encima del “apeira” (apriorismo) de orden intuitivo en el proceso de construcción de “leyes científicas”.

d) En Bagdad y Damasco se instalan dos observatorios astronómicos y cobra fama el trabajo del astrónomo árabe Al Battani, conocido como Albatenius (fl. S. IV), quien construye varios instrumentos y publica la obra “Opus Astronomicum”.

Al renacer la observación aflora de nuevo la disputa entre planteamientos deductivos y planteamientos inductivos,aspecto que es interesante recalcar porque ha llegado hasta nuestra época.

Al respecto, el Filósofo de la Ciencia y especialista en Lógica, David Mitchell, profesor de la Universidad de Oxford, al referirse a las hipótesis explicativas (que algunos científicos tratan de presentar como si fuesen leyes desde la Antigüedad ) hace un balance entre inducción y deducción y expresa que lo que más ha contribuido a “obscurecer” la diferencia entre el pensamiento deductivo y el inductivo es la “ambigüedad” sistemática del lenguaje inductivo.

En cambio el lenguaje deductivo fue absorbido por el lenguaje de la vida diaria. Por otra parte, al carecer de verbos como “premisa”, “inferir”, “conclusión” que son específicos para las propuestas inductivas, estos verbos se han tomado en préstamo del lenguaje deductivo, lo que causa confusión, ya que junto al uso del verbo - implícitamente - se aclara el concepto de “función” que estos tienen.

Para Mitchell es conveniente dejar claro que el efecto nocivo de esa extensión del uso del vocabulario de la lógica formal ha consistido en llegar a la suposición que hay “dos especies de premisas, dos especies de conclusiones, dos especies de razonamiento: la inductiva y la deductiva; pero que esto no es así, porque lo que hay es dos sentidos de inféresis, de premisas, de conclusión, pero solamente una especie de razonamiento o argumentación: la deductiva.

Y como ejemplo Mitchell señala: “No es difícil ver por qué es equivocada la opinión de que hay argumentaciones inductivas y razonamiento inductivo. La formulación de una teoría no procede paso a paso, sino por relámpagos de intuición (o pseudo- intuición). El razonamiento es cálculo, y cuando hacemos conjeturas no calculamos. La argumentación viene más tarde cuando procuramos establecer que nuestras conjeturas son compatibles con los hechos conocidos, o que son más simples y coherentes que otras con un cuadro teórico general, etc.

Pero eso es ya deductivo....” si la lógica no es el estudio del pensar, sino el estudio formal de las relaciones de necesidad lógica que pueden darse entre aquello que es pensado - hechos y proposiciones - entonces el estudio de la formulación de hipótesis y proposiciones generales, de la inferencia en el sentido inductivo del término, no es, estrictamente, parte de la lógica. Ese pensar no obedece a reglas. La originalidad creadora desplegada por un científico cuando ve fenómenos a una nueva luz no sigue sendas objetivas de razonamiento. No hay pues, un método de descubrimiento que la lógica deba exponer.”

e) A mediados del siglo XIII, el italiano Tomás de Aquino (1225 - 1274) conocido como Santo Tomás es un buen ejemplo de la antítesis de elaboración cosmológica que preconizan San Agustín y el Monje Cosmas, ya que plantea que para llegar al conocimiento del Universo, por medio del conocimiento de Dios, debe recurrirse a la intuición, pero también a la razón, enmarcada en una axiomática científica.

Se da así paso - nuevamente - a los medios que usará la ciencia moderna, pues con base en la razón y trabajando a partir de la observación, el ser humano puede ser capaz - a partir de este momento - de hacer abstracciones para analizar los mecanismos subyacentes en el Universo, en que las cosas no están sometidas a caprichos, sino a leyes o principios de orden universal.

A juicio del francés, Gaston Bachelard, profesor de La Sorbona en filosofía de la ciencia, quien no es partidario de explicar la historia como “procesos de ruptura”, sino de continuidad progresiva, la abstracción es en la ciencia el derrotero normal y fecundo del espíritu científico, por lo que si se reflexiona sobre la evolución del espíritu científico (en este caso la Cosmología), se discierne de inmediato un impulso que va de lo geométrico, más o menos visual, a la completa abstracción.

El criterio de Bachelard es éste: “Desde que se accede a una ley geométrica, se realiza una asombrosa inversión espiritual, suave y viva como una concepción: la curiosidad da lugar a la esperanza de crear... La primera representación geométrica de los fenómenos significa esencialmente poner en orden. Esta primera ordenación abre las perspectivas de una abstracción alerta y conquistadora, que lleva a organizar racionalmente la fenomenología como una teoría del orden puro. Entonces, ni podría decirse que el desorden es un orden desconocido, ni que el orden es una simple concordancia de esquemas con los objetos, como podría ser el caso en el dominio de los datos inmediatos de la conciencia. Cuando se trata de experiencias guiadas o construidas por la razón, el orden es una verdad y el desorden un error. El orden abstracto es pues un orden probado, que no cae bajo las críticas del orden hallado.”

f) La Iglesia Católica tardará en reconocer sus excesos casi hasta entrando el Tercer Milenio y esa actitud tendrá sus consecuencia-como veremos luego- en lo aceptación de un modelo cosmológico evolucionista concreto. Y es que en aquellas épocas, en lo que corresponde a libertad de pensamiento, sin embargo la colisión entre observación y planteamientos teológicos no mezclan . El influjo árabe - al principio - era fundado en el mismo fanatismo con que el cristianismo se extendió en Europa; pero luego los árabes absorben nuevos conocimientos y modifican su comportamiento y aunque el desarrollo europeo se mantiene paralelo al desarrollo musulmán, luego, sobrevienen las guerras religiosas (Las Cruzadas) que en lo que Astronomía y la Cosmología se refiere, permiten ensanchar las miras en Occidente y abren las puertas a la libertad de pensamiento pero bajo la celosa mirada y crueles procedimientos de represión de la Iglesia Cristiana, por una parte y al advenimiento de luchas religiosas y colonialistas, por la otra.



7.-COSMOLOGÍA COPERNICANA.- Estamos en el Sétimo Momento. Si durante la Edad Media la razón queda supeditada a la fe y el saber consistirá en creer, a partir del siglo XIII se asume con más fuerza que se puede construir un planteamiento lógico sobre hipótesis basadas en la observación y no en la lectura e interpretación de textos teológicos, que propician un enfrentamiento severo entre ciencia y religión, con lamentables consecuencias para ambas, pero que surge principalmente desde el campo de la política cuando la Iglesia, además del poder espiritual asume el poder temporal, lo que la obliga a mantener un férreo control y autoridad absoluta y exclusiva del conocimiento.

La historia de la astronomía –y por ende la cosmológica- conceden al polaco Nicolás Copérnico (1473 - 1543) el ser la primera chispa que provoca el nuevo conocimiento científico del pensamiento occidental, gracias tanto a su “intuición” pero también al empuje de su discípulo Rético (o Rheticus) astrónomo tirolés (Su verdadero nombre era Georg Von Lauchen y esta dualidad toponímica se reflejaba en sus pasiones duales) quien insistió en la publicación del libro “De las Revoluciones” que Copérnico tardaría 37 años en escribir; que le es entregado pocas horas antes de su muerte, pero el cual no conoció porque ya deliraba, según refieren algunos historiadores. Otro historiadores ,por lo contrario, prefieren aseverar que Copérnico murió por el disgusto de conocer que en el prólogo de su obra su discípulo le trataba de “ser loco y mantener ideas absurdas”.

Algunas historias recogen el hecho curioso que el alemán Johannes Müller, conocido como el “Regiomontano” colaboró con Copérnico en los planteamientos matemáticos y que su libro “De Triángulos” inspiró al segundo para el desarrollo teórico de su obra. De Regiomontano se suele afirmar también que fue quien suplió a Cristóbal Colón la información para que pudiera llegar a América - y extrapolando este dato hay quienes afirman que hubo - igualmente una relación epistolar entre Colón y Copérnico.

Por lo contrario, otra versión señala que, con la expulsión de los judíos de España, en 1492, el sefardita Abraham Zacuto (1452 - 1515), se asentó en Portugal, siendo nombrado astrónomo real, durante el reinado de Juan II y Manuel I. Antes de partir en el viaje a las Indias, en 1496, Vasco da Gama y su tripulación fueron ampliamente instruidos por Zacuto, incluyendo el uso de los nuevos instrumentos que había desarrollado especialmente para dicho viaje. Cristóbal Colón había utilizado las tablas de astronomía mejoradas por Zacuto. Según la historia, en uno de sus viajes, al ser atacado por los nativos, Colón recordó que Zacuto había predicho un eclipse para ese día, y utilizó esta información para amenazar a los nativos y convencerles de que era capaz de extinguir el Sol y la Luna y privarles de toda luz. En 1497, Portugal expulsó a los judíos. Zacuto emigró a Túnez y posteriormente terminaría su vida en 1513 en Jerusalén .

La contribución judía a la cultura ibérica llegaría así a un final abrupto. Ahora se reconoce que en la España Medieval los conocimientos judíos adquirieron una nueva dimensión: al margen de la constante búsqueda de los ideales humanistas, los pensadores judíos se bifucaron en su labor intelectual y se unieron a la búsqueda científica hacia un entendimiento racional de la naturaleza, que fue la vía iniciada por los griegos. De su incursión en este campo darán amplia y fecunda cuenta la astronomía y la cosmología modernas, a la cual los judíos siguen dando fecunda ayuda.

En su único libro de astronomía: "De las Revoluciones" , Copérnico (quien nunca hizo observaciones astronómicas) postula que la Tierra no ocupa el centro del mundo, que no es más que un simple planeta que debe girar como los otros cinco alrededor del Sol, como ya decía Aristarco de Samos en el año 275 de Nuestra Era; pero su Cosmología, si bien vuelve a reiterar el dogma platónico y aristotélico del movimiento circular y uniforme perfectos, defiende un nuevo concepto: la tesis de que la Tierra gira sobre su propio eje, creando así la alternancia noche - día, pero que “no es perfecta” - como admite - por las oscilaciones de la rotación sobre su eje.

En una obra previa "Comentarios", de corte más metafísico, Copérnico había criticado el geocentrismo y dibujado una configuración heliocéntrica muy distinta. En esa obra enumera siete supuestos, de los que resalta el tercero, en que afirma : "... y todas las esferas giran en torno al Sol como si este se hallara en el centro de todas ellas" y el séptimo: "...lo que parecen ser movimientos directos y retrógrados no procede de los planetas, sino de la tierra". Ambas premisas forman la base de la nueva cosmología y se constituyen en los principales razonamientos en que se va a fundamentar el heliocentrismo de nuestro Sistema.

Aunque antes de Copérnico los griegos sabían que la Tierra no era el centro del Universo no lo habían podido demostrar, lo que si hace el polaco con un modelo simple y superior a todos los precedentes con base en tres postulados:
a) En su primer postulado en la obra "De las Revoluciones" intenta - aunque sin éxito - probar que el Universo es esférico .
b) En el segundo también da pruebas muy convincentes sobre la esfericidad de la Tierra.
c) En el tercer postulado afirma que el movimiento de los astros es circular y uniforme y esto debe ser así porque, según sus propias palabras: “de otra manera el intelecto retrocedería con horror sintiéndose indigno de sostener semejante afirmación de los cuerpos que están constituidos en el orden más perfecto”.

Dos momentos de la vida de Copérnico muestran su tozudez, pero a la vez su ambigüedad. Así en el Prefacio del libro citado, escribe al Papa Paulo III: “He podido pensar, Santo Padre, que algunas personas, al saber que en este libro...yo atribuyo determinados movimientos a la tierra, clamarán que por tener tales opiniones tendría que ser inmediatamente expulsado de la escena entre pitidos... Me he preguntado, pues, durante mucho tiempo si debía publicar estas reflexiones escritas para demostrar el movimiento de la tierra, o si valdría más seguir el ejemplo de los pitagóricos y de otros que sólo quisieron hacer partícipes de sus misterios filosóficos a amigos e íntimos, y no por escrito, sino verbalmente... Al considerar este tema, el temor al desprecio que atraería sobre mí mi nueva y (aparentemente) absurda opinión, no ha conseguido convencerme de que abandone mi proyecto.” .

Al respecto de estas aseveraciones refiere Charón que la falta de libertad de Copérnico frente al pensamiento de los antiguos lo ata cuando dice: “Conviene seguir estrictamente los métodos de los antiguos y atenernos a sus observaciones que nos han sido transmitidas como un testamento. Y para aquel que piense que no son enteramente dignas de fe a este respecto, las puertas de nuestra ciencia están cerradas para él.”

A partir de estos puntos su propuesta contiene elementos de cosmología científica de base estrictamente observacional: un catálogo de estrellas; el valor de la oblicuidad de la eclíptica; la precisión de los equinoccios; la teoría de la Luna y su distancia respecto a la Tierra y la distancia del Sol a la Tierra, que asume es 1500 veces el radio terrestre. Aunque se suele atribuir a Copérnico haber afirmado que el sistema planetario es concéntrico con el Sol esto no es así ya que su planteamiento se basa en que, conociendo que la Tierra no está siempre a la misma distancia del Sol, hizo que su órbita pasara entre los otros planetas en una revolución anual alrededor del Sol.

Apunta Abetti que Copérnico llegó a aseverar que las “esferas se movían” por haberlo estudiado directamente. Dice Copérnico en la cita: “...y encontré, primero en Cicerón que Micetas creyó que la Tierra se movía, y luego en Plutarco, quien señala que fueron de la misma opinión que Heráclites de Ponto y Ecfanto el Pitagórico.


El aporte de Copérnico, sobrepasa, con mucho , las consideraciones relativas a las ciencias físicas. En Copérnico asoma un concepto de armonía inmanente del Universo que le lleva a afirmar que la Astronomía es una disciplina más divina que humana y recordando a Aristóteles piensa que el Universo tiene un fundamento geométrico, que al ser estudiado, permite al ser humano ensanchar progresivamente los confines del cielo que observa.

Si se le considera como el autor de una auténtica revolución científica, no es solamente porque cambia radicalmente los puntos de vista dominantes en la astronomía, sino porque revoluciona además todo el pensar de su época, influenciando gradualmente a campos cada vez más vastos del conocimiento y de la reflexión filosófica en general, Porque si la Tierra no era el centro del Universo, sino un simple planeta entre otros de los que giraban en torno al centro del sistema se quebraban bruscamente muchas de las ideas más firmes que habían sido sostenidas por toda la humanidad. No solo se ponía en tela de juicio la supuesta verdad revelada de la Biblia -y de otros textos sagrados- lo cual no dejó de preocupar seriamente a los teólogos y a las autoridades cristianas, sino que se cuestionaba el mismo papel del hombre, como entidad privilegiada en el cosmos.

A juicio del historiador de la ciencia, el norteamericano Thomas Kuhn, en la obra de Copérnico, un principio de relativismo se incorpora, además, al pensamiento occidental. El movimiento del Sol queda reducido a un desplazamiento aparente, al cambiar el punto de referencia del sistema, y nuestra aparente inmovilidad queda trocada en una traslación y en una rotación continuas. La percepción se revela engañosa, y solo el análisis paciente de múltiples observaciones permite descubrir la verdad, reinterpretando bajo una nueva perspectiva -en principio sorprendente- los datos familiares de la experiencia. Esto se logra sin que medie ningún tipo de experimentación vedada en materia astronómica. Se logra gracias al solo concurso del razonamiento libre, aunque apoyado cuidadosamente, sin duda, sobre numerosos datos.

La revolución Copernicana no solo produce, pues, una revisión de la teoría astronómica aceptada como cierta, sino que lleva, de paso, al replanteo de una infinidad de problemas científicos y filosóficos y teológicos que auguran. La investigación post-copernicana será, por ello, más audaz en sus hipótesis pero más recelosa de la experiencia inmediata, de las apariencias que pueden ser falaces; menos proclive a dejarse llevar irreflexivamente por las impresiones, analítica y cauta.

Un saludable sentido de crítica, de duda sistemática y escepticismo racional frente al pensamiento heredado comenzarán a imponerse, especialmente entre los investigadores más lúcidos, en el marco de una cierta relativización de conceptos anteriormente absolutizados lo que -según Kuhn-, dará origen a un nuevo "paradigma científico". Y a los planteamientos de Copérnico debe agregarse que esa época es de gran impacto en Europa dado que el año 1456 marca la fecha de invención de la Imprenta por Guttemberg y con ella el nacimiento de la facilidad para diseminar el conocimiento, hasta ahora reducto de minorías con poder.

8.-COSMOLOGÍA KEPLERIANA.- Nos encontramos en el Octavo Momento: el alemán Johannes Keppler (1571 - 1630) también se siente atraído por el planteamiento copernicano y decide agregarle su propia intuición geométrica, dado que considera que ésta es un instrumento esencial para describir la arquitectura del Universo edificado sobre figuras simétricas (círculos, cuadrados, rectángulos, triángulos, hexágonos) a las que atribuye poderes especiales mágicos, lo que describe en su primera obra “El Misterio Cósmico” , es una curiosa mezcla de astronomía y astrología, pero a la vez el pilar que termina con la Cosmología antigua e inicia la Cosmología moderna.

Lo mismo que Ptolomeo y Copérnico, Keppler creerá firmemente en la armonía del Universo. Desde que había comenzado una carrera en la Universidad de Tübingen, donde tuvo por maestro a un copernicano. Esa familiaridad con el heliocentrismo le lleva a plantearse tres cuestiones:
a) ¿Por qué distan unos planetas de otros exactamente ciertas distancias?;
b) ¿Por qué se mueven los planetas con la regularidad que muestran?;
c) ¿Por qué hay solo seis planetas? A la hora de ilustrar las grandes conjunciones de Júpiter y Saturno, traza una serie de cuasi-triángulos cuyas líneas comienzan a formar un círculo interior, del tamaño de la mitad de un círculo elíptico externo. La interesante proporción entre los círculos despierta la atención de Keppler lo mismo que las proporciones entre las órbitas de Saturno y Júpiter.

Para Keppler, Dios, el “Gran Arquitecto del Universo” ha edificado el Universo con base en el diseño de cinco sólidos perfectos que se integran uno dentro del otro, ocupando el Sol el centro de todas las figuras, ya que a partir de aquí se pueden construir seis esferas aprisionadas dentro de este edificio imaginario; a su vez, en estas seis esferas se inscriben las órbitas de los seis planetas.

Pero Keppler sabe que esta construcción geométrica es falaz y así lo reconoce veinticuatro años después en la primera parte de la reedición de su obra y luego, en la segunda parte, de golpe, sin transición, iniciando el estudio y descripción de la relación de las distancias de los planetas al Sol y la velocidad a la que se desplazan en sus órbitas. Así admite entonces la existencia de una fuerza que supone emana del Sol, la que permite a los planetas moverse a veces más lento (cuando el planeta está alejado del Sol) y explica que esta fuerza debe disminuir de manera inversamente proporcional al cuadrado de la distancia.

Diez años más tarde, en su obra “Nova Astronomía” gracias a las observaciones del holandés Tycho - Brahe (1546 - 1601) considerado el primer astrónomo observacional de esa época, da a conocer la Primera y Segunda Leyes de la Mecánica Celeste derribando así dos dogmas: el de la circularidad de las órbitas planetarias y el del movimiento uniforme de éstos al desplazarse.

a) La primera ley establece que los planetas giran alrededor del Sol en elipsis y el Sol ocupa uno de sus focos.
b) La segunda ley señala que todas las elipsis descritas, de acuerdo con la ley de las superficies, obliga a que el vector que une el centro del Sol con el centro de la Tierra debe barrer áreas proporcionales al tiempo necesario para hacer su recorrido.
c) La tercera ley publicada en 1609 en la obra: “Armonía del Mundo”, (que es una especie de teoría del conocimiento) pero que entremezcla deducciones matemáticas con temas "astrológicos", explica que “el cuadrado de las duraciones de las revoluciones siderales de los planetas alrededor del Sol son proporcionales a los cubos de los semi - ejes mayores de sus órbitas.”

Debe resaltarse que para sus contemporáneos, sin embargo, estas tres leyes merecen escasa consideración, dado que prefieren embelesarse en los planteamientos de las figuras geométricas, porque las leyes obligan a pensar en aparentes imperfecciones; y la propuesta geométrica se consideraba más cercana al concepto de inalterabilidad e inmutabilidad del Cosmos; y por ello también, más cercana a los designios de Dios.

Para algunos historiadores la labor de Keppler fue de menor importancia a la desplegada por Tycho Brahe; sin embargo, dadas las características de las relaciones científicas entre ambos, Brahe descuella en Astronomía y sus conocimientos permiten a Keppler hacerlo en la elaboración de teorías cosmológicas que no se ciñen exclusivamente al Sistema Solar porque , según Abetti : “Keppler tenía ya alguna idea del “espacio vacío fuera del Universo”, lo que sugiere su declaración de que la esfera de las estrellas impide que se escape el calor del Sol”. Pero es justamente esa interrelación entre observación y teoría, y viceversa , la que hoy día sigue enriqueciendo la Cosmología porque las teorías se apoyan en el trabajo observacional, y éste se favorece de los planteamientos teóricos.

9.-COSMOLOGÍA GALILEICA.- En el Noveno Momento el italiano Galileo Galilei inicia la publicación de la primera obra de difusión dirigida a la comunidad científica: “El Mensajero Astral” (1610) en el que incluye informes y datos debidos a la observación astronómica que vienen a contradecir - de hecho - muchas de las ideas en boga en la época. En la publicación sobre las fases de Venus se denotaba que la diferente iluminación del planeta proveniente del Sol, alrededor del cual rotaba provocada las fases de este planeta, con lo cual el sistema de Tolomeo quedaba descartado y Galileo adopta el sistema de Copérnico.

Para 1632, desoyendo el consejo de su amigo el Papa Urbano VIII publica - valiéndose de un subterfugio - la obra “Los Diálogos”, mediante el cual confirma no por deducción teórica, sino por observación, que la Tierra gira alrededor del Sol, con lo cual contradice la enseñanza de la Iglesia sobre las Sagradas Escrituras y es obligado ante la Santa Inquisición a abjurar públicamente de tal afirmación.

Si bien es cierto que con la invención de la imprenta casi doscientos años antes se ponía - en teoría - al alcance de casi todas las personas, el conocimiento, también lo es, el hecho de que éste estaba reservado a las minorías y bajo la férula de los sectores eclesiásticos dominantes; pero Galileo comienza un proceso de difusión de ideas, de tal naturaleza ,que la Iglesia Católica al reivindicarle parcialmente de la condenación que se le impuso en 1633, reconoce el 31 de octubre de 1992, después de un proceso de revisión que duraría 259 años, explícitamente, tanto su valor como científico cuanto su valía como divulgador científico.




La forma en que Galileo divulga sus ideas (por medio de diálogos entre personajes ficticios) vulgariza la tesis del movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol, de manera que ya no solo el cúmulo de eruditos, sino sectores menos informados van a tener acceso a sus ideas, escritas de manera sencilla - a veces mordaz, otras cómica - lo que hace que el juicio en su contra no solo traiga un efecto negativo para la Iglesia, sino admiración hacia Galileo y hacia sus ideas.

Ya para su muerte a finales de la primera mitad del siglo XVII lo único que impide la aceptación formal del sistema copernicano es su abierta contradicción con las Sagradas Escrituras ( o más propiamente con la interpretación que de la Biblia se hacía por los escolásticos). Esta concepción dualista había comenzado a ser derivada teóricamente por Keppler y por la observación debidas a Tycho Brahe y a Galileo. Aunque ciertamente Galileo es el primero en usar con fines astronómicos un telescopio refractor, en agosto de 1609, no lo inventa - como se suele suponer- pues su invención es debida a Hans Lipperhey o bien por Jacob Metius o a Sacharias Jensen, todos ópticos de origen holandés, entre 1604 y 1608, pero quienes le dieron un uso exclusivamente terrestre.

Para estas fechas, Keppler había caído en el olvido, Brahe apoyaba las tesis aristotélicas de las órbitas circulares y Galileo había “abjurado” de sus planteamientos y de alguna manera el vacío debe llenarse ,por lo que es en la Europa septentrional en donde - a partir de ahora - se va a comenzar a elaborar la Cosmología, como sí la abjuración de Galileo marcase una frontera mental y una frontera geográfica ,lo que en buena parte se debe a razones eclesiástico-políticas y a los “climas” de poca o mucha censura prevalentes en distintas regiones europeas.

En su libro “Structure of Scientific Revolution” Kuhn dice que: los planteamientos revolucionarios que son dados a conocer por los científicos, no obstante que sean correctos, suelen ser poco aceptados al principio y que lo usual es que suelen ser ignorados por la ciencia oficializada y sus progenitores enviados al ostracismo, como ocurrió con Copérnico y Galileo en la astronomía o William Harvey en medicina. Esta aseveración bien puede referirse también a los astrónomos Nicolas de Cusa, a Giordano Bruno y a Thomas Digges.

Dentro de la relativa libertad científica de estas épocas que permite lanzar ideas de avanzada, refiere el historiador escocés, Frank P. Dickson que el obispo Nicolas de Cusa en su libro “De Docta Ignorancia” plantea: “...el Universo no puede ser un ente material limitado por una impenetrable esfera exterior de forma perfecta que tuviera un radio definido y un centro fijo. No es infinito y sin embargo no puede ser concebido como finito, ya que no hay límites dentro de los cuales se encuentre”. Y concluye Dickson que “..en términos cosmológicos modernos este planteamiento equivale al Principio Cosmológico que se atribuye a Edward A. Milne.” Asimismo - agrega Dickson - el obispo Cusa “también planteó un símil del Principio de la Relatividad muy similar al pensamiento de Einstein.”

Respecto a Thomas Diggle (fl. 1600), matemático inglés que trabaja como Nicolás de Cusa antes de la invención del telescopio, éste da una ardua batalla en contra del criterio de que las estrellas están fijadas a esferas (o artificios) para ubicarlas en su verdadera dimensión cósmica. La obra de Digges es editada más de seis veces entre 1576 y 1605, y ayuda en mucho a la labor posterior de Tycho Brahe y Keppler, aunque a diferencia de Giordano Bruno que se fundamenta en la metafísica, Digges trata de seguir los planteamientos empíricos de Copérnico.

Para las mismas épocas, el filósofo y ocultista Giordano Bruno (1548 - 1600) cuyos planteamientos físicos anticipan futuros conocimientos en su obra “Del Infinito Universo e Dei Mondi”, plantea que “...el Universo no está contenido en sí mismo - como había manifestado Aristóteles - sino que el Universo debe estar contenido en el espacio infinito, de lo que partió luego para especular que como el espacio es ilimitado, la región que ocupa (la Tierra) no es la única donde puede haber materia. Donde exista espacio para ella, allí habrá materia y por lo tanto: “puede haber y hay un número infinito de sistemas materiales como el nuestro” y de estos sistemas solo podemos ver unos cuantos, representados por las estrellas que no son luces pegadas a una esfera finita sino soles dispersos por todo el espacio infinito”.

Se ha afirmado que Galileo, primero habría abjurado de su tesis geocentrista retractándose ante la Santa Inquisición, y que luego habría formulado un comentario final en voz baja): “E pour si muove” (¡Y sin embargo se mueve!), con lo cual, según la leyenda sobre la que hay fundadas dudas, la abjuración habría sido descalificada por el mismo Galileo.


A juicio del profesor de Historia de la Universidad de Roma, Paolo Simonelli, quien reconstruye los juicios a Galileo y Bruno, por sus posiciones anti aristotélicas, afirma que el primero no fue rehabilitado por la Iglesia porque nunca abjuró de su tesis. ; aunque en libros se recoge la abjuración pública . Por ejemplo una es publicada por astrónomo francés Camille Flammarion; la otra por el científico británico Bertrand Russell. Pero ambas son diferentes y cabe preguntarse : ¿cuál es la verdadera si en realidad alguna lo fue? .Ese es asunto celosamente guardado en los archivos del Vaticano.

Señala Simonelli: “Casi una centuria antes de Galileo, Copérnico había sostenido lo mismo, pero el astuto monje polaco se cuidó entonces de parecer antiaristotélico, se sirvió de la teología y redujo sus hallazgos astronómicos a la dimensión de hipótesis, aunque los que sabían leerlo, entendieron. Lo que verdaderamente estaba en entredicho - pues la teoría heliocéntrica había sido ya establecida en la antigüedad por Aristarco de Samos - era la concepción integral aristotélica y tomista del Universo. Su habilidad lo salvó de la hoguera o de la abjuración y así pudo morir plácidamente a los 70 años. En vida se cuidó de no publicar su obra principal por temor a la Inquisición que “progresaba” desde los siglos XI y XII. Al año de su muerte se dio a luz la obra financiada y publicada por los protestantes holandeses, merced a la diligencia de un amigo, e inmediatamente fue prohibida por herética".

En cambio, el monje dominico Giordano Bruno (1548 - 1600), quien fue mucho más allá que el polaco, sembró sus cenizas en el “Campo dei fiori” antes del juicio de Galileo. Bruno abrió el Universo a la investigación científica; sostuvo que las estrellas son otros tantos soles capaces de tener sistemas planetarios; alegó que la Tierra no es el centro del Universo y le adjudicó movimiento; proclamó que el Sol tiene movimientos de rotación ( a lo que no se atrevió Copérnico); fundamentó la tesis del Universo infinito, refutando el criterio de la Iglesia; creyó en la existencia del átomo y consideró posible descubrirlo; defendió la teoría de la transmutación de unos cuerpos en otros; rechazó la perfecta circularidad del movimiento de los astros, superando a Copérnico; creyó en la pluralidad de los mundos y en una infinidad de “Tierras” iguales a la nuestra; y luchó durante toda su vida contra la escolástica aristotélica, que - a su parecer - impedía el florecimiento del espíritu humano".

Como enseñanzas de estos enfrentamientos que cambiaría la historia del quehacer y la divulgación científicas, el conflicto entre Galileo y la Inquisición no es meramente el conflicto entre el libre pensamiento y el fanatismo, o entre la ciencia y la religión; es además un conflicto entre el espíritu de inducción y el espíritu de deducción.

Agrega Simonelli: "Los que creen en la deducción como método para llegar al conocimiento se ven obligados a tomar sus premisas de alguna parte, generalmente de un libro sagrado. La deducción procedente de libros inspirados es el método de llegar a la verdad comúnmente empleado por los juristas, cristianos, mahometanos y marxistas y las consecuencias son por supuesto diferentes. Puesto que la deducción, como medio de alcanzar el conocimiento, fracasa cuando existe duda sobre las premisas, los que creen en la deducción tienen que ser enemigos de los que discuten la autoridad de los libros sagrados. Galileo discutió a Aristóteles y a las Escrituras, y con ello destruyó todo el edificio del conocimiento medieval".

Y respecto a la guerra de Giordano Bruno, Simonelli expresa: "El sentimiento cristiano del hombre acerca de sí mismo siempre fue unido con un humilde anonadamiento ante Dios, pero en Bruno ocupa el lugar de este sentimiento, todavía contrapesado por la humildad, el autodominio del individuo renacentista, que se sabe a sí mismo, en su autonomía y fuerza creadora, “un alter deus”. (

Del análisis de Simonelli se deduce que la razón por la cual la Iglesia persiguió a Bruno no fue por haber lanzado al hombre desde la protección divina hacia la perdición del espacio infinito, sino porque lo deificó; tampoco por haber establecido el antropocentrismo, sino por haber intentado superarlo. Y aunque las repercusiones para Galileo y Bruno no fueron nada confortables, sería a la larga la Iglesia Católica y de paso la religión cristiana (y por arrastre el teismo) los que tendrían repercusiones más negativas que aún perduran.

10.-COSMOLOGÍA CARTESIANA.- En el Décimo Momento, es realmente curioso el impacto en la ciencia astronómica y por extrapolación a todo quehacer científico del pensamiento debido al filósofo Descartes; de quien su coterráneo el teólogo Claude Tresmontant escribe: “Cuando aparecen en Grecia los primeros grandes filósofos, es decir, hacia el año 500, la floración de escritores, historiadores, profetas y sabios hebreos toca a su fin. Si estudiamos la biblioteca, formada poco a poco en este pueblo hebreo, podremos certificar la presencia de un pensamiento completamente original, comparado con el pensamiento que se desarrollaba en la India desde el siglo X y en Grecia en el siglo VI antes de nuestra era. El pensamiento hebreo tiene una estructura y una naturaleza propia. Se caracteriza por unas tendencias constitutivas que hacen de él una especie de pensamiento aparte... La originalidad de este pensamiento se ha tomado en poca consideración en nuestro mundo occidental dominado por la cultura griega y latina.”

En efecto, es difícil comprender el desarrollo del pensamiento occidental a partir del siglo I de nuestra era, si no se tiene en cuenta que desde ese momento, está tejido por dos hilos según expone la polémica tesis de Tresmontant: “Hay dos corrientes radicalmente heterogéneas en su punto de partida, que se mezclan, se contradicen y se oponen provocando remolinos y confusiones: la corriente hebrea y la corriente griega. Tampoco conviene olvidar (y esto es muy importante) la corriente del pensamiento indio, pues hoy estamos casi seguros de que este pensamiento oriental conocido en Alejandría y en Roma en el siglo III de nuestra era penetró en Occidente por mediación del filósofo neoplatónico Plotino (203 - 269) y del apologista cristiano Orígenes (185 - 254). Esta última corriente es la que impacta precisamente, la labor de Descartes en la formulación de su cosmogonía.”

El francés Renee Descartes (1596 - 1650), inventor de los principios de la Geometría Analítica, escribe la obra “El Mundo” que trata de como dirigir el estudio del Universo en su totalidad, pero enterado de la decisión de la Santa Inquisición respecto del libro “Diálogos” de Galileo decide suspender su publicación, la cual aparece treinta años después de su deceso. La verdad es que la irrupción de un "filósofo puro" en la Cosmología no es un suceso nuevo, pero esta “zaga” de Descartes se da en circunstancias históricas sui - géneris: Europa está desangrada por la Guerra de los Treinta Años; la Iglesia Católica Romana descarga su energía en la lucha en contra de distintas expresiones de herejía que cubren desde el protestamiento y el jansenismo, hasta las teorías de Copérnico. Los astrónomos, sin embargo se han despreocupado de los problemas que imperan en la Tierra y están absortos frente al tremendo panorama que abre la utilización del telescopio, que se convierte en el arma principal de su labor.

El escritor científico Colin Wilson plantea la encrucijada histórica recurriendo a pasos:
a) Los egipcios se equivocaron al pensar que la Tierra era el centro del cosmos; pero su creencia surgió de su percepción de que había un vínculo entre el mundo, el globo terráqueo y los planetas.
b) Los griegos rechazaron la “teoría copernicana” de Aristarco no sólo porque los aterró, sino también porque intentaron aferrarse a idéntica percepción intuitiva.
c) La raza humana necesitaba tiempo, y dispuso de mucho al llegar la Edad Oscura.
d) A despecho de la contrarreforma, la Iglesia hizo gala de considerable sentido común al ajustarse a las nuevas teorías científicas. Incluso los historiadores más anticlericales no se oponen a reconocer que, sin Galileo, la Iglesia hubiera aceptado a Copérnico a fines del siglo XVII.
e) El momento de un compromiso pacífico había pasado tras el proceso de Galileo. La Iglesia tuvo que aceptar el papel de enemiga de la ciencia y lo representó - en zoología, geología y biología - durante los doscientos cincuenta años siguientes.
f) La consecuencia de todo ello es que a ruptura dividió a los seres humanos inteligentes en dos bandos: los religiosos, que continuaron creyendo que, en lo básico, el hombre era aún el centro del Universo; y los científicos, que declararon que era insecto habitante en un planeta de segundo rango, perteneciente a un sistema solar de tercera categoría, en una galaxia de cuarto orden.


Ahora bien, frente a ese panorama puede afirmarse paradójicamente que, pese a su enfoque filosófico predominante, la primera teoría cosmológica digna de consideración científica es la de Descartes. Según pensaba : “...la materia salió homogénea del acto creador, habiendo recibido cierta cantidad de movimiento, tan invariable como eterno, y formándose un inmenso número de vórtices de partículas de diferentes tamaños y configuraciones. Por rozamiento entre las partículas se produjo diversidad en la materia originaria, saliendo, de su parte más grosera e inerte, los planetas, y de las más fluida y sutil, el Sol y las demás estrellas, y de manera análoga pero con algunas diferencias significativas los demás astros, en tanto que una substancia finísima - la más ligera de todas - , de vibraciones rapidísimas, se extendió por todo el Universo”.

El método cartesiano aplicado a la Cosmología se fundamenta en cuatro conceptos:
a) La axiomática ( la prevalencia de la razón sobre los sentidos) para lo cual se basa en teoremas que consisten en hacer extrapolación de lo observable hasta lo no observable;
b) el Universo que puede ser descrito antes de toda experiencia sobre los fundamentos sólidos y firmes de las matemáticas (por deducción lógica);
c) Hay una sustancia única que compone al mundo (la llamada “extensión”) y sus fenómenos pueden ser descritos enteramente mediante figuras y movimientos;
d) El principio de la conservación de características fundamentales en el curso de transformaciones de la materia o de velocidades y de otras magnitudes de descripción utilizadas en la física y en la matemática.

Sin embargo, por problemas semánticos y porque no se le consideraba astrónomo, los planteamientos cartesianos carecen de significación en su época y no serán revisados sino a raíz de los postulados de Einstein sobre el “espacio - tiempo” comenzando el siglo XX. En las cosmogonías atomistas griegas, era el azar el encargado de poner en orden el caos original de la materia y de explicar la organización. En Descartes son las “leyes de la naturaleza”, establecidas por “Dios”, las que desempeñan ese papel ordenador. Y como dirán más tarde ciertos filósofos ingleses, si se suprime a “Dios” y nos quedamos con las “leyes de la naturaleza”, el resultado será el mismo.

Descartes plantea con claridad que si Dios no creara más que ese caos de materia, y no interviniera personalmente en ordenarlo, las “leyes de la naturaleza” bastarían para explicar la organización y la constitución de todos los seres del mundo y afirma:
a) Agreguemos a lo dicho que esta materia puede ser dividida en su totalidad en partes y en toda clase de figuras que queramos imaginar, y que cada una de estas partes es capaz de recibir en sí todos los movimientos que podamos concebir.
b) Y supongamos, además que Dios dividiera realmente la materia en varias partes, unas más grandes, otras más pequeñas, unas con una figura, otras con otra, conforme siempre al deseo de nuestra libre imaginación.
c) No es que Dios las separe la una de la otra, de suerte que se dé el vacío entre ellas; pensemos, más bien, que toda distinción consiste en la diversidad de movimientos que les imprime, haciendo que, desde el primer instante en que son creadas, unas partes comiencen a moverse en un sentido, otras, en otro; unas más aprisa, otras más despacio (o si se lo prefiere, sin movimiento) y así continúen, conforme a su movimiento, siguiendo las leyes ordinarias de la naturaleza.
d) Porque Dios ha establecido unas leyes tan maravillosas que, aun cuando, por mera suposición, no creara más que lo que hemos dicho, y no pusiera orden ni proporción en todo ese caos tan confuso y embrollado como pudieran describirlo los poetas, esas mismas se desenredan y se dispusieran en tan buen orden y concierto que constituyen la forma de un mundo perfectísimo en el que pudiera verse, no solamente la luz, sino también todas las demás cosas, lo mismo generales que particulares que pueden verse actualmente en este mundo real.

Es preciso observar que las “leyes de la naturaleza” a las que acude Descartes para explicar la constitución del mundo y de todos los seres que contiene, se desprenden, de hecho, mediante el análisis científico de la realidad objetiva. El científico es quien desentraña esas leyes naturales; pero no son ellas un principio de explicación, sino que deben ser explicadas.

Siguiendo el pensamiento cartesiano si se hace de las “leyes de la naturaleza” un principio de explicación, si se pretende explicar con ellas la organización de las realidades de la naturaleza, es que se considera esas leyes como preexistentes, como organizadoras, o sea, prácticamente como el “nous” de Anaxágoras.

En ese caso, hay que preguntarse a quién pertenece esta “inteligencia” organizadora que logra hacer pasar el mundo de la materia caótica al orden. Descartes responde a esta cuestión diciendo que esas “leyes de la naturaleza” han sido establecidas por Dios.

Aunque Descartes no halló la ”mathesis universal”, vio en parte cumplido su ambicioso proyecto de abordar la tríada del saber de su tiempo: el mundo inerte, el mundo orgánico y el alma. Distinguió entre la mente, percibida como algo indudable, y el cuerpo, sujeto a los principios de la mecánica, la teoría física, fundada en la idea de que bastan la materia -divisible, no existe el vacío- y las leyes del movimiento para explicar el Universo.

En consecuencia:
a) la primera ley se refiere a la conservación del movimiento,
b) la segunda a la conservación de la "fuerza del movimiento"
c) la tercera a la “información” sobre la dirección del movimiento ,en que -cualquiera que se la trayectoria del cuerpo, su tendencia, o acción -es siempre rectilínea.

A la par de Descartes un franciscano francés, Henry du Mersenne, sirve de punto de unión entre distintos pensadores, al punto que de allí arranca la formación de la primera academia científica asentada en París, así como el embrión de una de carácter universal, bajo el patrocinio papal que debía ocuparse de asuntos cosmológicos, filosóficos, metafísicos y teológicos. La influencia de Mersenne -en mucho explica la afirmacion “si pienso ergo existo” -de Descartes, la aceptación de las teorías de Galileo en la Europa católica y la proyección de una corriente que iría de manera muy original a unir inquietudes filosóficas, hallazgos científicos y postulados cristianos ,que irán a bañar el pensamiento que busca unir fe y ciencia.


A Descartes la ciencia occidental debe en mucho la manera de razonar, así como la división dualista en torno al conocimiento de lo existente. Y con posterioridad la cosmología va a unir ese racionalismo cartesiano con la concepción mecanicista del Universo tomada de los planteamientos de Newton . Y aunque en la cosmología Einstein y Heisemberg van a romper el dualismo mecanicista, a principios del siglo XX , para introducir los conceptos de relativismo e incertidumbre, la verdad es que en todas las ramas del saber, el racionalismo cartesiano seguirá gobernando el pensamiento humano occidental, hasta que en la segunda mitad del siglo XX se comenzarán a alzar muchas voces en contra de él.

11.-COSMOLOGÍA NEWTONIANA.- Estamos en el Décimo Primer Momento: así como al francés Reneé Descartes se le conoce como filósofo y se le niega valor como físico, el inglés Isaac Newton (1643 - 1727), era ambas cosas también, pero a la inversa: poco le conceden méritos en filosofía y sólo le acreditarán su valor en el mundo de la física y más concretamente en los campos de la mecánica y la gravitación; aunque cabe señalar no obstante que Newton conjugó el conocimiento astronómico con la afición a la astrología,como ya había hecho Kepler.

Un siglo después de la muerte de Copérnico sus continuadores ya habían desarrollado convenientemente sus ideas, aportando nuevas observaciones que las confirmaban, y dándoles un afinamiento teórico que las hacía mucho más precisas y congruentes con la observación.

Keppler había logrado demostrar que la distancia y el tiempo de recorrido orbital de cada planeta podían vincularse orgánicamente por medio de ecuaciones cuadráticas sencillas. Galileo (utilizando la Torre Inclinada de Pisa) había experimentado y razonado profundamente sobre el problema de la caída de los cuerpos, encontrando que todos gravitaban hacia la Tierra con una misma aceleración constante; había dado forma también, aunque con algunas imperfecciones, al llamado Principio de Inercia.
Faltaba, sin embargo, realizar una obra teórica que ligara de un modo preciso los conocimientos empíricos sobre el Sistema Solar a los principios generales que parecían regir al mundo físico, para encontrar una unidad entre los fenómenos que ocurrían en nuestro entorno directo con los que acontecían más allá de la Tierra. Le correspondió a Isaac Newton, un hombre de prodigiosa inteligencia, el logro de vincular coherentemente todos estos problemas, haciendo intervenir su concepto de gravedad (a la que se ha asociado - sin fundamento real - que formuló el principio al observar la caída de una manzana).

La gravedad (propiamente la atracción gravitatoria) es un fenómeno difícil de tratar si se toma en cuenta que en esa época no se conocía el concepto de “masa”, pese a lo cual Newton en un acto de intuición formula la Ley de la Gravitación Universal (debe resaltarse que tuvo que inventar el Cálculo Infinitesimal para hacer sus formulaciones), con lo cual el concepto de la ley aplicable a lo observable se extrapola a las remotidades del Universo no conocido o apenas predecible. Tres son las leyes que nos ha legado Newton:

a) La primera ley del movimiento formula modernamente el Principio de Inercia, ( propiedad fundamental de la materia en razón de la cual los cuerpos oponen resistencia a los cambios de su estado de reposo o de movimiento lineal uniforme) y establece que todo cuerpo permanece en su estado de reposo o movimiento uniforme a menos que obre sobre él una fuerza externa que modifique su estado. Se trata de una proposición simple y comprensible, que sirve como una indicación elemental de que, tras todo cambio en el estado de un cuerpo, debemos suponer la existencia de fueras responsables de tal cambio.
b) La segunda ley dice que el cambio del movimiento de un cuerpo es directamente proporcional al valor de la fuerza que actúa sobre él, efectuándose según la línea recta en dirección de la cual se imprime el movimiento. Se expresa matemáticamente mediante la ecuación: [ F = m.a ], donde (F) es la fuerza aplicada,(m) la masa del cuerpo y (a) la aceleración que este requiere cuando sobre él actúa (F).
c) De allí se comprende enseguida la necesidad de una tercera ley: esta dice que a cada acción se opone siempre una reacción contraria e igual, dirigida en sentido contrario.
d) Sobre estos tres pilares, fundamentos generales de una física del movimiento, Newton fue capaz de elaborar otra ley, que describe el comportamiento de los astros. Aplicándolas a las leyes de su movimiento, deducidas anteriormente por Kepler, Newton pudo establecer que los cuerpos se atraían con una fuerza directamente proporcional a sus masas respectivas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separara. Encontró, haciendo los cálculos correspondientes, que a tal ley se ajustaba el comportamiento de todos los objetos conocidos del Sistema Solar, infiriendo de ello que era completamente general, no sujeta a restricción alguna. De allí su nombre de Ley de Gravitación Universal.

Entre otros, los filósofos Leibniz y Kant discreparían luego del pensamiento newtoniano,y los debates sobre los conceptos de fuerza e inercia se irán a convertir en elemento definidor de la física del siglo XVIII.
Leibniz se va a proponer refutar el marco conceptual de los Principios y crear su propia ciencia: la dinámica;
Kant se va esforzar por justificar la inteligibilidad de las leyes newtonianas de la física con otra estrategia: la reconstrucción de sus fundamentos metafísicos.

La vasta obra de Newton, que también incursiona con éxito en muchos otros campos de la física y de las matemáticas, no tiene idéntico sentido revolucionario que la de Copérnico. No hay en ella la proposición de un cambio radical de paradigma, lo que suele llamarse un "giro copernicano", sino una voluntad de teorización general capaz de llevar a la comprensión, por medio de pocos principios o leyes universales, de todo el variado espectáculo de hechos que se ofrecen a la observación.

Los hallazgos de Newton son el fruto de un esfuerzo de abstracción, en el recto sentido del término, que opera sobre el camino abierto por las generalizaciones anteriores. Una visión armónica y global de la naturaleza se nos propone, constituyéndose en un hito decisivo para el pensamiento de la humanidad que, por primera vez, puede comprender de un modo sistemático la estructura del cosmos, partir de unos pocos conceptos elementales vinculados de un modo racional.

Aceptadas las leyes newtonianas, que proporcionaban un sólido referente para la observación, esta tenía que dirigirse ahora más allá del entorno reconocido hasta entonces, trasponiendo las fronteras de nuestro familiar sistema. Tal labor requería, sin duda, de más adecuados instrumentos que los conocidos por la época, pues implicaba una enorme multiplicación de la distancia. Para Newton no hay fundamento lógico para creer que la ley de Gravitación haya sido diferente, en el pasado o será afectada en lo futuro para lo cual señala que las leyes descubiertas por Keppler son consecuencia directa de otra general; la ley de la Gravitación Universal y marca así el final de un largo período de progreso lento (con no pocos estancamientos y aún retrocesos) para conocer el Universo y abre, a su vez, un largo lapso para el ordenamiento y la significación de éste.

Su contribución introduce un cambio de método y espíritu y las reglas de la lógica deben ceder paso a los datos positivos observables, medibles y, mejor aún: también predecibles por la extrapolación.

12.- DISCREPANCIAS COGNITIVAS.- Estamos en el Decimo Segundo Momento , que es crucial para el conocimiento cosmologico . Mientras Newton formula sus planteamientos en la mecánica celeste y la atracción gravitatoria, otros, como él, se ocupan de estos aspectos desde diferentes perspectivas.

a) El astrónomo inglés Thomas Whright consideraba el Universo conocido entre 1730 y 1750 como un globo poblado de estrellas y al describir la Vía Láctea dice que ésta aparece “como una banda que atraviesa el cielo, puesto que las estrellas se mueven todas por la misma vía, sin desviarse del mismo plano, de igual forma que los planetas, en su movimiento heliocéntrico lo hacen alrededor del Sol” . Y por ello, cuando miramos fuera del delgado disco, hacia un lado, vemos solamente unas pocas estrellas cercanas y ninguna banda de luz, integrada por estrellas distantes; pero si miramos a lo largo del disco - hacia el centro - alrededor del cual giran todas las estrellas, vemos la profusión que en conjunto forman la banda que llamamos Vía Láctea. Whrigth también describe el Universo fuera de nuestro grupo local de galaxia (conocida también como Galaxia local) y en un arrebato de inspiración manifiesta que de la misma forma que la Creación visible se supone que está llena de sistemas siderales. Así la infinita Inmensidad es un “plenun ilimitado de creaciones idénticas al Universo conocido”.

b) Por las mismas épocas el filósofo alemán Inmanuel Kant (1724 - 1804), quien también se ocupa de la Cosmología, se fundamenta en una aproximación estrictamente teórica al leer los planteamientos de Whrigth aparecidos en su obra “An Original Theory” (1750), y publica cinco años después su libro “Teoría de los Cielos” en la cual afirma con un conocimiento especulativo-intuitivo, que vivimos en una parte del Universo típica y corriente y que si vemos otras partes desde otros ángulos, estas parecerán similares. Así vivimos en una galaxia ordinaria y lo que los astrónomos observan como débiles manchas de luz, son “Universos - islas” o galaxias ordinarias como la nuestra y “si alguien viviera en uno de los planetas alrededor de estrellas de otra galaxia vería la nuestra, como una luz tenue.”

c) Al igual que Newton sentencia que la cosmogonía de Descartes ya no se ajustaba a los requerimientos matemáticos, el segundo paso importante en materia cosmogónica lo da Georges Louis Leclerc Buffon (1707 - 1788). Este naturalista francés acude a la hipótesis de la colisión del Sol con un cometa gigantesco, a causa de la cual ambos astros habrían arrojado grandes fragmentos en el espacio, y los otros se enfriaron girando alrededor del Sol, constituyendo los planetas y satélites, a la vez que otros desarrollos cosmogónicos tenían lugar.

d) También Kant, inspirándose en la exposición cosmológica de Thomas Whright, expone una teoría acerca del origen del Mundo, según la cual, las substancias que constituyen el Sol y los planetas llenaban por completo el espacio donde los astros se mueven. Preexistía, pues, una materia unificadora que habría de producir a la larga "la armonía del sistema". En el centro de la masa caótica polvorienta existía una ligera preponderancia de densidad, de modo que hacia allí se dirigió la aglomeración de las partículas. Alrededor de nuevos centros de atracción, se repitió en menor escala el mismo proceso, originándose el Sol y los planetas que giran en torno a él. En forma análoga se formaron los satélites y otros cuerpos celestes, constituyéndose diversos sistemas astrales. Esta teoría - a juicio del astrónomo Frank Dickson resultó, en verdad profética y es un anticipo de las ideas astrofísicas modernas.

e) Posteriormente el matemático francés Pierre Simón de Laplace (1749 - 1827) da a conocer en el año 1796 la hipótesis de la nebulosa originaria en su tratado “Exposición del Sistema del Mundo”. Esta idea - que luego desarrolla más en “Mecánica Celeste” - por mucho tiempo es considerada la palabra definitiva en la materia. Se trata, sin embargo, de una teoría semejante a la de Kant, particularmente en el proceso que éste señala con relación a Saturno y su sistema: en los orígenes, el Sol era una nebulosa, con un núcleo más o menos brillante, que vino a ser la estrella, al entrar en condensación. Muy difuso en su primera etapa, este Sol primitivo se contrajo por sucesivos enfriamientos de la masa. Toda vez que el movimiento angular era constante, la velocidad de rotación aumentó con el decrecimiento del tamaño, causando la aceleración del giro el aumento de la fuerza centrífuga. Esta, prevaleciendo sobre la pesantez, hizo desprender un anillo de la masa solar, girando éste entonces alrededor del Sol. Pero el anillo no tenía igual densidad en todas sus partes. Por lo tanto, se fraccionó en grandes fragmentos, que continuaron girando en derredor del Sol. Pero siendo uno de estos fragmentos mayor que los otros, atrajo a los menores, formándose un solo globo o planeta. A medida que progresaba la contracción del Sol, siguieron desprendiéndose anillos y, por lo tanto, formándose nuevos planetas. Luego, de las atmósferas de los planetas recién formados se desprendieron a su vez nuevos anillos dando origen a Saturno. En cuanto a los cometas, para Laplace son intrusos que vagan de sistema en sistema

f) Pero la gran autoridad de que disfrutara el esquema cosmogónico de Laplace se debilita a principios del siglo XX, y ni los argumentos a su favor del astrónomo, filósofo y matemático francés Henry Poincaré -no obstante su reconocida autoridad- bastarán para sostenerlo.Las especulaciones teóricas de Whrigth y de Kant se plantean en las mismas fechas en que Newton formula sus deducciones y otro inglés, el astrónomo observacional William Herschell (1738 - 1822), quien se ganaba la vida como músico, logra demostrar en 1785, mediante la observación con su telescopio, que efectivamente varias de las galaxias se pueden “resolver” en estrellas, tarea que le permite formular una hipótesis científica, seria, que describe por primera vez el Universo como un "proceso cambiante" y no un cosmos estático, al imaginar que las estrellas dispersas se reúnen en racimos bajo la atracción gravitatoria.

g) Para esta fechas, contrastan los descubrimientos astronómicos con la teoría de la visión del filósofo inglés George Berkeley, quien el siglo XVIII, en su obra " Essay Towards a New Theory of Vision" (1709), niega la validez de la teoría de la visión geométrica, que fuera defendida por el naturalista italiano Leonardo Da Vinci (siglo XVI). Berkerley hace uso de abstracciones matemáticas para fundar la realidad objetiva de las cualidades primarias de los cuerpos y demuestra desde el punto de vista filosófico la imposibilidad de percibir con la vista la distancia (sinónimo de exterioridad y profundidad), el tamaño y la posición de los cuerpos. Prepara así el terreno para la metafísica del inmaterialismo, que expondrá desembarazándose de entrada de una grave dificultad de su sistema: la visibilidad de las cosas a distancia. Para Berkerly las líneas y los ángulos, que "encajonan" los objetos visibles y llevan las formas al ojo, no son por sí mismos visibles. Lo exterior es puro fenómeno. Ni la vista, ni el tacto pueden ponerse en contacto con los cuerpos exteriores. En consecuencia: no solo las cualidades visibles, sino también las propiedades tangibles de las cosas son ideas: los propios cuerpos son ideas.

En efecto, Berkeley ,el ojo no extiende su poder más allá de los fenómenos. Lo que suceda allende el acto de la visión, haciendo posible la percepción, es asunto de la fisiología y la metafísica y no del conocimiento en sí. Sería un error vulgar -observa -identificar los objetos propios e inmediatos de la vista con las imágenes retinianas y delimita los campos: "Explicar de qué modo la mente o el alma ve es una cosa, y concierne a la filosofía. Considerar partículas que se mueven a lo largo de determinadas líneas, rayos de luz refractados o reflejados, que se entrecruzan y forman ángulos, es una cosa enteramente distinta, y concierne a la geometría. Dar cuenta del sentido de la vista a través del mecanismo del ojo es una tercera cosa, y concierne a la anatomía y a los experimentos. Estas dos últimas investigaciones tienen una utilidad práctica...La primera consiste en que nos permite comprender la verdadera naturaleza de la visión, entendida como facultad del alma".

En la teoría de la percepción de Berkeley convergen la filosofía natural y la gnoseología, (en la que desempeña un papel destacado el sentido común, auténtico freno que le impide negar la existencia de la realidad externa); y la niega, pero le quita virtualidad sustantiva, de modo que la supuesta visibilidad del tamaño es una ilusión, la conclusión de un juicio en el uso del lenguaje y en la falta de reflexión, dado que vemos la distancia y la magnitud de los objetos del mismo modo que vemos la vergüenza y la cólera en el rostro del hombre.

Tanto los nuevos conceptos de Berkeley como las detalladas descripciones de Da Vinci para sostener la teoría contraria, son una forma de expresar los viejos enfrentamientos entre los realistas y los idealistas (lo que se remonta a las primeras ideas griegas sobre el conocimiento y la naturaleza) y habrían de seguir ejerciendo fuerte influencia en los conceptos elaborados por los estructuralistas y los conductistas, refinándose una y otra vez las hipótesis y las teorías, pero sin resultados convincentes, aunque en el intermedio la ciencia tiene claridad acerca de que el estudio de la percepción pertenece al ámbito de lo cognitivo y no es una propiedad de la naturaleza y que para entenderlo se requiere del concurso de la fisiología, de la física y de la neurofisiología.

Y es que el núcleo del método científico es la continua interacción de teoría y observación. Ambas son esenciales: sin observación que la verifique, la teoría puede degenerar en especulación, en tanto que nada puede hacerse por mera observación. El conocimiento no aparece a partir de una colección de observaciones sin teoría que les de forma y significado pues no se sabría siquiera qué observaciones hacer.

h) Según refiere Henry B. Veatch, Profesor de Ética de la Universidad de Indiana sobre este asunto, William Herschel (1738 - 1822) al escribir “Sobre la Construcción del los Cielos” en este particular expone: “No habiendo dejado de observar los cielos con mi último instrumento construido - desde entonces muy mejorado - puedo hoy ofrecer más confirmación a varias partes que antes estaban débilmente apoyadas, y también ofrecer unas cuantas indicaciones, aún más extendidas, tal como se me presentan en la actualidad. Pero antes permítaseme decir que, si tuviésemos esperanzas de hacer algún progreso en una investigación de naturaleza tan delicada, deberíamos evitar dos extremos opuestos, de los cuales me es difícil decir cuál es más peligroso.

Para Herschel: Si cedemos a una imaginación fantástica y nos construimos mundos propios, no deberemos alarmarnos si nos apartamos mucho del camino de la verdad y la naturaleza; éstos se desvanecerán como los vórtices cartesianos que pronto cedieron al presentarse mejores teorías. En cambio, si añadimos observación a la observación, sin tratar de sacar no sólo conclusiones ciertas, sino también opiniones conjeturales, pecaremos contra el fin mismo para el que deben hacerse las observaciones.

Esta es una clara advertencia, de los peligros de la especulación desbocada y de la observación carente de espíritu crítico, ambos problemas relacionados contemporáneamente con la llamada "ética profesional", que si bien se formula en una época determinada, cuando el conocimiento astronómico está en una encrucijada de ideas entrecruzadas y carente de una guía, siempre es válida en cualquier circunstancia.

i) En 1838 Friedich Wilhem Bessel (1784-1846), astrónomo alemán había logrado determinar la paralaje de la estrella 61 de la Constelación del Cisne (esto es la diferencia existente entre las aparentes posiciones de un objeto astral en la bóveda celeste) y con ello la astronomía comenzó a ganar más precisión en la determinación de "aberraciones visuales" que resultaron a veces problemas de refracción; pero en otros casos (como el de las estrellas Sirio y Proción), descubrió que teman movimientos ondulatorios propios, no atribuibles a diferencias en la paralaje, sino a hipotéticos "compañeros invisibles".

En su obra "Investigaciones Astronómicas", Bessel recopilaría la posición y paralaje de cerca de cuarenta y cinco mil estrellas y demostraría el movimiento propio de muchas de ellas, utilizando el heliómetro de su invención. (Esto habría permitido deducir que el Universo no era realmente estático, como Herchel y otros también lo habrían previsto). Sin embargo, para la cosmología aún persistiría la idea de la eterna inmovilidad.

Al final del siglo XIX , la creencia común es que las aparentes nebulosas difusas son nubes de gas incandescente y todo giraba alrededor de la Vía Láctea; esto es que la dimensión del Universo conocido, analizado y escrutado con telescopios no permitían deducir nada más allá de la Vía Láctea. En otras palabras, la Vía Láctea es considerada el Universo que entonces sería estático, discoidal y aplanado como Kant había imaginado y todo lo que se pensara fuera de la Vía Láctea era especulación filosófica o exceso de imaginación y es en ese contexto en que la intuición de Whrigth no cala -como tampoco en su tiempo- la de Aristarco de Samos respecto al movimiento planetario.

Un serio problema a la aproximación epistemológica del Universo lo constituye el hecho que las teorías cosmológicas difieren de las de otras ramas de la ciencia porque en ellas es posible un enfoque comparativo. Es factible una verificación adicional de las teorías, mediante la comparación con las teorías de fenómenos similares o análogos. Si bien el físico óptico alemán, Christian Huygens (1629 - 1695), por ejemplo, en su desarrollo de la teoría de la onda longitudinal de la luz puede establecer comparaciones con la teoría del sonido; sin embargo la singularidad misma del Universo impide al cosmólogo valerse del método comparativo: sencillamente, no hay base para la comparación y deberá esperarse hasta la década de los ochenta del siglo veinte para utilizar computadoras poderosas que permiten procesos de simulación como método de comparación indirecta.

Como la comparación capacita a los científicos a distinguir los casos que son particulares, y a llegar, así, a unas conclusiones más generales, mediante un proceso de extrapolación este ha cobrado gran importancia y para muchos científicos es, prácticamente, artículo de fe. Como los cosmólogos no pueden valerse de semejante método, ha sido necesario que adopten ciertos principios muy generales, que han llegado a ser virtualmente axiomáticos.

El más destacado de éstos es el denominado “Principio Cosmológico”, según el cual a gran escala, el Universo presenta el mismo aspecto por todas partes de lo que se deriva que, aparte de los fenómenos “puramente locales”, un observador situado en una parte del Universo verá algo muy similar a los observadores de las otras porciones del cosmos.

Los cosmólogos consideran el “principio” como un utilísimo regulador de teorías, sin el cual surgiría una interminable variedad de hipótesis irrefutables que explicarían, ad hoc, las observaciones de la escena local, de acuerdo con las propiedades especiales de todas partes.

Por ejemplo, Newton, en su modelo de Universo plantea que éste posee seis elementos constitutivos:
a) Todas las estrellas son similares al Sol en tamaño y en brillantez intrínseca;
b) Las distintas magnitudes aparentes de las estrellas son consecuencia de sus diferentes distancias a la Tierra de acuerdo con la ley del cuadrado inverso para la propagación de la luz; c) El Universo es homogéneo e isotrópico (Principio Cosmológico que ha ido modificándose según las observaciones avanzan, pero que se mantiene para efectos de cálculos teóricos);
d) A gran escala el Universo es estático;
e) El Universo es infinito en extensión; f) El espacio es euclidiano: tres dimensiones.

El concepto de Universo estático newtoniano va a ser roto totalmente por Einstein en 1905 y junto a esta revolucionaria modificación el pensamiento humano no será ya el mismo a tal punto que el filósofo Gaston Bachelard, advierte claramente que aunque no es partidario de hacer cortes en el proceso de avance científico sí, por razones de claridad, se le obligara a poner groseras etiquetas históricas en las diferentes etapas del pensamiento científico, distinguiría tres:
“El primer período, que representa el estado precientífico, comprendería a la vez la antigüedad clásica y los tiempos de renacimiento y de nuevos esfuerzos, con los siglos XVI, XVII y aún el XVIII.
El segundo período, que representa el estado científico, en preparación a fines del siglo XVIII, se extendería hasta todo el siglo XIX y comienzos del XX.
En tercer lugar, fijaríamos exactamente la era del nuevo espíritu científico en 1905, en el momento en que la Relatividad einsteniana deforma conceptos primordiales que se creían fijados para siempre. A partir de esta fecha, la razón multiplica sus objeciones, disocia y reconfigura las nociones fundamentales y ensaya las abstracciones más audaces. En veinticinco años, como signos de una asombrosa madurez espiritual, aparecen tales pensamientos, que uno sólo de ellos bastaría para dar lustre a un siglo. Son la mecánica cuántica, la mecánica ondulatoria de Louis de Broglie, la física de las matrices de Heisemberg, la mecánica de Dirac, las mecánicas abstractas y, sin duda, muy pronto las físicas abstractas que ordenarán todas las posibilidades de la experiencia.”

j) Pero ciertamente desde 1826 - en el propio campo astronómico - el astrónomo alemán H.W.M. Olbers, Director del Observatorio de Bremen hace una crítica al modelo newtoniano, tildándolo de “equivocado”. Se trata de la crítica que se ha hecho famosa como la “Paradoja de Olbers”, sobre la que comenta Frank P. Dickson: “El planteamiento del astrónomo alemán se publica en 1826; pero antes de él, J.P.L. de Cheseaux, astrónomo suizo dijo lo mismo en 1744. La esencia de la paradoja es esta: el cielo es oscuro de noche, cuando la lógica indica que éste debiera verse brillante por la luz de las estrellas. Tanto Cheseaux como Olbers - en su época - resolvieron el enigma de la misma manera (imaginan una sustancia que - como un telón - disminuye la luz proveniente de las estrellas) e incluso Olbers le agregó una solución teológica.

Hoy día la paradoja se resuelve mediante el conocimiento del impacto luminoso disímil que produce el hecho que las principales unidades estructurales (galaxias), difieren en tamaño y en brillantez y por lo tanto en la cantidad de luz aportada a la totalidad del cielo invisible.” Es curioso que Newton no pudo extrapolar de sus propias deducciones sobre la gravitación universal que había un movimiento de expansión que la contrarrestaba. Habría que esperar hasta el primer cuarto de siglo de la época actual para hacer esta deducción y desde entonces la Cosmología variaría su rumbo en un nuevo “giro copernicano”, como se verá más adelante.

13.- HITOS ANTICIPATORIOS Y COMPLEMENTARIOS.- En la revisión brevísima de hitos que marcan importantes momentos en que la Cosmología se enriquece con un aporte nuevo o con una reaparición de una idea olvidada debida a un contexto más favorable que la acepta y que salta al escenario del conocimiento cuando se la requiere, se ha seguido una secuencia histórica comúnmente aceptada en Occidente. En efecto, los nombres de los pensadores que fueron sembrando hitos para el desenvolvimiento de la ciencia cosmológica, son los más conocidos y reconocidos universalmente.

Sin embargo, en todas la épocas hay personas aisladas que han tenido intuiciones o quienes han podido hacer observaciones y de ellas extrapolar teorías; pero careciendo de respaldo científico oficial van perdiendo la oportunidad de ocupar sitiales de honor y aún el recibir el reconocimiento contemporáneo de que iluminan, con su intelecto, el camino de la búsqueda de la verdad.

Una construcción histórica justa de la evolución del pensamiento cosmológico no debe dejarles en la oscuridad del anonimato y dado que no hay obras especializadas que sean dedicadas expresamente a rescatar del olvido estos aportes, las referencias deben ser rastreadas en las menciones provenientes de autores modernos de reconocida seriedad que aún no cubren a todos, porque el proceso de rescate y clarificación históricas tomará mucho tiempo aún, y porque sobre esta materia los historiadores de la ciencia no se ponen de acuerdo.

Manifiesta el norteamericano Irving M. Copi, filósofo especialista en lógica que :
a) algunos historiadores de la ciencia suelen prescindir de una hipótesis en la ciencia de la historia, porque “...creen que el estudio de la historia revela la existencia de un único propósito o esquema cósmico, sea religioso o naturalista, que explica todo el curso de la historia registrada.
b) Otros niegan la existencia de tal designio cósmico, pero afirman que el estudio de la historia revela ciertas leyes históricas que explican la sucesión real de acontecimientos pasados y que pueden usarse para la predicción del futuro. En cualquiera de estos puntos de vista, los historiadores buscan explicaciones a las que se adecuen los acontecimientos conocidos del pasado y, al mismo tiempo, que sean confirmadas por éstos. Por tanto, en ambas concepciones, la historia es una ciencia teórica y no puramente descriptiva, y debe admitirse en ellas que el papel de la hipótesis es de fundamental importancia para el historiador.
c) Hay un tercer grupo de historiadores que se proponen lo que en apariencia es un fin más modesto, Según ellos la tarea del historiador consiste simplemente en hacer una crónica del pasado, en hacer una desnuda descripción de los acontecimientos pasados en su orden cronológico. Aparentemente, desde este punto de vista, el historiador “científico” no necesitaría hipótesis para nada, ya que su objeto son los hechos mismos y no teorías acerca de ellos.

Es evidente que la evolución de la Cosmología en Occidente presenta “momentos o fracturas” en que se producen unos planteamientos que se constituye en hitos que recoge la historia. Sin embargo, nada suele provenir de “chispazos aislados” sino que - aún estos - están enraizados en conocimientos coetáneos, en que el científico tiene la capacidad intuitiva o deductiva para inferir una nueva faceta que se constituye en hito, gracias a su sagacidad. En una historia de la ciencia - que no es la pretensión de esta obra - es posible seguir el “hilo de Ariadna” que va uniendo idea - descubrimiento - idea en una sucesión diacrónica integrada, pero siempre habrá mucho subjetivismo para concatenar ideas, como lo plantea Copi.

Para una historia de la Cosmología, que no es tampoco la finalidad de esta obra, no basta la referencia a los "momentos" ya señalados como una forma artificial de ordenar el capítulo. Es preciso unir aspectos que se suelen plantear, como si fuesen aislados o desconectados entre sí.

Se trata de cinco sucesiones diacrónicas complementarias: la evolución de la física, la de la química, la de la electricidad, la evolución de las matemáticas y la geometría, todos campos complementarios y soportes instrumentales para la astronomía y por lo tanto para la Cosmología. Y, a partir de la revolución de la tecnología aplicada en la segunda mitad del siglo en curso al conocimiento del Universo se debe agregar, el nacimiento y desarrollo de facilidades ópticas primero y ahora de dos disciplinas nuevas: la astronáutica y la informática.

Es preciso que al cerrar este último momento del primer capítulo, se señale con el astrónomo español Juan Vernet que el trasfondo astrológico fue el origen de una serie de ideas, no siempre acertadas, que influyeron decisivamente en el avance de la astronomía en el período que hemos recorrido. Tal, por ejemplo: la ampliación de los límites del Universo.

Este último no había cesado de crecer desde los balbuceos de la historia así, por ejemplo :
a) El mito babilónico de Etana, lo sitúa a 6.000 km;
b) Homero lo amplía a 130.000;
c) Tolomeo y los autores árabes y hebreos medievales - excepción hecha del enorme Universo del hebreo Levi Ben Garson de Banyuls - lo situaron en unos 120.000.000 de km.
d) Copérnico alejó la esfera de las estrellas fijas de la órbita de Saturno y negó que aquella tuviera movimiento diurno, puesto que de existir este, su radio, como consecuencia de la fuerza centrífuga tendría que aumentar de modo continuo. Por tanto, se limitó a afirmar que esa distancia debía ser muy grande desde el momento en que las estrellas, a pesar del movimiento anual de la tierra, no presentan paralaje.
e) Un paso más adelante se da al aparecer la nova de 1572 que fue observada por el astrónomo español Jerónimo Muñoz. Este creyó encontrar la causa astrológica que había motivado su formación de acuerdo con las reglas dadas por Albumasar y, por el método de las paralajes, la situó más allá de la esfera del Sol, lo que equivalía a admitir, en contra de los postulados aristotélicos, que en el mundo celeste existía también la degeneración y la corrupción.
f) En el mismo sentido se manifestó Tycho Brahe, quien estableció que los cometas aparecidos en 1572 y 1577 se encontraban más allá de la órbita de Venus y aportó, una cita referida a Albumasar que dice: “Los filósofos aseguran - y Aristóteles también - que los cometas están en la esfera del fuego y que nunca se forman en los cielos, pues estos no son susceptibles de alteración. Pero están equivocados. Yo he visto con mis propios ojos un cometa que estaba más allá de Venus. (Y sé que estaba más allá de Venus porque su color no resultó afectado, Muchos me han dicho que han visto cometas más allá de Júpiter e, incluso de Saturno).
Keppler abordó el problema desde un punto de vista nuevo (en cierto modo, recuerda la paradoja de Olbers) es decir, que si el número de estrellas fuera infinito y, por consiguiente, también el Universo, la luminosidad del cielo nocturno debería ser tan grande o más que la del Sol. Aplicando los valores conocidos puede situarse el límite del Universo kepleriano en unos 720.000.000.000 de km.
g) Galileo, parte del principio de que si una estrella de sexta magnitud tiene el mismo diámetro absoluto que el Sol, y uno aparente de 10”, habría que admitir que su paralaje sería alrededor de 1,36”, o sea que se encontraría a unos 15.654.000.000 de kilómetros de la Tierra.

La cita de Vernet sirve para reforzar la idea que, al finalizar el siglo XIX, la ciencia pase a ser considerada - cada vez más - como el único conocimiento posible y como lo que da al hombre, con su desciframiento y dominio respecto a la naturaleza, el sentido de su existencia. La creencia en el progreso indefinido de la humanidad, fundada en el crecimiento continuo de los conocimientos científicos, se ha convertido en un dogma indiscutido.

Pero, a juicio del filósofo francés Roger Garaudy, esta extrapolación de la ciencia pasará a convertirse en un cientifismo que mutila aspectos esenciales del significado de la vida , basándose en un cierto número de “postulados ocultos”, entre los que expresamente destaca tres:
a) Que siendo toda verdad científica la copia exacta y definitiva de una realidad de la naturaleza, las verdades fundamentales de la ciencia no pueden ser sometidas a revisión. El progreso del conocimiento debe realizarse por acumulación continua.
b) Que toda realidad, natural o humana, es susceptible de ser explorada por un mismo método, cuyo modelo ideal y único lo proporciona la física matemática.
c) Que, en consecuencia, todos los problemas, incluidos los problemas morales, políticos y sociales, pueden ser resueltos por ese método. Esta concepción cientifista, que había sido esbozada por Auguste Compte, implicaba la eliminación de la filosofía.

Pero si con el triunfo de la ciencia -y sobre todo de la visión cientifista que se apoyaba en la explicación física para todo- se apagaría la filosofía, esta -a su vez- junto a la ciencia, habían terminado en la cultura occidental con los mitos. No existen pueblos, por primitivos que sean, que carezcan de religión o magia. Tampoco existe, ha de añadirse de inmediato, ninguna raza de salvajes que desconozca ya la actitud científica, ya la ciencia, a pesar de que tal falta les ha sido frecuentemente atribuida.

En toda comunidad primitiva, estudiada por observadores competentes y dignos de confianza, han sido encontrados dos campos claramente distinguibles, el Sagrado y el Profano; dicho de otro modo, el dominio de la Magia y la Religión, y el dominio de la ciencia.

Por un lado, hallamos los actos y observancias tradicionales, considerados sacros por los aborígenes y llevados a efecto con reverencia y temor, encerrados además por prohibiciones y reglas de conducta especiales. Tales actos y observancias se asocian siempre con creencias en fuerzas sobrenaturales, primordialmente las de la magia, o con ideas sobre seres, espíritus, fantasmas, antepasados muertos, o dioses. Por otro lado, un momento de reflexión basta para mostrarnos que no hay arte ni oficio por primitivo que sea, ni forma organizada de caza, pesca, cultivo o depredación que haya podido inventarse o mantenerse sin la cuidadosa observación de los procesos naturales y sin una firma creencia en su regularidad, sin el poder de razonar y sin la confianza en el poder de la razón; esto es, sin los rudimentos de lo que es ciencia. La desacralización de los mitos primero y su desaparición posterior, como forma de conocimiento, tendrá repercusión en la época contemporánea; porque al unirse a la desacralización de lo religioso y a la ausencia de lo divino; el ser humano perderá el sentido de la existencia.

Pero la desacralización de los conceptos de creación que la humanidad guardó por varios siglos como si fuesen verdades incontrovertibles y bajo conceptos prácticamente absolutos ,venían modificándose paso a paso y van a eclosionar como cambios espectaculares al inicio del siglo XX .

A esa labor ayudarán en mucho la introducción de las geometrías no euclidianas, debidas a los trabajos que se indican:
a) del húngaro Hans Bolyai (1802 - 1860),
b) del ruso Nicolai I. Lobachewsky (1793 - 1856),
c) del alemán Alexander Riemann (1826 - 1866),
Todas esas nuevas formulaciones teóricas ponían en tela de juicio una concepción del espacio que, de Euclides a Descartes y de Newton a Kant, se había tenido por eterna. La utilización práctica de estas geometrías en la astronomía y más concretamente en el comportamiento de cuerpos masivos sometidos a grandes presiones, vendría a servir para demostrar, que, más allá de la experiencia cotidiana, la realidad del Universo es más compleja y más rica de lo que se suponía.

La física, a su vez, comienza a ser será subvertida por dos grandes revoluciones:
a) la revolución del concepto de relatividad, que va a nacer de una contradicción entre las concepciones clásicas del espacio y del tiempo y los resultados de la experiencia que, conduce primero al francés Henri Poincare ( 1854-1912) y luego al judío-alemán Albert Einstein (1879 –1955 ) a la síntesis del espacio y el tiempo, y después a la de la física y la geometría;
b) por la revolución cuántica que podrá gracias a las especulaciones pioneras del austriaco Werner Heisemberg (1901-1976 )va a poner en en evidencia la que parece ser la verdadera constitución de la materia: no lo que se observa, sino precisamente lo que está oculto bajo su apariencia.

Para Bachelard esto es lógico, porque el conocimiento humano es siempre un ascenso que va de lo puramente material, fenoménico, a la abstracción y a la espiritualización. En ese contexto la representación geométrica representa una buena medida de ese discurrir del conocimiento y ocurre en pasos consecutivos:

Primero: Al tornarse geométrica la representación (vale decir dibujar los fenómenos y ordenar en serie los acontecimientos decisivos de una experiencia), es la primera tarea en la que se funda el espíritu científico. Es de este modo cómo se llega a la cantidad representada - a mitad del camino entre lo concreto y lo abstracto - en una zona intermedia en la que el espíritu pretende conciliar las matemáticas y la experiencia, las leyes y los hechos;
Segundo: Esta tarea de geometrización que a menudo pareció lograrse -ya después del éxito del cartesianismo, ya después del éxito de la mecánica newtoniana, termina siempre por revelarse insuficiente; tarde o temprano, en la mayor parte de los sectores, estamos obligados a comprobar que esta primera representación geométrica, fundada sobre un realismo ingenuo de las propiedades espaciales, implica conveniencias más ocultas, leyes topológicas menos firmemente solidarias con las relaciones métricas inmediatamente aparentes, en una palabra: vínculos esenciales más profundos que los vínculos de las representaciones geométricas familiares.
Tercero: Poco a poco se advierte la necesidad de trabajar debajo del espacio, por así decir, en el nivel de las relaciones esenciales que sostienen los fenómenos y el espacio. El pensamiento científico es entonces arrastrado hacia "construcciones" más metafóricas que reales, hacia "espacios de configuración" de los que el espacio sensible, en definitiva, no es sino un mísero ejemplo.

De este proceso deriva Bachelard una necesidad importante para el lenguaje científico: las matemáticas, al señalar que en la física contemporánea su rol es deberá sobrepasar la simple descripción geométrica. El materialismo no será ya descriptivo, sino formativo. La ciencia de la realidad no se conformará ya con el cómo fenomenológico: buscará el por qué matemático. Y entonces, puesto que lo concreto acepta ya la información geométrica, puesto que lo concreto es analizado correctamente por lo abstracto, ¿por qué no fijar la abstracción como el derrotero normal y fecundo del espíritu científico?

Recapitulando este largo periplo:

En sus primeros estadíos el ser humano observa, indaga, intuye y extrapola, con altibajos el conocimiento se construye sobre si mismo, va en claro ascenso. El pensamiento sobre el Universo y su origen lentamente va sobrepasando lo puramente descriptivo, lo geométrico y fenomenológico y va perfilándose lo abstracto, como un claro norte cognoscitivo.

Al terminar este primer capítulo que da cuenta de varios milenios de esfuerzos hay algo en claro: el conocimiento sobre el origen del Universo es un proceso de claroscuros, no de luz únicamente: es un conocimiento que se construye paso a paso, sobre rastros que luego hay que borrar, para imprimir otros, que a su vez deberán ser eliminados. Y no es que los fenómenos se rebelen, es el propio espíritu humano el que sirve de obstáculo al progreso, al ascenso, a la espiritualización.

El ascenso no es por lo tanto un camino recto, trazado de antemano y libre de obstáculos. El ser humano debe construirlo con aquellos materiales a mano: hurgando en el presente acercará el futuro y revisando el pasado descartará lo que no sirva y rescatará lo vital. Pero en esta labor incesante destruirá su seguridad psicológica al derribar paradigmas y al requerir la construcción de otras más perdurables, si es que logran pasar la prueba. Llegado pues al siglo veinte, el estado de los conocimientos humanos acerca de la cosmogénesis del Universo: la naturaleza toda, el hombre, sin creencias y valores oscilan entre un cosmos eterno e inmutable pero con grandes desgarrones en esa concepción y la necesidad de reconstruirlo, sobre nuevas bases: asistimos al descubrimiento del Universo contemporáneo; nos abocamos -entonces- a la aventura de una "nueva creación", de esta vez desacralizada y a cargo, por entero, de la ciencia.

Los ladrillos fundamentales con los que debe intentarse comprender el Universo y elaborar una cosmología a tono con los nuevos descubrimientos de la física newtoniana; tendrán como elemento perturbador las ideas de la evolución darwiniana en el campo de la biología y de transfondo las creencias religiosas cristianas fuertemente cuestionadas, pues es un secreto a grandes voces que para los intelectuales, los filósofos, los racionalistas y para los teólogos el Dios Creador descrito en la Biblia, no resiste los embates de la ciencia; y apenas si los resiste el Dios de los filósofos, como causa eficiente pero no demostrada.

Dios (su concepción humana, claro está), ha sufrido la peor de las suertes, cuando el filósofo alemán Friedrich Nietzche (1770-1831) , al recoger en una frase lapidaria un sentimiento que rondaba desde hacía mucho tiempo proclama Urbi et Orbe en un pasaje de su obra: “ El Anticristo " ¡Dios ha muerto! y asistimos entonces al triunfo de la razón y la lógica sobre el mito y aunque el grito no es escuchado por las masas, los formadores de opinión pública desde los laboratorios y cátedras universitarias, hasta los púlpitos y reclinatorios, deben darse a la tarea de llenar tan inmenso vacío, o por lo contrario, a justificar por la vía del azar , la conjugación de todas las variables que dan origen al Universo observable.

A la desacralización de la Creación y al destronamiento de Dios , se unirán otras causas, que cambiarán los conceptos de pertenencia a un orden ético superior, resultado de las conmociones en las concepciones de inserción en un orden social comunitario ,en donde el sentido de pertenencia antes relacionado con el Bien Común y la Solidaridad Humanas, ahora se va a referir a los derechos de las masas colectivizadas a los individuos despersonalizados gracias a la secularización de lo social derivado de la Revolución Americana (1877); la Revolución Francesa (1899); la Independencia de la mayoría de los países latinoamericanos (entre 1819-1821), el advenimiento del Industrialismo (Fines del siglo XVIII ,hasta finales de la década de los 70,en el Siglo XX) y la Revolución Bolchevique (1917).

El destronamiento del Dios Creador ,la caída del Hombre como ser creado ,la abolición de la solidaridad social como destino común aglutinador y gratificante y el ascenso del materialismo ateo, junto a la entronización del azar como supremo arquitecto del Universo , constituirán la argamasa para moldear el contexto en el que la ciencia , convertida en intérprete metafísico , deberá acometer la reconstrucción del Universo conocido . Eso lo examinaremos en el próximo capítulo.

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