Capítulo II: Las bases de la Creación Moderna

De 1900 a 1950 aproximadamente
Para entender los parámetros de la “creación moderna”, que intentará la ciencia, prescindiendo de los mitos, la religión y la metafísica filosófica, para develar el Misterio de la Creación es necesario hacer un corte diacrónico de la situación del conocimiento en cinco áreas concretas: 1) la física clásica, la física relativista y la física cuántica ;
2) la evolución biológica;
3) el impacto de las nuevas ideas de la física y la biología en la religión cristiana;
4) la propuesta de otros parámetros modernos para la "nueva creación",
5) el estado de situación relativo al nuevo modelo de Universo y las repercusiones en la vida humana.

La primera, una física cercana accesible al entendimiento común, que va a ser totalmente renovada por las teorías relativistas y cuánticas en el primer tercio del Siglo XX; la segunda una evolución biológica ,que homologará al ser humano ,antes considerado el Rey de la Creación, con el resto del reino animal , bajo el influjo de las ideas del ingles Charles Darwin sobre la evolución de las especies; la tercera que se refiere a los demoledores golpes de todas estas ideas a la antigua concepción de creacionismo lineal común a todas las religiones planetarias religión cristiana, así como a las reacciones instintivas para asimilarlos y minimizarlos ; la cuarta es la propuesta que formula a la Iglesia el sacerdote jesuita Theildhard de Chardin ,como estrategia de una síntesis fe-ciencia, para enfrentar a los nuevos hallazgos de la segunda, sin hacer tambalear la primera; la quinta es un intento de correlacionar el impacto que tiene en el ser humano la nueva conceptualización del origen del Universo.

En esta obra nos interesa revisar los acontecimientos más relevantes en cada uno de estos campos, pero circunscritos a la elaboración de modelos del Universo y a las preocupaciones por descifrarlo. De allí que el tratamiento de temas conexos a la cosmología son apenas los estrictamente necesarios para ubicar en su contexto el acontecer cosmológico y solamente nos extenderemos en el tratamiento cuando el tema así lo requiera.

Si en el principio de la prehistoria humana el mito cosmológico, el mito creacionista y el mito teogónico fueron la argamasa para los primeros modelos explicativos del Universo, luego estos cederán lugar a la filosofía y a las religiones (y particularmente en Occidente al Cristianismo); pero para inicios del siglo XX el orden en que examinaremos los ladrillos fundamentales para establecer modelos que expliquen el Universo serán los aportes primordiales, en primer lugar de la física, en un segundo -y todavía con contribuciones apenas relevantes la biología- y en el transfondo, sin aportar realmente nada, la religión cristiana francamente oscurecida y en busca de nueva fuerza interior para recapturar un papel esclarecedor del sentido de la vida humana, fuertemente asediada por el positivismo , el materialismo y el ateísmo y por lo que se ha dado en llamar la “pérdida de valores”.

Nota: Es necesario advertir que por tratar el tema de la Evolución de la Iglesia Cristiana en este capítulo ha sido necesario extender el periodo bajo estudio ,hacer una salvedad y estirar el periodo hasta los últimos años de la década del 70.

1.-DE LA FÍSICA CLÁSICA A LA FÍSICA RELATIVISTA

La física es el sustrato que sirve para ir de lo descriptivo a lo abstracto en el proceso de elaboraciones cosmológicas. Después de Newton le toca el turno al alemán Albert Einstein (1879 - 1955) para hacer un aporte en este campo; pero en un contexto diferente, ya no explicará lo que vemos: El razonamiento einsteniano multiplicará las objeciones, disociará los conceptos, reconfigurará las ideas y buscará explicaciones tan abstractas, que parecerán ininteligibles, aún a las mentes de quienes ya hemos entrado a vivir en el Tercer Milenio.

Se conoce como física clásica toda la física que ha sido descubierta por los seres humanos y que aparece conformadas por leyes y principios todos de orden determinista . Hay quienes incluyen dentro de esta concepción la física relativista y excluyen la física quántica. Otros excluyen ambas. No hay restricciones de la aplicación de la física clásica y sus principios pero, en la práctica, la escala de dicha física es la de los fenómenos aislados ( incluyendo el mundo macroscópico planetario y los que estudia la astronomía ), pero cuando se extrapolas estas dimensiones hacia lo microscópico y macro-macroscópico. Así , dentro del átomo y entre los átomos de una molécula, las leyes de la física clásica no pueden ser aplicadas correctamente. Incluso la teoría clásica de las radiaciones electromagnéticas están limitadas para proveer descripciones correctas, dado que la luz es un fenómeno cuántico.
Se denomina física relativista toda la elucubración teórica, sus aplicaciones prácticas y su novedosa extrapolación al universo cercano y lejano que no podían hacerse correctamente tan solo con la aplicación de leyes de la física clásica. La nueva física relativista abarcará tanto el relativismo einsteniano, como la física quántica y esto traerá como consecuencia no solo nuevos postulados teóricos de difícil aceptación para muchos, sino que nos sumirán en un indeterminismo que hoy día rodea toda la teorización física contemporánea.

La física, que se había desarrollado vertiginosamente después de Newton, atravesaba una etapa de crisis. Muchos descubrimientos se habían ido acumulando, particularmente las indagaciones sobre la electricidad y el magnetismo, que arrojaban nuevos conocimientos sobre la luz, la naturaleza íntima de la materia y las ondas electromagnéticas en general. Los nombres de James Clerk Maxwell y de Max Plank, entre otros, destacaban en estas fructíferas líneas de trabajo, asociadas con nuevos conceptos como los de campo electromagnético y "quanta" (cuantos) de energía.

Pero había una dificultad: los recientes descubrimientos no parecían poderse incorporar con sencillez a los fundamentos de la mecánica newtoniana, puesto que se producían incompatibilidades teóricas manifiestas al hacerlo. Esto podía resolverse, en alguna medida, resucitando un concepto que había ya puesto Newton en escena: el de éter, una sustancia sutilísima que se extendería entre los astros permitiendo el pasaje de las ondas luminosas. La nota discordante, sin embargo, residía en que ese misterioso éter, se comportaba de un modo incomprensible: debía estar, en ocasiones, a la vez en movimiento y en reposo, lo cual implicaba una obvia contradicción que podía poner en entredicho todo el edificio teórico de la física. Por otra parte, ni los más ingeniosos y complejos experimentos habían podido detectar ninguna característica física de tan singular sustancia, con lo que la misma, al carecer de todo referente empírico, creaba una notable anomalía teórica y epistemológica.

Dos caminos, entonces, parecían abrirse: o se conservaba el supuesto de la existencia del éter, agregando cada vez nuevas características a este paradójico y prodigioso elemento, con lo cual la simplicidad de las leyes fundamentales se iba erosionando continuamente o, por el contrario, se pasaba a negar algunos de los supuestos de la mecánica de Newton y Galileo, lo cual era fuertemente resistido por la comunidad científica, apegada a lo que confirmaban los sentidos y las mediciones.

Ya hacia comienzos del siglo XX, sin embargo, tal resistencia comenzaba a debilitarse. Ernst Mach, físico y filósofo austríaco (1838 - 1916), había apuntado unos años antes: “Ante nosotros tenemos un caso dado que podemos interpretar de un modo u otro. Ahora bien, si al interpretarlo llegamos a conclusiones contrarias a la experiencia, podemos estar seguros de que dicha interpretación es errónea”.

Mach no decía, que una prueba en favor de una teoría debía considerarse como una afirmación de la misma, sino que bastaba una prueba en contra para ponerla en tela de juicio, obligando a su revisión. De eso se trataba, precisamente, y por tal razón se aventuró a negar la existencia de movimientos y masas absolutos, propios de la mecánica vigente, sosteniendo en consecuencia que la suposición de un espacio o un tiempo absolutos eran simples proposiciones metafísica, incompatibles con el razonamiento científico.

Un año antes que la publicación del artículo de Einstein en que este propondría la nueva teoría que revolucionará la física, Jules Henry Poincaré (1854 - 1912), matemático, astrónomo y filósofo francés, había comprendido también que los problemas planteados, que exigían “apilar hipótesis sobre hipótesis”, solo podrían ser resueltos radicalmente, construyendo una nueva mecánica donde se estableciese que ningún móvil podía superar la velocidad de la luz. Ni Mach, ni Poincaré, ni otros investigadores que se enfrentaban a estas paradojas - como el físico holandés Heinrich Lorentz (1853 - 1928) - llegaron a desarrollar esta nueva rama de la física pero, podríamos decir, había ya en el ambiente la percepción de que una nueva etapa teórica debía abrirse para organizar intelectualmente las leyes que se iban elaborando.

1.-TEORIA DE LA RELATIVIDAD.- Fue el alemán Albert Einstein, físico judío atormentado por las deudas y sobreviviendo como un empleado de segunda categoría en la Oficina de Patentes de Berna, Suiza quien, a la edad de solo 26 años, recogió los hilos dispersos y propuso, en un breve artículo, la que luego sería llamada Teoría de la Relatividad Especial (para distinguirla de la Teoría de la Relatividad General, elaborada once años más tarde, que daba un contenido universal a sus proporciones). El artículo aparecido en 1905, tenía un título extraño: “Sobre la Electrodinámica de los Cuerpos en Movimiento”, pero en él se asimilaban y desarrollaban ordenadamente dos conceptos físicos claros y una consecuencia obligada derivada del razonamiento siguiente:
a) Si las leyes de la electrodinámica y la óptica son correctas para cualquier punto de referencia en que también sean válidas las leyes de la mecánica si la luz se propaga en el vacío siempre a la misma velocidad;
b) Sin embargo, para aceptar lo anterior para ello es necesario suponer la existencia de un éter cargado de propiedades paradójicas.
c) Consecuencia lógica : se requiere entonces hacer algo diferente: revisar los mismos conceptos que están en la base de la mecánica newtoniana, esto es las nociones fundamentales de espacio y de tiempo, sobre las cuales descansa el conocimiento físico.

Para hacerlo Einstein se interrogaba respecto al significado de la noción de simultaneidad, por medio de suposiciones o “experimentos mentales”, que consistían en imaginar determinadas situaciones, extrayendo luego de ellas las consecuencias lógicas necesarias. Arribó así a una conclusión perfectamente compatible con los supuestos que él enunciara, y que conservaba la validez de todas las leyes físicas conocidas, aunque se oponía brutalmente al sentido común.

Resumir esta nueva posición en la palabras es fácil, entenderlas resulta harto difícil aun para los expertos :
a) no se puede asignar una significación "absoluta al concepto de simultaneidad" por lo que el tiempo, por así decir, discurre de un modo diferente según el "sistema de referencia" en que nos hallemos.
b) no hay un tiempo absoluto, ni tampoco, en correspondencia, un espacio o sistema de referencia absoluto sino que estos son diferentes según el punto de vista que adoptemos; sin embargo, gracias a ello, es así -paradójicamente- como se cumplen de un modo invariable las leyes de la óptica y de la electrodinámica.
c) La consecuencia es que antes de la postulación de la teoría de la relatividad, la física supuso siempre tácitamente que el significado de los datos temporales era absoluto, es decir, independiente del estado de movimiento del cuerpo de referencia
b) A partir de la nueva teoría, en cambio, no sólo el reposo o el movimiento pasaban a ser categorías siempre relativas, sino que también el tiempo medido por los relojes se atrasaban o adelantaban resultando así un elemento asociado a cada sistema de referencia y, por lo tanto, variable como estos.

Veamos, en primer lugar, que Einstein parte de la constatación de las incongruencias que acosan a la física de un momento determinado, caracterizado por la crisis de los modelos teóricos vigentes; que intenta superar dicha encrucijada suponiendo que existen leyes simples y generales capaces de explicar la multitud de aportes parciales producidos hasta allí, pasando enseguida a formular nuevos principios capaces de integrar la información y la teoría preexistentes; y que, para hacerlo, no vacila poner en jaque el paradigma newtoniano, contraponer a las impresiones del sentido común - a la evidencia inmediata y espontánea - un nuevo modelo explicativo, ajustado a los datos e internamente no contradictorio.

Con eso, de algún modo, repite el tipo de razonamiento que había realizado ya Copérnico, y que aparece característico a todas las profundas revoluciones científicas conocidas. Como diría años después el astrónomo inglés Arthur Eddington: “Einstein, ha sido llamado a proseguir la revolución iniciada por Copérnico: liberar a nuestra concepción de la naturaleza del sesgo terrestre injertando en ella por las limitaciones de nuestra experiencia, intrínsecamente ligada como está a la Tierra”... y lo ha hecho no ya revisando la perspectiva espacial, como en el caso del Sistema Solar, sino el punto de vista temporal, llevándonos a reconocer que no solo no estamos en el centro del universo, sino que tampoco nuestro tiempo es, de por sí, algo absoluto. Esto implica, que la distancia y la duración - y todas las magnitudes físicas derivadas de ellas - no tienen relación (como hasta ahora se suponía) con algo absoluto del mundo externo, sino que son magnitudes relativas que varían al pasar de un observador a otro con un movimiento distinto”.

Ingeniosos experimentos ideados para comprobar si eran ciertas las consecuencias que se podían extraer de la teoría de la relatividad han indicado, hasta ahora, la validez de sus proporciones, y los relojes atrasan o adelantan efectivamente, en la proporción prevista, cuando se los sitúa en móviles que se desplazan a gran velocidad respecto a la Tierra, y que suceden otras muchas cosas extrañas en el universo, coincidentes con las aparentemente inverosímiles ideas de Einstein. Ideas que han sido aceptadas por la ciencia física en general, pero que han trascendido muy poco allende sus fronteras, incorporándose escasamente al resto de la ciencia contemporánea y menos aún a nuestro pensar cotidiano.

Tal vez esto se explique porque la física einsteniana solo tiene especial interés cuando se refiere a fenómenos que ocurren a velocidades próximas a la de la luz, lo cual no sucede por cierto en nuestro mundo cotidiano, para el cual son perfectamente aplicables las sencillas leyes de Newton. Tal vez no ha transcurrido aun el tiempo suficiente para que sus ideas se generalicen y difundan, incorporándose a nuestro lenguaje y a nuestro modo de ver el universo, desplegando todas sus posibilidades en diferentes campos del saber y el hecho es que todavía podemos decir que la revolución de la física relativista no ha agotado sus posibilidades, tan vastas y desconcertantes que, probablemente, algún día lleguen hasta a modificar lo que espontáneamente nos dicta eso que vagamente llamamos “sentido común”.

La vida diaria suele ser tan rutinaria que pocas personas piensan que sin tiempo no hay posibilidad de tener noción de los hechos; sin noción no hay consciencia, sin consciencia no hay discurrir, y que para cerrar el círculo ese discurrir es un viaje que siempre efectuamos en la coordenada del tiempo - aunque el espacio permanezca inalterable. Y por cierto ese viaje lo hacemos según nuestra propia noción natural del tiempo: a razón de un segundo, cada segundo: y el segundo (por razones fisiológicas inherentes al ser humano y a la cultura occidental que nos ata indefectiblemente a conceptos y sensaciones ) es la mínima unidad de tiempo que experimentamos y va siempre hacia adelante, sin retorno.

A Einstein se le consideraba casi un ser sobrenatural en las fechas cercanas a su muerte . Aunque su imagen personal en la década de los noventa se ha deteriorado dada la aparición de historiógrafos que se han dedicado a exponer las flaquezas humanas de grandes personalidades, por ejemplo, además de Einstein: Pasteur, Beethoven , Da Vinci , por citar solo estos casos. Pero la realidad es que sus comienzos fueron muy difíciles. Refiere el escritor Colin Wilson, a manera de ejemplo un hecho histórico: “Edmund Whittaker, autor del Libro “Historia de las Teorías del Eter y la Electricidad” editada en Londres, en su historia de la electricidad, ignora al pie de la letra la intervención de Einstein en la creación de la relatividad especial, y se refiere a la “teoría de la relatividad de Poincaré y Lorentz”. Le exasperó tanto, por lo visto, que se considerase a Einstein un supergenio, que cayó en el extremo opuesto. Los críticos y reseñadores le acusaron de excentricidad cuando el libro apareció. Pero hay mucho que decir en su favor. La relatividad no estaba “en el ambiente”, sino impresa en papel en 1905. Jules Henry Poincaré (1854–1912) había esbozado la teoría en un congreso científico celebrado en Saint Louis, y había enunciado previamente la famosa conclusión einsteniana: “De todos estos resultados ha de nacer un género de dinámica totalmente nuevo, al que caracterizará por encima de todo, la regla que ninguna velocidad excede la de la luz”. Esto se publicó en 1904, un año entero antes de que se le ocurriese a Einstein.”

De hecho, los problemas básicos que llevan a la relatividad se habían conocido un cuarto de siglo antes de que Poincaré y Einstein forcejearan con ellos; más aún: andaban sueltos desde la época de Galileo, y desde que Aristóteles declaró que un objeto, arrojado desde lo alto del mástil de un barco en movimiento, caerá detrás del palo; dicho de otro modo, el cuerpo se desploma en línea recta, pero la embarcación se mueve. Esto es inexacto, porque el barco ha dado cierto impulso hacia adelante al objeto, como si lo hubiera arrojado la mano. Por lo tanto, si no sopla el viento, irá a estrellarse en la cubierta, al pie del mástil. (Este es uno de los muchos errores de Aristóteles que expuso Galileo) puesto que sabía que todas las leyes de la naturaleza no se alteran, tanto en tierra firme como en el mar (siempre y cuando la embarcación avance suave y uniformemente).

Pero de esta vez y pese a todas sus dificultades, Einstein hace que la perspectiva para contemplar nuestro Universo cambie bruscamente y - hasta tal punto - que Charon al comentar el caso refiere: “... las antiguas cosmologías quedan, de repente, como completamente anticuadas ante los resultados obtenidos por esa nueva forma de pensamiento, ya que por primera vez el conocimiento del “todo” se formula de manera precisa en un lenguaje matemático que describe - mediante el esfuerzo del pensamiento humano - una imagen del Universo en su totalidad en el que el mayor mérito de Einstein es darse cuenta - y saberlo traducir de manera convincente que hay que volver a introducir en la ciencia “una sustancia universal” que compondría la esencia de todos los fenómenos observados. Esta sustancia es el espacio-tiempo, que no es más que una puesta al día, que lo hace compatible con el conocimiento moderno, del concepto de “éter” de Aristóteles o del concepto de “extensión” de Descartes para moldear su mundo.”

Einstein no observa los fenómenos para describirlos después, sino para reflexionar sobre el modo en que el hombre escribe las leyes de la naturaleza (todas las leyes y no solamente aquellas que conciernan a un fenómeno particular) como el electromagnetismo o la gravitación que tienen el inconveniente de tratar de explicarse un Universo discontinuo o por separado a lo que Einstein estima que es en realidad. Una característica que deben cumplir los modelos es, a juicio de Einstein, su sencillez y su belleza. El primer concepto es una reiteración del argumento que se atribuye a Guillermo de Occam (1300 -1350), filósofo y teólogo inglés, considerado como la más notable figura tanto de la Escolástica (el último), como de la Edad Media (el primero). El criterio de Occam ,breve y conciso, conocido como la “navaja de Occam” establece - en pocas palabras - que : en el desarrollo de teorías científicas debe preferirse aquella explicación que utilice el “mínimo número de hipótesis”.

Respecto a la belleza, ésta se refiere a su sentido de armonización estética con la razón, para que no la repugne, y más bien, para que se confundan una con la otra. El filósofo de las ciencias, en la Universidad de Oxford, Robert Harre cita el juicio de M. Rosenthal- Schneider, discípulo de Einstein, quien dice al respecto: “Los logros de Einstein parecen haber sido conseguidos por medio de exactamente aquellos métodos que él describía como los métodos apropiados de la física teorética: el mundo físico se representa como un continuo de cuatro dimensiones, se adopta una métrica riemanniana al buscar las leyes más “simples” que esa métrica puede satisfacer, se llega a la teoría relativista de la gravitación del espacio vacío. Adoptando en ese espacio un campo vectorial, o el campo tensor asimétrico derivado, y buscando de nuevo las leyes “más simples” que semejante campo pueda satisfacer, se llega a las ecuaciones de Maxwell para el espacio libre. Einstein establece también que en el poco número de tipos de campo matemáticamente existentes, y de relaciones entre éstos, radica la esperanza de comprender la realidad en toda su profundidad.”

Traducido esto a términos no técnicos, lo que se nos recomienda es que se adopte un método de descubrimiento representable del modo siguiente: adoptar primero algún principio muy general de explicación, en este caso la noción de "un campo", y entonces buscar los principios detallados más simples que sea posible dentro de esa imagen de conjunto. Para Einstein esos conceptos y postulados fundamentales que no pueden ser ulteriormente reducidos porque forman la parte esencial de una teoría, a la que la razón no puede tocar. El gran objetivo de toda teoría es hacer esos elementos irreductibles tan simples y tan poco numerosos como sea posible sin tener que renunciar a la representación adecuada de cualquier contenido empírico.
Así pues, los juicios de “simplicidad” constituían la base del método de descubrimiento de Einstein que consistían en seguir esta sencilla secuencia de dos pasos:
a) adoptar un principio muy general de explicación;
b) buscar los principios detallados más simple posibles en esa imagen de conjunto.

Harre cita textualmente a Einstein acerca de estos puntos básicos : “ Esos conceptos y postulados fundamentales que no pueden ser ulteriormente reducidos forman la parte esencial de una teoría, a la que la razón no puede tocar. El gran objetivo de toda teoría es hacer esos elementos irreducibles tan simples y tan poco numerosos como sea posible sin tener que renunciar a la representación de cualquier contenido empírico.”

Pero a su vez advierte Harre que la pretensión de que con ese método podamos comprender la realidad en toda su profundidad no debe tomarse demasiado en serio, porque depende de un incomprobable principio metafísico que Einstein mantenía firmemente: “el de que la estructura del mundo tiende siempre a ser tan simple como sea posible; una especie de análogo estructural del principio de la misma acción. El mantenimiento de ese principio es un caso de la falacia en que suelen caer los científicos, con muchísima frecuencia y consiste en "confundir el propio modelo de comprensión del mundo, con el mundo mismo.” subraya además que “esa falacia que ha sido cometida por algunos científicos muy eminentes; es, en realidad, una falacia a la que son particularmente propensos.

Por ejemplo, el astrónomo inglés Sir James Jeans argumentó que, puesto que el único modelo adecuado para el comportamiento de las partículas fundamentales era un modelo matemático, en consecuencia el mundo debía tener carácter matemático, un modo de ver que él resumía en el epigrama “Dios debe ser matemático”. Debe tenerse claro -porque se pueden confundir los términos groseramente- que Einstein al argumentar a favor del criterio de simplicidad alude no al Cosmos, sino a la explicación de ese Cosmos, esto es a la hipótesis de cómo es este. Efectivamente estas simplificaciones “reduccionistas” vuelven a aparecer en la Cosmología con singular frecuencia, como se verá más adelante.

En la teoría de la Relatividad no hay axiomas, aunque su rigor formalístico resista a las variaciones, pues cada vez que se crea un planteamiento dogmático a través de una axiomática - según plantea Einstein- se está estableciendo, al mismo tiempo, una falacia que se debe combatir con fundamento en el raciocinio general. La idea esencial de Einstein, básica para todo su método de pensamiento, es que si existen leyes de la naturaleza éstas se refieren a todas las leyes; no solamente a aquellas que conciernen a un fenómeno particular, pese a que se acepte el principio de la “covariancias” esto es el hecho por el cual una misma ley que es invariable puede comportarse diferente en otra condiciones, aunque su forma permanezca invariable, de tal manera que, si existen “Leyes de la Naturaleza”, debe necesariamente existir también un lenguaje que permita escribirlas de modo que sigan siendo válidas, cualesquiera que sea el movimiento del observador que comprueba esas leyes. (Esto es de hecho la “escritura relativista” de las leyes.)

Para Einstein, si los fenómenos cambiaban de leyes - según el observador- es que no existía claramente un criterio para elegir la verdadera ley de la naturaleza, ya que todo movimiento es relativo. Y es que si así fuera, es claro que no habría verdaderas leyes de la naturaleza, lo que le llevaría a una formulación enteramente nueva de las nociones de espacio y tiempo, porque una longitud o una duración depende del movimiento que se posea en relación a un sistema de referencia en que se han definido los patrones de longitud y duración según señala en su “Principio de la Relatividad Restringida”.

Einstein mostrará cómo deben escribirse las leyes para observadores en movimientos uniformes (uno en relación con el otro), y pasará principalmente a considerar la escritura que había de dar a las leyes de la naturaleza para que fueran siempre válidas en el caso de observadores sometidos a aceleraciones, como postula ,posteriormente, en su “Principio de la Relatividad General”.

Sin estudiar especialmente la gravitación, Einstein se verá conducido, en el curso de sus reflexiones a proporcionar una formulación para tales fenómenos, por lo cual, para que existan leyes de la naturaleza que conserven su forma cualquiera que sea el campo de gravitación (es decir, la aceleración), es preciso admitir que el espacio, o más exactamente ese continuo espacio - tiempo que ha puesto ya de relieve en sus conceptos sobre la relatividad restringida, sea capaz de modificar su curvatura.

Einstein afirmará que donde existe una fuerte aceleración es porque :
a) el espacio debe estar más curvado y donde la aceleración es más débil, el espacio estará menos curvado
b) pero irá aún más lejos, llegando a describir la causa de la gravitación ya que la materia misma no es más que una región del espacio donde, donde están situados los corpúsculos de materia
c) donde existan ,por ejemplo : estrellas nebulosas, galaxias, planetas objetos, personas, moléculas, átomos, partículas subatómicas, existe una fuerte curvatura (esto es una atracción gravitatoria)
d) si no hay materia sumergida en el espacio no hay discontinuidad (como ya había anticipado Parménides en su teoría sobre el “Uno, lo Múltiple, la Verdad y la Apariencia” cerca de 500 años antes de Nuestra Era).
e) según esta novedosa manera de descifrar la gravitación: “solo hay espacio cuya curvatura puede variar continuamente”, un espacio en que esta curvatura asume grandes valores en los puntos en que se localiza, lo que la teoría relativista denomina “corpúsculo de materia”.
f) en estos casos la causa de la gravitación es clara y sencilla: está constituida simplemente por el enlace de la curvatura del espacio entre una región donde la curvatura es máxima debido al corpúsculo de materia y el espacio circundante.
g) alrededor de una gran masa ( como la de una estrella) la curvatura del espacio va decreciendo conforme aumenta la distancia a su centro, por lo que un planeta colocado en este campo está sujeto, en su movimiento, a las leyes gravitacionales descritas por Newton. Y cuando décadas más tarde comienza el lanzamiento de naves espaciales tripuladas o no, los físicos hacen abstracción de la física relativista y usan-sin problema alguno- la mecánica de Newton para sus cálculos.

Debe resaltarse que la Cosmología einsteniana asimila el Universo a una sustancia única: el espacio-tiempo y sus ecuaciones dan la ley universal que procura los movimientos de cada punto en esta sustancia y postula que cada punto sigue una geodésica del espacio-tiempo, es decir una especie de línea de corriente de la sustancia espacio-tiempo. Einstein no llega, sin embargo al resultado ideal de descubrir la ley universal que seguiría a todo punto del espacio-tiempo para los fenómenos gravitatorios, lo cual constituye un perfeccionamiento de la ley de Newton. Esto es, no consigue descubrir la ley general que permitiría prever el movimiento de todo punto según una línea corriente “geodésica del espacio-tiempo”, es decir, válida para todos los fenómenos, sobre todo electromagnéticos y nucleares, pero sienta bases concretas y firmes para una futura teoría “unitaria” que deberá realizar esta descripción completa de nuestro espacio-tiempo, que es precisamente lo que –con gran fuerza- a partir de los noventa ocupa la atención de los cosmólogos.

Einstein por medio de sus planteamientos de la Relatividad General permite abordar el problema del universo en un conjunto más científico que nunca, pese a que se le ha atacado justamente de haber introducido la metafísica en donde sólo hay lugar para el fenómeno físico puro. Plantea Dickson colocado en la línea del “racionalismo científico” de Karl Popper que “las teorías científicas cobran fuerza de la verificación de sus predicciones; pero, por muy concluyentemente que puedan verificarse tales predicciones, ello no es una verificación de la teoría misma. Cada predicción verificada salva la teoría sólo por el momento, hasta que ésta pueda ser puesta a prueba de nuevo por lo que la observación haga de la predicción siguiente. Así, un mérito de una teoría es ser capaz de hacer muchas “predicciones” por las cuales ponerla a prueba.

Pero el término “predicción” no debe ser tomado literalmente; aunque cualquier teoría debe ser compatible con los hechos establecidos de la observación, ésta es una clase negativa de virtud, porque no tiene mucho objeto cubrir tan sólo el mismo terreno de las teorías existentes. Aqui hay un peligro, como advierte el cosmólogo inglés Edward Milne, en formar teorías deductivas a partir de vastos principios generales, dado que: “....estas teorías deben arrojar resultados consecuentes con los hechos y leyes establecidos; pero, conociendo las respuestas de antemano, inconscientemente es posible formular la teoría a medio camino, para que arroje estas respuestas cuando su estricto desarrollo pudiera probar su falsedad, si arrojara otras.”

En efecto, una teoría puede aprobar sus méritos de otra manera. En cualquier etapa del desarrollo de una rama importante de la ciencia se encontrarán varios grupos de fenómenos, cada uno con una teoría para explicarlo. Si se postula una teoría unificada de todos estos fenómenos, su poder explicativo general la hará preferible a las teorías restringidas. Por su parte, el filósofo de la ciencia austriaco Karl Popper (1902-1994) ,quien ha sido reverenciado y criticado por razones extra-ciencia y más bien políticas, ha presentado la idea, aparentemente paradójica, de que “una teoría de gran poder explicativo será aquella que parezca, esencialmente, improbable”. Semejante teoría no es nada fácil de hacer, y la idea de Popper realmente no es una paradoja sino tan sólo una manera diferente de presentar otro de sus argumentos contra el “empirismo optimista” y es que “la verdad está lejos de ser manifiesta, y es difícil llegar a ella porque no siempre lo que parece lógico lo es”.

Siendo Einstein el resultado de una encrucijada política, racial, matemática, física, filosófica, cosmológica y hasta humanista no es de extrañar que el impacto de sus planteamientos haya sido tan disímil en diversas latitudes. El historiador de la ciencia, asesor de la NASA, Stanley Goldberg ha dedicado la obra “Comprendiendo la Relatividad” a desentrañar las razones por las cuales salvo en algunos reductos científicos en Alemania y EUA, se entendió, apoyó y divulgó la labor de Einstein, mientras que, por ejemplo en Gran Bretaña y Francia se le ignoró prácticamente, “no tanto por sus ideas en sí ni en cuanto a la naturaleza heurística de la Teoría Especial de la Relatividad , cuanto por la forma en que éstas entraron en contacto con las instituciones oficiales encargadas del estudio, aceptación y difusión de nuevos planteamientos, todo lo cual está en relación directa con el contexto cultural-nacionalista del manejo de la ciencia en esos países”.

La Relatividad General permitió, que al iniciarse la década de los treinta ,físicos y astrónomos discutieran sobre nuestro Universo entero conocido del mismo modo, que hace apenas medio siglo se discutía sobre la Tierra y los pocos planetas compañeros conocidos; y así como en la Antigüedad las opiniones estaban divididas entre la Tierra plana, una esférica o una en forma de concha, a raíz de los planteamientos de Einstein y la revolución científica que propicia, las opiniones de los científicos de esas fechas, hasta casi la década de los sesenta, se dividieron entre un universo finito o infinito, creado o no creado (por la Naturaleza; ¿por Dios?) evolucionado o no hasta un estado final determinado de antemano, causado por obra del azar o del ordenamiento en el caos.

Por eso, a partir de los trabajos de Einstein se inicia un recorrido diferente que ya no se referirá a la línea diacrónica únicamente, sino a la línea sincrónica, que introduce , a la vez su propia diacronía fenomenológica, A partir de los planteamientos de Einstein y prácticamente hasta finales de la década de los ochenta también es necesario tener presente que todas las cosmologías que se elaboran , ya sea en la línea relativista (la gran mayoría de ellas), o no, han tomado como común denominador una serie de condiciones básicas de aceptación general para los cosmologistas entre los cuales sobresalen tres precondiciones básicas:
a) En el Universo la Tierra no ocupa una región privilegiada.
b) El Universo tiene características que son - por término medio- las mismas, cualquiera que sea la posición del espacio considerado en un lapso específico;
c) El Universo es homogéneo e isotrópico. (Aunque respecto a este último punto a partir de los años 90 la situación ya no es tan clara por los trabajos de “mapeo galáctico” que arrojan otro horizonte, lo cierto es que sobre estas tres bases generales es que se han elaborado los modelos cosmológicos modernos desde la segunda década del siglo XX.

Salvada esta premisa, a partir de ella, cada escuela cosmológica planteará sus características distintas sacadas de la deducción y se contraponen, porque parten de deducciones diferentes que buscan - en la observación- la confirmación a sus puntos de arranque propios, sobre todo en lo que concierne al proceso de “creación del Universo”. En lo que toca a la cosmología el impacto de las leyes relativistas se unirá -aunque más tardíamente- a las ideas provenientes de la llamada física cuántica.

2.- FISICA CUANTICA.- A finales del siglo pasado los físicos descubrieron diversos fenómenos relacionados con la estructura de los átomos, por ejemplo la radioactividad, que no era posible describir mediante los parámetros de la física clásica; pero tardaron muchos años en admitir que los extraños comportamientos de las partículas subatómicas afectaban las reglas de causa-efecto, y las interrelaciones de las partículas en el tiempo y en el espacio, así como la relación entre materia y energía.
La concepción de partículas como elementos concretos y definidos debió ceder paso a ideas más atrevidas que presentaban las unidades subatómicas con características a veces de onda y otras de partícula, por lo que debió abrirse la mente para aceptar la idea de que esta "dualidad" era parte esencial de su verdadera naturaleza y entonces la característica ondular o corpuscular no eran más que el resultado de la situación experimental en que fuesen observadas, es decir, acordes con el sistema de referencia con el cual tales partículas u ondas entablaran una relación recíproca.

Las concepciones de la física clásica en lo tocando al mundo microscópico , deben ceder campo a la teoría cuántica, conocida también impropiamente como “mecánica cuántica”, la cual fue el resultado de que los físicos tuvieran que admitir que las paradojas en el comportamiento de las partículas subatómicas eran el resultado de tratar de aplicar conceptos de la física clásica y que tales paradojas dejaban de serlo si se acudía a otras explicaciones formuladas precisamente por la mecánica cuántica. Los nuevos conceptos que tardarían tiempo en abrise espacio, consideración y estima son los resultados de la investigación e interacción científica de físicos provenientes de diversas latitudes, entre los que descuellan los aportes de Max Plank, Niels Bohr, Louis de Broglie P.A.M. Dirac, Erwin Schorödinger y Werner Heisemberg, quienes logran plasmar en la realidad formulaciones matemáticas precisas y sólidas, aunque altamente controversiales y sobre todo con grandes implicaciones filosóficas y metafísicas


El logro principal de la labor de todos los físicos que aportaron sus conocimientos para desentrañar la verdadera naturaleza del microcosmos fue el haberse despojado del amarre de cánones clásicos (como había sucedido con Einstein en el caso de la macro-física) y si bien cada uno de ellos hizo sus aportes individuales se atribuye a Werner Heisemberg el más espectacular y también el más debatido de todos los postulados, que es el llamado “Principio de Incertidumbre”.

Si para la Cosmología la divulgación del aporte de Albert Einstein en el campo de la relatividad tardaría en comprenderse y aceptarse, el concepto de incertidumbre debido al físico de partículas, el físico alemán Werner Heisemberg (1901-1976) ha tardado aún más, quizás porque su colaboración con el régimen nazista oscureció su nombre y porque el desarrollo de la física del microcosmos seguía un derrotero bastante apartado de la cosmología, hasta que - como se verá más adelante- se uniría a los planteamientos relativistas, para marchar unidos en la lucha por acceder a una comprensión del origen del Universo. Igual suerte habrían de sufrir otros planteamientos revolucionarios, entre ellos el concepto de complementariedad debido al físico germano-polaco Max Bohr (1822 - 1970).

El gran logro de Heisemberg fue el de expresar las limitaciones de los conceptos clásicos en una forma matemática que se conoce con el nombre de “Principio de Incertidumbre”. Se trata de una serie de relaciones matemáticas que determinan hasta que punto se pueden aplicar los conceptos clásicos a los fenómenos atómicos. Heisemberg no solo anota dos hechos controversiales, sino que busca una solución teórica para ellos:
a) cada vez que se utiliza la terminología clásica: onda, partícula, posición, velocidad, para describir un fenómeno atómico, nos damos cuenta de que estos conceptos o aspectos emparejados y estrechamente vinculados, no se pueden definir simultáneamente con precisión. b) cuanto más acentuamos uno de ellos en nuestra descripción, más incierto se torna el otro concepto
c) y la relación exacta entre ambos sólo es posible obtenerla por medio del “Principio de Incertidumbre."

A su vez, debido a que la contradicción que surgía porque en las experiencias de laboratorio las partículas elementales se comportaban una veces como tales y en otras como ondas, el físico danés Niels Bohr ( 1885,1952 ) recurre al concepto de "Complementariedad" (luego elevado a rango de " Principio de Complementariedad).
La idea de Bohr consistía en :
a) concebir las imágenes de la onda y la partícula como dos descripciones de la misma realidad;
b) por tanto tales descripciones eran sólo parcialmente correctas y con un campo de aplicaciones limitado.
c) en consecuencia : ambas imágenes eran necesarias para dar una explicación completa de la realidad atómica y ambas debían ser aplicadas dentro de los límites impuestos por el “Principio de Incertidumbre”.

En ambos conceptos se abrió paso - poco a poco la necesidad de aceptar como una realidad que la relación causa-efecto, el comportamientos determinista y la visión mecanicista clásica no aplicaban al mundo de las partículas subatómicas y aunque por esas fechas no se intuía aún que existirían tantas y tan variadas partículas elementales, los físicos debieron construir una teoría sobre la base de las "probabilidades" y no ya de las certezas absolutas.

En consecuencia el concepto de "probabilidad" irrumpe en el mundo de la física subatómica, en donde a juicio de Bohr las partículas de materia aisladas son "abstracciones"; la única manera que podemos definir y observar sus propiedades es a través de la interacción que establecen con otros sistemas y los conceptos de materia sólida de la física clásica se "dispersan en formas ondulatorias de probabilidades".

Estas ondas como se advertirá luego no representan siquiera la probabilidad de una cosa, sino la posibilidad de que varias cosas establezcan una relación recíproca y así las partículas atómicas serán apenas correlaciones de “cosas” que a su vez son correlaciones de otras “cosas” y éstas, son correlaciones de “cosas” y así en cascada y como señala Bohr: “El mundo parece un complicado tejido de acontecimientos en el que toda suerte de conexiones se alternan, se superponen o se combinan y de este modo determinan la textura del conjunto”.

Estas visiones de incertidumbre, complementariedad y probabilidad hacen que el concepto de Universo estable y determinado por leyes específicas: objetos sólidos compuestos de moléculas y moléculas de átomos y átomos de partículas, llega hasta ese nivel, porque a partir de las partículas elementales que integran los átomos, el concepto de solidez y relación mecánica causa-efecto y, por tanto de certidumbre se derrumba para comportarse únicamente como "correlaciones en el espacio-tiempo" que a veces pueden darse, a veces no, en "ondas de probabilidades" y a velocidades iguales a la de la luz.

A estas nuevas visiones se agregará también el concepto (luego Principio) de Exclusión, postulado por el físico de partículas ingles Wolfang Pauli ( 1900 ,1958 ) ,el cual consiste en plantear que ningún electrón de un átomo puede ocupar la misma orbita a la vez, sino que se acomodan en capas . Pauli descubre-trabajando con los electrones- que si se intenta sobreponerlos unos a otros se repelen ,pero con una fuerza mucho mayor que la que se conocía como “fuerza electromagnética” y que no tiene parangón alguno en la física clásica. Pauli descubre los rudimentos de lo que en años posteriores serian fenómenos denominados con nombres poco usuales ( espín, color, momento angular ) y por ahora nos limitamos a señalar las características que describe el Principio de Exclusión:
a) partículas elementales de igual carga ,espin idéntico, momento angular igual, no solo se repelen, sino que no pueden sobreponerse una a la otra
b) estas características son validas para los protones, neutrones, electrones, esto es ,las partículas subatómicas constitutivas de la materia ordinaria .
Cabe señalar que luego el Principio de Exclusion de Pauli, seria desechado ,pero esa es otra historia que nos ubica en las búsquedas de las características de otras partículas aun mas pequeñas y transitorias, caso de los llamados fotones y los gravitones y gravitinos (los dos últimos para algunos siguen siendo partículas altamente hipotéticas ,aunque constituyen la materia que se busca en potentes aceleradores de partículas y subpartículas.

El físico de partículas Max Plank , alemán ( 1858-1947) marca otro hito importante en la física cuántica, y le ocurre la misma situación que a Einstein: es ignorado por la comunidad científica. cuando, comenzando el siglo XX calcula la energía de un fotón, es decir de una sub partícula que emite luz, logrando establecer lo que luego se conocería como la Constante de Plank,
Según su postulación teórica:
a) la energía de un objeto que emite luz se radia en unidades fundamentales que reciben el nombre de “quanta” (cuantos).
b) dicha energía se calcula tomando su valor de frecuencia de radiación multiplicada por la Constante de Plank
c) Como consecuencia de este principio básico y estudiando formulaciones del físico Rudolf Emmanuel Claussius (1822-1898) relacionada con la energía de radiación de un cuerpo opaco, Plank también postula la que luego sería denominada Ley de Plank (explicación de cómo se produce la emisión de radiación en un cuerpo negro) aspecto ligado al Principio de Entropía, que luego ha cobrado gran relevancia en lo que respecta a la conservación y disipación de la energía de todas las cosas ,incluido el Universo mismo.
d) Cabe señalar que los hallazgos de Claussius han sido extensamente estudiados y extendidos por otros físicos , puesto que la llamada segunda ley de la termodinámica ,debida a su labor, enuncia que la entropía de los sistemas aislados termodinámicamente se incrementan con el paso del tiempo, hasta alcanzar su propio equilibrio térmico.
e) Ese concepto de entropía ( o desorden dentro de un sistema) habrá de jugar un papel de suma importancia finalizando el siglo XX ,cuando se postula la existencia de “agujeros negros” y mas particularmente las ideas del cosmólogo Hawkings acerca de la desaparición de la información, teoría que colide de frente con la Ley o Principio de Información.

Aunque es posible extenderse en las aportaciones de físicos como P.A. Dirac (ingles), Luis de Broglie (francés) y unos cuantos mas, en esta breve reseña debemos obviar sus contribuciones, solo cabe resaltar que, precisamente de esas contribuciones que revolucionan la física en todo sentido, nacen gran cantidad de controversias . A modo de ejemplo resaltamos la discusión que cobra fuerza en los años treinta del siglo XX, acerca de la eventual conectividad entre partículas situadas a distancias enormes ,tema que produce una célebre polémica entre físicos en la intervienen varios de los nombrados y Albert Einstein y que aún trasciende hasta fechas muy cercanas con propuestas muy revolucionarias derivadas de esta.

Si es necesario recalcar que , así como la física clásica se forjaría mediante el método cartesiano que analiza el mundo suponiendo que sus partes constitutivas se entrelazan de acuerdo a ciertas "reglas físicas" deterministas e inalterables, la física cuántica se irá a forjar con base en la "formulación estadístico- matemática" de que los fenómenos individuales no tienen siempre una causa bien definida.

La teoría cuántica parte de la idea que las partículas subatómicas no son corpúsculos aislados de materia, sino "modelos de probabilidades", conexiones de una red cósmica indivisible que incluye al observador humano y su conciencia y aunque a decir verdad la inclusión de la conciencia da margen a diversas especulaciones acerca de “variables ocultas” , esto es la interpretación de la llamada Escuela de Copenhague, una de las dos que postularon novedosos planteamientos, La otra escuela en que el pensamiento de Einstein es relevante, se asienta - más ortodoxa- en los principios deterministas.

No obstante el aporte revolucionario de la física cuántica no irrumpe oficialmente en los planteamientos cosmológicos, y más concretamente en lo que concierne a los modelos del origen del Universo, sino hasta varias décadas después. Concretamente en la década de los setenta y ochenta preparará las condiciones para que la cosmología de laboratorio incida en este campo para convertir los planteamientos deductivos cosmológicos en ideas cada vez más cercanas a la experimentación, por medio de aceleradores de partículas.

El impacto de los conceptos de la física cuántica en ayudar a descifrar el enigma del origen del Universo comenzará a permear no sólo el modelo conocido como “standard del Bing.Bang ( a partir de ahora apocopado como B.B.) ., sino la estabilidad de conceptos clásicos de lo que es la realidad captada por los sentidos, o aún más, la aplicación de reglas de la lógica sino que también impactará la filosofía y más tarde la teología. Ese último impacto, sin embargo no trascenderá al plano de la opinión pública sino hasta fines de la década de los ochenta.

Desde la postulación de las leyes einstenianas hasta prácticamente la década de los setenta se parte del principio que la creación de materia a partir de radiación parece ser un proceso difícil. Un fotón de energía suficiente puede crear un par de partículas: un electrón y su contraparte de antimateria, un positrón, pero sólo mediante interacción con materia ya existente. No parece haber un mecanismo por el cual los fotones puedan “condensarse” en partículas de materia en el espacio vacío. Si no es mediante algún proceso hasta ahora desconocido, ha de decirse que no puede crearse materia exclusivamente a partir de la radiación.

De estas dos clases de existencia física conocida por medio de la observación, es posible explicar la existencia de la luz en términos de materia , pero no de la materia en términos de la luz. Resulta natural preguntar: ¿ Cómo, entonces, llegó a existir la materia ? Pero no se sigue necesariamente que las preguntas acerca de esto sean contestables, ni que cuando pueda darse una respuesta, resulte muy satisfactoria.

Una lista de respuestas significativas al tema desde la época antigua hasta los años cincuenta bajo examen, en resumen son:
a) Anaximandro: Siempre está entrando en existencia, siempre están formándose vórtices nuevos y deshaciéndose vórtices viejos. El “apeirón” ha existido siempre.
b) Isaac Newton: Entró en existencia en el pasado remoto.
c) Immanuel Kant: Empezó a entrar en existencia en el pasado remoto y aún sigue entrando, pero en alguna región particular y el proceso terminará en el futuro.
d) Thomas Eddington: La pregunta no tiene respuesta. El material primordial ha existido siempre. Sólo es posible decir cuándo empezó a expanderse.
e) George Lemaitre: Hace cerca de 1.89 años
f) George Gamow: Antes de “Ylem”, o sea hace más de 3.49 años, pero es imposible decir cuanto tiempo antes.
g) Alfred Milne: En el cero del tiempo, cuando las líneas-mundo empezaron a divergir. Si se desea un valor numérico, es necesario escoger una escala.
h) Hermann Bondi: Siempre está entrando en existencia.
i) Alfred Hoyle: Siempre esta entrando en el Universo fisico ,procedente del vacío, por fluctuaciones cuánticas.

Como se observa no hay acuerdo entre estas opiniones, excepto si se acepta trivialmente, que hay coincidencia en el hecho de que “al menos alguna materia ha existido durante algún tiempo pasado”.

3.- CRONOLOGIA DE LA EXPASION DEL UNIVERSO.- Mientras se gestaban y desarrollaban los planteamientos de Einstein y de los teóricos cuánticos, en los claustros de las universidades y de los círculos de científicos , los astrónomos observacionales (armados cada vez de mejores aparatos telescópicos) proseguían en su búsqueda en la bóveda celeste .Labor que en el año 1929 sufre un gran impacto al revelar el astrónomo norteamericano Edwin Hubble (1889-1956) que las galaxias se encuentran en un proceso de expansión y que por lo tanto el Universo observable no es inmutable. .

Para llegar a esa conclusión, sin embargo, es preciso ubicar el conocimiento observacional astronómico, en un proceso cuyos inicios modernos se sitúan en la labor de Keppler. La secuencia que hoy día se puede resumir en dos o tres páginas, sin embargo encierra, como toda empresa humana, una riquísima serie de avances y retrocesos, de glorias y frustraciones, pero que al final rinden un fruto muy revelador, tanto en lo teórico, como en lo observacional:

I) Bases teóricas: Del cúmulo de aportes resaltan cuatro:

1670: Johannes Keppler, astrónomo inglés: establece bases teóricas para comprender el Sistema Solar, entre ellas: a) La relación del tiempo que tarda un planeta en dar la vuelta al Sol; b) La distancia entre la Tierra y el Sol; c) Los fundamentos para la Gravitación Newtoniana.

1750: Thomas Whright, filósofo, matemático, astrónomo inglés: elabora la primera Teoría Cosmológica en el libro “Una Teoría Original sobre la Nueva Hipótesis del Universo” en la que desarrolla:
a) Descripción de la Vía Láctea;
b) Imagina el Universo como una esfera llena de estrellas, unas cercanas, otras lejanas;
c) Afirma que: “La infinita inmensidad es un plenum ilimitado de creaciones idénticas al Universo conocido”

1755: Immanuel Kant, filósofo alemán elabora en la obra “Teorías de los Cielos” especulaciones sobre la naturaleza del Universo acerca de:
a) Las manchas débilmente iluminadas vistas por telescopio que llama “Universos-islas”, las que supone se encuentran bastante lejos;
b) Estos objetos celestes presentan un ángulo pequeño
c) Su forma es circular si el plano es perpendicular a la visual, o elíptica si se observan oblicuamente.

1761: Johann Lambert, matemático, suizo alemán plantea - sin haberlos conocido - argumentos similares a los de Whright y Kant.

II) Bases observacionales: Hay al menos quince aportes básicos:

1760-1784: Charles Messier, astrónomo francés confecciona el primer catálogo de todas las nebulosas permanentes conocidas para descartarlas en la búsqueda de cometas (labor que acapara la atención de los astrónomos del siglo XVII)

1802-1820: William Herschel, astrónomo observacional inglés confecciona un catálogo con más de veinte mil nebulosas y sobre la observación adelanta la teoría de que las estrellas dispersas se reúnen en grupos por atracción gravitatoria, lo que implica admitir que el Universo evoluciona.

1848: William Parson, político, ingeniero y astrónomo irlandés, debido a que Herschel no había dejado indicaciones para construir telescopios, tuvo que reinventar las técnicas de pulido y preparación de espejos, y construye el “Leviatán de Corkstown” (espejo de 180 cm en un tubo de 125 cm de largo) y así resuelve ciento cincuenta nebulosas en estrellas.

1860-1870: William Huggins, astrónomo inglés, aplica, por primera vez, el espectroscopio a la observación astronómica en estrellas, encontrando que el espectro es similar al del Sol; y en Nebulosas, encontrando que en algunas el espectro es similar al de las estrellas, pero en otras no.

1716: Edmund Halley, Segundo Astrónomo Real inglés prepara las condiciones para calcular la distancia del Sol a la Tierra, la distancia de la Tierra a las estrellas y el paralaje de tres estrellas fuera de las ubicaciones indicadas en el catálogo de Hiparco (S. III a. C.)

1725: John Flansteed, Astrónomo Real inglés, prepara catálogo de tres mil estrellas con exactitud de 10 s. de arco (1 grado = 60 m,0 3600s; así, por ejemplo la Luna = 30m ;
y Júpiter = 50 s)

1798-1805: James Bradley, Astrónomo Real inglés:
a) Prepara catálogo de más de tres mil estrellas con indicación de su aberración y mutación;
b) Demuestra que la luz tiene velocidad finita (la medida arroja una cifra parecida a la actual).

1875-1900: Edward Pickering, Director del Observatorio Astronómico de Harvard, norteamericano, identifica, con la ayuda de Henrietta Leavitt:
a) Ciento veinticuatro estrellas variables tipo cefeida (pulsátiles regulares), por lo cual su luz aumenta o disminuye periódicamente, lo que que sirve para calibrar distancias Tierra- cúmulos;
b) Cuatro estrellas explosivas (Novas).

1830-1840: Friedrich Bessel, astrónomo alemán, con la ayuda de Thomas Henderson, astrónomo escocés y Friedrich Von Struve, astrónomo alemán radicado en Rusia:
a) Miden la paralaje de estrellas dobles lo que permite deducir el gran aislamiento del Sistema Solar y el tamaño y la forma de la Vía Láctea;
b) Con la introducción de técnicas fotográficas se aumenta enormemente el rendimiento del trabajo observacional;
c) Bessel (sólo) confecciona un catálogo con más de cuarenta y cinco mil estrellas.

1842: Christian Doppler, físico austríaco:
a) Descubre que la frecuencia de una “onda sonora” depende de la velocidad de la fuente en relación al observador.;
b) Predice un comportamiento similar con las ondas luminosas.

1848: Armand Fizeau, físico francés:
a) Describe los desplazamientos hacia el rojo o el azul del espectro de una onda luminosa;
b) Permite que se inicie la labor de catalogar con técnicas diferentes las distancias promedios de grupos de estrellas, lo que ayuda a conocer distancias de cúmulos estelares.

1897-1908: George Hale, astrónomo norteamericano; quien gracias a su relación con familias influyentes y con gran poder financiero ,logra la construcción de telescopios modernos de gran apertura:
a) Yerkes (Chicago) Refractor de 40 pulgadas (1897);
b) Monte Wilson (California) Reflector de 60 pulgadas (1908).

1908-1919: Harlow Shapley, astrónomo norteamericano en el Observatorio Monte Wilson, utilizando el telescopio Hale (60”), inaugurado en 1908 logra:
a) Establecer que las Cefeidas no son binarias sino estrellas pulsantes;
b) Mide la distancia a los Cúmulos Globulares de la Vía Láctea;
c) Describe la Vía Láctea como es en realidad ( con el Sistema Solar en un brazo)
Su error consiste en imaginar que la Vía Láctea es prácticamente todo el Universo y las nebulosas espirales “Accidentes”.

1902-1920: Herbert Curtis, profesor de latín, matemático y astrónomo observacional norteamericano en el Observatorio Lick (California), determina, luego de una estancia en Chile en 1909:
a) La verdadera naturaleza de las nebulosas que supuso, estaban más allá de la Vía Láctea;
b) Mide la luminosidad de varias Novas en Andrómeda y por comparación de la aparición de dos Novas (1885 y 1901);
c) Ubica la distancia de la nebulosa de Andrómeda a más de cien veces la que se creía en ese entonces;
d) Contradice la tesis de Shapley sobre la distancia de las nebulosas espirales, respecto a la Vía Láctea, lo que origina un gran debate sobre esta materia.

1912-1918: Vesto Slipher, astrónomo norteamericano recapitula y sistematiza el trabajo observacional anterior y antecede la labor de Hubble.

4.-POSTULACION DE LA TEORIA DEL BIG BANG.- Poco antes de que el astrónomo norteamericano Hubble diera a conocer oficialmente la expansión del Universo (por medio de observaciones telescópicas) un sacerdote belga y quien se había preparado como astrofísico George Lemaitre ( 1894 ,1966) analiza el fenómeno, se apoya en los cálculos (aun no oficiales) del norteamericano Hubble sobre las dimensiones del cosmos, y estima la velocidad a la que viajaban las galaxias y en 1927 lanza su teoría (llamada el Ylem o del Huevo Cosmico) sobre el origen del Universo con un breve o poco conocido –aunque si muy criticado trabajo que de inmediato –dada su tozudez- envía a Albert Einstein para que lo juzgue, pero Einstein no le concede importancia alguna ,justamente porque recibe las notas antes de que Hubble revele oficialmente que en efecto el Universo se expande. A raíz de ello Einstein- a regañadientes-acepta el planteamiento de Lemaitre y le apoya. Es necesario señalar que la formación sacerdotal de Lemaitre es un hecho que le causa que tienda a ser disminuida su importancia en el aporte científico, que se resalta mas sus controversias con Einstein a quien escribió insistentemente y con quien se entrevisto en varias ocasiones, hasta que el segundo termino dándole importancia y concediéndole la razón a sus intuiciones, aunque no a sus formulaciones matemáticas ,para lo cual no estaba preparado como el primero.


Precisamente Einsten al hacer sus cálculos sobre el Universo y dado que los resultados teóricos arrojaban la existencia de una expansión, no corroborada con los telescopios, se ve obligado a introducir –a fuerza y en contra de su voluntad hay que admitirlo- un elemento en sus ecuaciones llamado “Constante Universal ” (con lo que si cierran sus ecuaciones) que al revelarse la expansión ,hace que Einstein califique como “su mas grande error” ( My biggest blunder). Ese elemento denominado Constante Universal –hecho paradójico-volvería a ser resucitada en la época de los noventa en otras formulaciones teóricas que en otro capitulo analizaremos.

Lemaitre considera que si se hacía retroceder una película sobre el nacimiento y el desarrollo del Universo, se vería como las galaxias empezarían a aproximarse y al juntarse todas se comprimían hasta constituir una bola de puro hidrógeno sometido a presiones inconcebibles. Esa bola que llama “huevo cósmico” tendría un radio de unos cuantos años luz, o sea, unos centenares de billones de kilómetros. Lemaitre publica su idea original en 1927 en una revista de escasísima circulación: “Anales de la Sociedad Científica de Bruselas”, como una teoría apoyada en la estrecha correlación observada entre la expansión y ciertas consecuencias matemáticas de la Teoría General de la Relatividad formulada por Einstein, para explicar las estructuras complicadas en el Universo que atribuye al resultado de un largo proceso cósmico de diferenciación en varias etapas sucesivas del material primario, originalmente homogéneo, que después se expansionó.

La teoría de Lemaitre pasa inadvertida cuando la formula , pero después recibe el espaldarazo y la crítica de grandes autoridades en la materia . Resaltemos entre ellos:
a) el astrónomo y cosmólogo inglés Arthur Eddington (1882-1944) acreditado por su acierto al pronosticar que el Sol carecía de sólidos y era una masa gaseosa. Eddington divulga ampliamente la idea de Lemaitre en su obra :”The Expanding Universe”
b) el astrónomo ruso-norteamericano George Gamow (1904,1968) ex discípulo del cosmólogo soviético Alexander Friedman (quien había hecho una formulación muy similar a la de Lemaitre) Gamov, siendo catedrático de las Universidades de Washington, Colorado y Chicago publica-con gran entusiasmo la idea de Lemaitre en una breve obra titulada: “ La creación del Universo”
en 1948. Según Gamow, al reventarse “el huevo cósmico” se habrían originado gradualmente los noventa y dos elementos de la materia. Pero las transmutaciones serían muy lentas, y en los trece mil millones de años que habrían transcurrido desde la ruptura del huevo cósmico, sólo el uno por ciento de la masa se habría transformado en los elementos que van desde el número 3, el litio hasta el 92, el uranio. Gamow, gran bromista ,se refiere a la teoría de Lemaitre como la "expansión primordial" de un superátomo primitivo”, que él llamó, a su vez, “Ylem” (materia prima para Aristóteles).
c) el cosmólogo inglés Fred Hoyle tomó –igualmente- a broma el asunto y en una conferencia llamó a la teoría de Lemaitre, la gran expansión o el gran estallido (en inglés Big Bang) dando así origen al actual vocablo: Big Bang que tanta difusión y éxito ha tenido. Un intento serio en los años 70 por parte de varias revistas especializadas (lideradas por Sky and Telescope, tratarían, sin éxito de buscar un nombre sustitutivo para esta importantísima teoría, pero los resultados estuvieron matizados de contribuciones roñicas e irreverentes y el asunto no pasaría a mas).

Es posible que en la historia diacrónica ( es decir de fechas sucesivas) que hemos acometido en el primer capítulo da la impresión de que los aportes fueron dándose sin problemas, porque resaltan nombres ampliamente divulgados por historiadores de distintas épocas, lo cierto es que dada las características humanas que rodean el lanzamiento de ideas, también en aquellas lejanas épocas habían igualmente grandes discusiones, aunque pocas o ninguna de ellas sea de conocimiento nuestro. Pero la relativa cercanía de estos acontecimientos que se relacionan con el cambio de paradigma : pasamos entre 1927-1929 de un universo que se consideraba oficialmente estático , a uno que se acepta ya oficialmente en expansión y es posible recoger algunos de los sucesos sincrónicos en que eso ocurría .

Es necesario recalcar, que si bien es cierto que Lemaitre, luego considerado el padre de la teoría de la Gran Explosión o “B.B.” plantea la teoría, ésta queda en el olvido y es rescatada desde la Universidad de Chicago por Gamow (el 1 de abril de 1948) a quien se le considera el iniciador de la era moderna de la Cosmología, con el clásico y polémico trabajo conocido como “Alfa-Beta- Gama”, sobre la abundancia relativa de los elementos atómicos y los orígenes estelares de todos ellos, excepto el Hidrógeno y el Helio originados en el proceso de creación gracias a la “Gran Explosión Caliente”.

Cabe señalar que de previo al trabajo de Lemaitre hay tres propuestas bastante similares:
a) En 1917 el astrónomo holandés Wilhem de Sitter formula la hipótesis de que el corrimiento al rojo de los rayos espectrales de las nebulosas extragalácticas guardaba la proporcionalidad a su alejamiento del Sistema Solar, aunque admite que el Universo era estático.
b) En 1922 el astrónomo teórico soviético y cosmólogo Alexander Friedman había diseñado un modelo expansionista, pero sin tener asidero observacional y dado que muere oscuramente tres años después ,su labor no será reconocida sino transcurrido mucho tiempo ,
c) En 1924 el astrónomo soviético Ludwik Silverstein había tratado-sin lograrlo- de demostrar la expansión del Universo.

Recalquemos: La historia recoge que en 1927 Lemaitre dedujo matemáticamente y explicó la fuga de las nebulosas en el espacio ,asi como mostró que las ecuaciones de Einstein tenían como solución natural un Universo dinámico, lo que sería confirmado en 1929 por Edwin Hubble, quien observó que la velocidad con que las galaxias se alejan es mayor cuanto más lejos están del lugar de observación.
Lemaitre , colaborador de la Academia Pontificia de Ciencias , asistió a una conferencia en 1932 en la cual explicó su teoría a los asistentes, entre quienes se encontraba Albert Einstein, según la cual el universo nació de la explosión de un "-átomo primordial-" y no ha dejado de expandirse. Al final de la conferencia Einstein se puso de pie y exclamó: " Es ésta la más bella y satisfactoria explicación de la creación que haya oído nunca " lo cual reivindicaba los planteos del sacerdote y mostraba la humildad de Einstein . En lo personal yo he tenido el enorme privilegio de tener honda amistad con uno de sus discípulos ,el físico –matemático belga Jacques Chauveheid ,quien me ha aclarado varias de las ideas de su insigne maestro , así como las condiciones existentes en Europa en esos años.

5.- EXPANSION DE HUBBLE.- El astrónomo óptico norteamericano Edwin Hubble (con la ayuda del excarretero Milton Humason) siguiendo los trabajos observacionales de Vesto Slipher , quien se apoya en las observaciones de Shapley y Curtis, descubre entre 1924 y 1931 que las galaxias que pueblan los espacios universales se separan rápidamente unas de las otras, fenómeno que denominó en 1929 en un trabajo que mereció gran asombro :“Expansión Universal”, factor clave para comprender la evolución en gran escala de los acontecimientos cósmicos, y que obliga a pensar que haya tenido que existir un tiempo en el cual toda la materia del Universo debía ser como una masa continua comprimida

Hubble ,persona parsimoniosa, de ascendencia británica, abogado, boxeador y en su edad tardía astrónomo de los Observatorios Hale en California, se le considera el padre de la Astronomía Galáctica Moderna y el pionero en proporcionar una base observacional a la teoría de la expansión del Universo. Hubble postula que el espacio está poblado de galaxias y formula la ley que demuestra que el corrimiento hacia el rojo de los espectros emitidos por éstas es directamente proporcional a su alejamiento.

Refiere el historiador de la astronomía Pierre Thüiller que Hubble tiene que presentar sus propios hallazgos como provenientes de varios observadores (entre ellos su colega Milton Humason y recurrir a una estrategia que le asegure el éxito a su comunicación científica. Así en la publicación aparecida en la Revista Oficial de la Academia Americana de Ciencias presenta primero los hechos observacionales y luego - como de paso - se refiere al trabajo del astrónomo De Sitter que confirmaba teóricamente los datos empíricos. Ninguna mención se hace de la teoría formulada por Lemaitre y parte de la comunidad científica ha sido-y sigue siendo reacia a tomar en serio su aporte, precisamente por su condición de sacerdote. De esta manera, Hubble evade posibles críticas, pero al confirmar después la comunidad científica sus planteamientos, conmociona la Cosmología y la fecha de 1929 pasa a ser un hito en la astronomía, tanto que se le considera como el año del advenimiento de la Cosmología Moderna.

Puede agregarse que gracias a sus conocimientos de “jurista”, Hubble resuelve el problema y a partir de sus observaciones ya validadas por la ciencia oficial, se rescata los planteamientos teóricos y el Universo estático es una idea abandonada para dar paso al concepto de una Universo en expansión y luego a una teoría que explicaría que esta era el resultado de una explosión (B.B.). Sin embargo los modelos matemáticos de un Universo estático debidos a Einstein y de Sitter son aún muy útiles para la formulación de hipótesis del nacimiento del Universo. No puede afirmarse lo mismo de Lemaitre, pues sus colegas sacerdotes no entendían nada de lo que sucedía a su alrededor, enfrascados como estaban en enseñar en sus pulpitos que el Universo fue creado por Dios y de que este era inmutable, algo muy lejos de la realidad que emergía -poco a poco- en los ámbitos de la ciencia, procedentes de científicos agnósticos.

A partir de los años treinta y cuarenta (pues el proceso no es igual en todas partes del planeta) comienzan a aflorar diferencias fundamentales entre los puntos de vista aceptadas por los diversos científicos que trabajan en este campo. La gran mayoría de los cosmólogos opinan que el estado actual del Universo es el resultado de un proceso continuo que partió de un material sumamente comprimido y homogéneo que explotó hace millones de años: a esta hipótesis se le llama “del comienzo” y da origen a las cosmologías del “B.B.” que crea varios modelos llamados “Standard”, de los que se desprenden dos líneas de investigación que hasta los inicios de la década de los ochenta trabajan por separado.
a) Una línea se centra en el denominado “Early Universe”, o sea el Universo primitivo o inicial
b) Una línea que se preocupa de lo sucedido con la formación de los protocuerpos que originarían las galaxias y su posterior desarrollo, separación, expansión y lo que tiene relación con el futuro del Universo
c) Luego , por influencia de la física subatómica (física cuántica) aflora una tercera línea: el del “Very Early Universe” que busca conocer el estado de la materia antes o al iniciarse el proceso en el Universo muy inicial.
Podría afirmarse que sin muchas variaciones, cada grupo de astrónomos se ocupan de esas especialidades, pero luego, en la década de los noventa las tres líneas han vuelto a unirse porque los nuevos conocimientos extraídos de la física de los átomos obligan a tener una visión de conjunto. Sin embargo para esa fecha los métodos de trabajo, las hipótesis y los experimentos están tan especializados que comienzan a florar discrepancias sobre cuál debe ser la labor de la Cosmología.

En el entretanto , una minoría de astrónomos y cosmólogos prefiere considerar que el Cosmos existió siempre de toda la eternidad: esta es la hipótesis a la que se llama “Universo del Estado Estacionario o Fijo” sostenida fundamentalmente por los astrónomos ingleses Herman Bondi y Thomas Gold (en 1948) y por el astrónomo ruso Vorontzoff-Velyaminov en 1948, (por separado). El astrónomo inglés Fred Hoyle ( por las mismas fechas) sostiene opiniones convergentes, si bien en diferente forma , al admitir tal tesis al introducir la hipótesis de una continua creación de materia en el espacio intergaláctico (Teoría de la Creación Continua).

Y por supuesto, un tercer grupo - aún menor - esboza diversas teorías algunas relacionadas y otras desvinculadas con estas dos grandes líneas de formulación cosmológica. Mucho del trabajo teórico entre los años treinta al cincuenta quedan o bien celosamente guardados como secretos de guerra y otros sufren los efectos de la guerra fría que la sigue y será necesario aguardar hasta una o dos décadas después para que el panorama comience a cambiar y por ende a aclararse también.

RETRATO COMOLOGICO DEL UNIVERSO (1950) .- Aunque parezca un atentado contra el avance del conocimiento científico tratar de involucrar en una sola visión el conocimiento del Cosmos en la primera parte del siglo actual, no es tanto si se toma en consideración que la influencia de los conocimientos acumulados en cincuenta años - pese a que muchos son revolucionarios - no alcanzaron a modificar sustancialmente los cánones clásicos en que se desarrolla la astronomía y mucho menos la cosmología, entre los años señalados porque sus intereses están centrados en otras áreas y porque mientras los novedosos planteamientos de Einstein se abren campo y ponen en entredicho toda la armazón científica, esto es un proceso de digerido lento, y más aún respecto del conocimiento derivado de la física cuántica que - como se ha dicho- no impactará la cosmología del origen del Universo hasta las décadas 70-80.

Por otra parte, como lo han puesto de manifiesto las revelaciones de los propios físicos que se involucraron luego de pasada la Segunda Guerra Mundial en labores cosmológicas hay un evidente “impasse” que deja sentir sus efectos por esas fechas. En consecuencia, una revisión de los textos de enseñanza astronómica que circulan en Occidente en ese largo período pueden ser útiles testigos de esa aseveración, ya que los textos de enseñanza sufren tan pocos cambios que se podría decir que esta época es comparable al inalterable rostro de Doryan Gray el famoso personaje debido a la ironía humorística del escritor Oscar Wilde.

En razón que la investigación cosmológica se hace casi que exclusivamente en los países del Primer Mundo, las dos guerras mundiales y las consecuencias de la Guerra Fría, posterior en que estos países se involucran, dan como resultado un estancamiento de mucho trabajo que no se considera de utilidad práctica para uso militar, lo que se constituye en otro factor que congela la dedicación y la observación con fines cosmológicos por bastante tiempo.

También los flujos de información en estos años siguen patrones muy determinados y se produce el fortalecimiento de centros emisores de noticias que filtran información hacia países y “zonas periféricas”. Una característica importante en la forma de divulgar el conocimiento astronómico- y muy particularmente el cosmológico- muestra que los científicos en este largo período suelen ser reacios al uso de medios de divulgación de amplio espectro, cosa que no ocurre en la actualidad y, porque también, ahora la prensa es más abierta a este tipo de información como resultado del nacimiento del derecho a la información propugnado por la Organización de las Naciones Unidas y a los aumentos de socialización e interrelación planetaria que correctamente el comunicólogo canadiense Marshall Mac Luhan tipifica como la aparición de la “Aldea Global”.

El “salto histórico” que significan los planteamientos de Einstein a principios de siglo y los debidos a los planteos de la física cuántica son de tal naturaleza, y su impacto es digerido tan lentamente, que las descripciones del Universo que se ofrece en los libros editados entre 1920 y 1950 y aún hasta 1970 deben dividirse en dos cuerpos de conocimiento tan dicotómicos que uno parece no tener relación con el otro. Por ejemplo, en los textos de enseñanza de la astronomía consultados, apenas se hacen breves alusiones a la revolución que se estaba gestando en el lado de los conocimientos cosmológicos y más concretamente en el referente a la eventual creación del Universo. De allí que el examen de textos representativos consultados reflejan la siguiente situación:

1) Entre 1900 y 1950 la Cosmología presenta un proceso de fractura en el conocimiento que no se aplica a la acumulación de datos observacionales y nos muestran un Universo tranquilo, sin grandes cambios espectaculares; escasamente interrumpida su calma por la aparición de cometas; por la caída de “aerolitos” (meteoritos) o por partículas desprendidas de las estrellas o de los asteroides cercanos a la órbita de la Tierra.
2) La tranquilidad de los astrónomos que se maravillan por las “cosas del cielo” y el “orden del Cosmos” no se ve interrumpida (aparte de las dos guerras mundiales de esa época) por cuatro sucesos:
3) a) el lanzamiento de las teorías de la Relatividad General (1905) y de la Relatividad Especial (1917) por parte de Albert Einstein; b) la teoría del nacimiento del Universo lanzada por el abate belga George Lemaitre respaldada por George Gamow. c) Los planteamientos de la física cuántica, que para esas fechas tenían relación con la que ocurría al interior de las estrellas (conocido como nucleosíntesis) d) La reacción provocada por estas tres teorías en los sostenedores de la teoría del Estado Estacionario debido a los astrónomos ingleses Thomas Gold y Herman Bondi en 1948, respaldados por Fred Hoyle en 1949.
4) Lo que si produjo gran conmoción es el descubrimiento de Hubble. El fenómeno consiste en que el espectro de las galaxias estudiadas en el observatorio de Monte Palomar (y luego extendido a otros) muestra que en todos los casos las líneas espectrales se corren hacia las longitudes de onda mayores, esto es hacia el rojo. Al interpretar esta observación como un efecto Doppler significa que todas las galaxias que lo muestran están recediendo (es decir alejándose del observador, en este caso la Tierra). La velocidad de alejamiento de las galaxias es proporcional a su brillo, o a su distancia y se calcula mediante la constante de Hubble, así: H = Velocidad de alejamiento de la galaxia distancia de la galaxia = X km/s en Megaparsecs.
5) El mundo de la ciencia no será ya el mismo luego de estos sacudimientos observacionales que dan pie a que Einstein revise sus planteamientos de un Universo estático, dato que logra gracias a la introducción de un artificio matemático conocido como Principio Cosmológico Perfecto, que al balancear sus ecuaciones originales arrojan como resultado un cosmos estático. Luego al conocer los datos obtenidos por Hubble, Einstein rectifica sus ecuaciones y postula un Universo cuyo destino final depende de la curvatura del espacio, que a su vez dependerá de la masa presente en él.
6) Asimismo, al cobrar vigencia los modelos de Universo postulados prácticamente en los primeros cincuenta años del siglo actual, se inicia un debate permanente cosmológico que produce varios efectos:
a) El nacimiento aún muy tímido de la Cosmología como ciencia (todavía ligada a la astrofísica y aún no correlacionada con la física de partículas, hecho que ocurre mucho más tarde prácticamente hasta los años setenta y ochenta).
b) Un refinamiento y diversificación de las técnicas observacionales que repercuten en ventajas para la astronomía de este tipo.
c) Un recrudecimiento del debate sobre la habitabilidad de los “mundos” y de la creación del Universo por obra de Dios o por resultado del azar.
d) Un deseo de conocer más sobre el Sistema Solar, que a su vez origina ambiciosos programas espaciales por parte de Estados Unidos de América y de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
En los primeros cincuenta años del siglo presente los problemas del origen del Universo conocido revelan una acumulación de ideas en disputa que se refieren a dos planos: uno, más bien proveniente de épocas anteriores que son especulaciones de orden filosófico sobre la naturaleza del Cosmos y otro, referido a las elucubraciones teóricas sobre el proceso de creación del Sistema Solar

A raíz de estos sucesos que comienzan -paso a paso- a cobrar vigencia en los años cincuenta en adelante, los programas de enseñanza de la Astronomía sufren cambios profundos, porque la llegada de la Cosmología con este pesado bagaje no sólo no abandonaría las aulas universitarias, los centros de experimentación y los de observación, sino que arrastrará las otras ramas de la astronomía hacia obtener un mayor perfeccionamiento y exactitud para con base en ellos modificar parcial o totalmente la teoría de creación del Universo Estacionario o la de la Gran Explosión.


Como se ha señalado, pese a que los planteamientos de Einstein revolucionan el mundo científico, el proceso de digerir sus ideas y los sucesos que las rodean, vienen a aflorar después de la primera mitad del siglo, cuando se enardece la polémica entre partidarios de las tesis relativistas evolucionistas y los defensores de las ideas de un Universo Estacionario. Por ello es fácil encontrar en textos que se publican en fechas tan diferentes como 1910, 1938, 1957 y 1962 - para dar algunos ejemplos - discusiones sobres temas cosmológicos que ocupan la atención de los filósofos y los científicos a finales del siglo pasado y aún hasta 1950; pero dada la dificultad de replantear tales temas en poco espacio se hace una síntesis cronológica que recoge sólo lo de mayor relevancia.

La cosmología nace como una especulación filosófica, mas que como necesidad astronómica, a su vez la astronomía hasta los años 70 es prácticamente astronomía observacional y nada de las teorías cosmológicas pueden ser corroboradas por esta vía. Habrá que esperar el refinamiento del arsenal de los telescopios y radiotelescopios, pero eso tomará tiempo.

a) Cosmología del Sistema Solar. El examen de los libros de texto que circulaban en Costa Rica ya pasado medio siglo y aún más ,arroja referida a la cosmología o más propiamente a las cosmogonías del Sistema Solar.
1.-A fines del siglo pasado, el astrónomo francés Hervé Fayé concibió el origen de los mundos mediante la existencia previa de una materia caótica constituida por todos los elementos químicos. Animadas de diversos movimientos, las partículas habrían formado núcleos, absorbiendo éstos toda la materia existente y constituyéndose las nebulosas.
2.- Una hipótesis semejante es formulada por esas fechas por otro astrónomo francés Du Ligondes quien presupone la existencia primitiva de partículas caóticas, que tras sucesivos pasos dinámicos habrían originado los soles o estrellas, planetas y demás astros.
3.- El astrónomo norteamericano G.T. She elabora en 1901 igualmente un sistema cosmogónico mucho más original, en el que se da prácticamente por existente todo el universo, en forma potencial, por condensación de muchas nebulosas vagabundas que al encontrarse crean un centro gravitacional que por razones dinámicas hacen girar - en especial - otras para establecer las estrellas y los planetas por condensación.
4.- El químico sueco Svante Arrhenius en 1902 pone a actuar en su Cosmología no sólo las fuerzas centrípetas y centrífugas, como la generalidad de sus predecesores, sino que introduce otro factor: la presión de la luz. Por medio de la intervención de éste las nebulosas se transforman en soles, y éstos, por causa de numerosos fenómenos que frecuentemente ocurren, dan lugar a la formación, de diferentes modos, de los demás astros. El Universo concebido por Arrhenius a finales del siglo pasado y a principios del actual es triplemente infinito: en el espacio, en el tiempo y en el número de cuerpos celestes.
5.- Los astrónomos norteamericanos Moulton y Chamberlain formulan en 1900 la Teoría Planetesimal apoyada por el matemático italiano Borgatti, según la cual una estrella se acercó a nuestro Sol, produciéndose en éste grandes mareas a lo largo de la recta ideal, que unía los dos cuerpos. Materiales del Sol fueron proyectados hacia la estrella intrusa, y por el lado opuesto aunque en menor grado, otros de dimensiones considerables.. Suponiendo que la estrellas que se aproximó al Sol fuera relativamente pequeña, estando ambos astros en el punto de su mayor proximidad, una gran masa de gas solar fue en parte arrojada y en parte arrastrada en la dirección de la estrella visitante, al mismo tiempo que una masa más pequeña fue proyectada con menos fuerza, desde el lado opuesto del Sol, en dirección contraria a la de aquella. Fueron estas masas expelidas las que se convirtieron más tarde en los planetas Neptuno y Marte. Algo después otro par de masas solares fue arrojado de manera similar, originándose los planetas Urano y la Tierra. Dos pares de masas más, expelidas análogamente, dieron nacimiento a Saturno y Venus y a Júpiter y a Mercurio. En cuanto a Plutón y los asteroides su origen se atribuye a erupciones previas a las generadoras de la pareja Neptuno-Marte.
6.- El astrónomo norteamericano Whipple elabora en 1914 un sistema cosmogónico conforme al cual enormes nubes de polvo, en las inmensidades del espacio, habrían originado nuestro Sistema Solar y los de más sistemas astrales del Universo.
7.- El físico austríaco Von Weizäcker presenta en 1916 una teoría cosmogónica, en virtud de la cual los planetas se formarían por acreción de partículas en torno a pequeños centros en su origen, creciendo indefinidamente hasta obtener las proporciones que hoy observamos en soles, planetas, satélites y cometas. De este modo el polvo finísimo que se encontraba esparcido originalmente en la vasta extensión ocupada ahora por el Sistema Solar, se acumularía en pocos agregados para constituir el Sol y su cortejo.
8.- El astrónomo inglés Edward Milne presenta en 1930 la idea de que la proyección de la masa fluida destinada a formar los planetas se originaría en el hundimiento de la capa superficial de una estrella, por falta de estabilidad de la misma o por su recrudescencia calorífica, como podría ocurrir por la producción de alguna reacción nuclear, al alcanzar cierto punto crítico su temperatura interna. La superficie del astro, hundida y súbitamente gasificada, sería proyectada al exterior por efecto de una explosión no demasiado intensa, combinada con la fuerza centrífuga de la rotación del astro. En este caso, las masas expulsadas quedarían sometidas a la atracción del mismo girando a su alrededor, con lo que se iniciaría la formación de un sistema planetario.
9.- El astrónomo inglés James Jeans, de la Universidad de Cambridge, expone en 1931 la “Teoría de las Mareas” que acepta una gran proporción de astrónomos como el origen más probable del Sistema Solar; esta explica que dos estrellas u otros cuerpos, pasan muy próximos entre sí sin chocar, el efecto primero debe ser que cada una produzca mareas en la otra. Cuanto mayor sea la aproximación, más grandes serán las mareas en general, aunque también debe depender de la velocidad con que se cruzan los dos cuerpos, puesto que esta determina la duración de esa influencia mínima. Si la aproximación es realmente muy grande, las mareas pueden tomar una aspecto completamente diferente del de las débiles mareas que el Sol y la Luna producen en nuestros océanos; pueden tomar formas exageradas de grandes montañas en largas ramas de gas extraído del cuerpo de la estrella. Si las dos estrellas son de pesos desiguales, como será en general el caso, la menor sufrirá más perturbación que la más pesada. La larga rama o filamento de materia extraída de una estrella por acción de marea es en un principio de estructura continua, pero el análisis demuestra que posee una “inestabilidad gravitatoria”, por lo cual las condensaciones se empiezan a formar en esta larga rama de gas, hasta que el filamento se rompe en un cierto número de masa separadas. Así, los planetas se forman nacidos de la pequeña estrella.
10.- El astrónomo ruso O. Schmidt presenta en 1935 una teoría sobre la formación de los planetas y satélites del Sistema Solar, perfeccionando las ideas de Kant y Laplace y tiene como característica principal la transformación de la energía mecánica en energía térmica, cuyo proceso habría determinado la evolución de la nube cósmica primitiva.

En resumen las diferentes cosmologías del Sistema Solar que son mencionadas en esos textos, pueden agruparse en las siguientes categorías: a) Teorías basadas en la acción de fuerzas centrípetas y centrífugas; b) teorías basadas en la acción de las mareas; c) teorías basadas en colisiones; d) teorías basadas en el encuentro de estrellas, sin colisión y d) teorías basadas en estados de turbulencia. Estos criterios llamados “teorías catastróficas” por los astrónomos evidencian la suposición que el Sistema Solar , la Tierra y por ende la vida son la resultante de accidentes, más que de la acción final de un proceso, y aunque algunos astrónomos parecen intuirlo por esas épocas son voces discordantes o sus elucubraciones tachadas de desvaríos metafísicos.

b- Cosmologías del Universo.- Los libros de texto examinados suelen utilizar el concepto: "Astronomía Extragaláctica" para referirse a objetos astronómicos ubicados más allá de la Galaxia Local, dando cuenta de esta situación:
1) Los primeros planteamientos propiamente cosmológicos que implican todo el Universo se formulan uno en 1915 por Einstein y otro en 1917 por el matemático soviético Alexander Friedman (1888-1925); influenciado por los trabajos previos de otros matemáticos de mediados del siglo anterior, y principios del actual, tales como Karl Friedrich Gauss, alemán (1777-1855); Nikolai I. Lobachesky, soviético (1793-1856); Janos Bolyai, rumano (1802-1860); George Friedrich Bernhard Riemann, alemán (1826-1866). Y la primera comunicación científica observacional de la expansión del Universo se registra en 1929 por parte del astrónomo Hubble.
2) La visión del Universo, según aparece descrita en libros de texto elementales e intermedios, muestra - como desde 1900 hasta 1950 ( y aún más allá !), nada parece haber cambiado en la concepción popular de un Cosmos aparentemente tranquilo, sin cambios espectaculares. Las grandes discusiones en el campo de la Biología desatada por las teorías de Darwin sobre la evolución apenas si parecen tocar - de soslayo - la astronomía y la Cosmología. Y sin embargo conforme pasaban los años de 1900 a 1950, la Astronomía y más concretamente la Cosmología, que comenzaba a existir como ciencia, comienza a “calentarse” por el debate, pero de ello prácticamente no dan cuenta los libros de texto analizados

c) Resumen Cosmológico.-Un alto en los años 50, parece entonces pertinente para plantear una generalización debida a las teorías del conocimiento que pueda ser aplicable a la gestación de ideas cosmológicas basadas en planteamientos del pasado desde la remota antigüedad hasta la aparición de las primeras hipótesis científicas modernas.
El filósofo de la ciencia Bachelard lo plantea con singular sencillez al expresar que en su formación, el espíritu científico pasa por tres estadios:
1) El estado concreto, en el que el espíritu se recrea con las primeras imágenes del fenómeno y se apoya sobre una literatura filosófica que glorifica la Naturaleza, y que, extrañamente, canta al mismo tiempo a la unidad del mundo y a la diversidad de las cosas.
2) El estado concreto-abstracto, en el que el espíritu adjunta a la experiencia física esquemas geométricos y se apoya sobre una filosofía de la simplicidad. El espíritu se mantiene todavía en una situación paradójica: está tanto más seguro de su abstracción cuanto más claramente esta abstracción está representada por una intuición sensible.
3) El estado abstracto, en el que el espíritu emprende informaciones voluntariamente substraídas a la intuición del espacio real, voluntariamente desligadas de la experiencia inmediata y hasta polemizado abiertamente con la realidad básica, siempre impura, siempre informe.

Manifiesta Bachelard que para terminar de caracterizar estas tres etapas del pensamiento científico, es necesario preocuparse de los diferentes intereses que constituyen en cierto modo la base afectiva de los intentos gnoseológicos presentes en cada etapa.
Si se aplica estos estados al examen histórico, es posible afirmar :
a) el primer estado sirve para referirlo a lo que hemos llamado Momentos, desde el primero hasta el período Copernicano inclusive,
b) el segundo estado cubriría los restantes períodos a partir de Copérnico hasta los trabajos de Newton
c) el tercer estado se iniciaría con los planteamientos de Einstein, más tarde reforzado por los hallazgos en el campo de la física cuántica
d) ambos conceptos :relativismo y cuántica , juntos han revolucionado a tal punto la forma de hacer ciencia que la tecnología de punta que acompaña la experimentación y los hallazgos han llevado a la humanidad a un estadio muy elevado en lo que a la manera de pensar se trata, aunque francamente su comportamiento sigue en espera de un cambio de paradigma,como el que postula por estas épocas el jesuita Theildhard de Charding.

En 1995 el astrónomo, cosmólogo y periodista norteamericano Timothy Ferris publica una valiosa obra de divulgación bajo el título: "Tesoro Mundial de Física, Astronomía y Matemáticas", que contiene gran cantidad de información publicada entre 1900 y 1950, que no fue recogida en los libros de texto consultados, lo que demuestra que, aparte de unos pocos astrónomos de reconocido prestigio (entre ellos Eddington, Gamow, Jeans, Strüve, Abbeti, Hack) contribuyeron a divulgar tanto sus ideas cosmológicas, como las de sus colegas. En la obra de Ferris, es posible encontrar reproducciones de artículos de divulgación de gran valor histórico no fácilmente obtenibles en español. A partir de la década de los novena-sin embargo-varias universidades norteamericanos comienzan esa misma divulgación en sitios especializados en Internet.

2.-DE LA CREACIÓN INMEDIATA Y UNICA A LA TEORIA DE LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA
De la lectura de los acontecimientos en la física, pese a que se habían gestado verdaderas revoluciones en el campo de la relatividad y que la cuántica amenazaba todos los conceptos clásicos de la física y en la elaboración cosmológica estaba en camino nada menos que el descubrimiento de la expansión todo - sin embargo parecía obedecer a una “Welstanchaung” (visión del mundo) estable, donde todo era posible explicarlo por medio de generalizaciones. Y en casi todas las disciplinas del saber la vida transcurría, pese a los problemas, a las enfermedades, a las catástrofes financieras, y a la composición y recomposición de los grandes imperios geográficos debido a las políticas expansivas y colonialistas de varios países europeos y de Norteamérica, en una calma aparente. La biología no escapaba a esta situación, no obstante que treinta años antes de iniciarse el siglo XX Charles Darwin había estremecido los cimientos de esa disciplina. En busca de una explicación ,bástenos-por ahora-recurrir a Gastón Bachelard ,para quien, el hecho que los libros de ciencia no hayan comenzado a formalizarse sino hasta muy recientemente explicaría porque mucha idea nueva y francamente revolucionaria pasara desapercibida o no más allá de ciertos cúmulos.

La lenta tarea de describir -cada vez más fielmente- a las especies conocidas, la observación paciente, ampliada por el microscopio, y los esfuerzos de clasificación y ordenación que iban generando una taxonomía universalmente aceptada, parecían consumir, como objetivos, todas las energías de botánicos, zoólogos, médicos y naturalistas. Se trataba, sin duda, de tareas importantes y necesarias, pues solo este afán sistematizado y descriptivo podía disponer adecuadamente del material existente para una labor teórica posterior. Pero los avances en este sentido no podían ocultar que, aún habiéndose iniciado el siglo XX, no había un cuerpo de hipótesis organizado, capaz de responder a las preguntas fundamentales sobre el origen y la naturaleza de los procesos vitales, sobre el carácter biológico del hombre o, respecto a la razón de la existencia de las múltiples especies conocidas, y a sus diversas variedades.

En tanto se carecía de una reflexión verdaderamente científica sobre tan cruciales temas, los investigadores, y la humanidad en general, poseían ideas muy poco rigurosos al respecto, basadas más en la intuición, el sentimiento o el prejuicio que en un trabajo de indagación y reflexión sistemático. La vida se seguía concibiendo como un hálito prodigioso, como un misterio que quizás fuera imposible develar, como obra de Dios o de los dioses, sin que ninguna explicación estrictamente natural se aproximara a satisfacer tal problema.

El tema, en verdad, parecía reservado más a la preocupación religiosa que a la investigación propiamente científica. Así como todas las religiones aportaban una cosmogonía más o menos definida y alguna clase de ética, todas, también, daban cuenta de la aparición de nuestra especie sobre la Tierra. Los mitos eran variados y disímiles, aunque no sería atrevido afirmar que coincidían en atribuir al hecho un carácter sobrenatural: la vida era insuflada en la materia inerte, creada por espíritus o dioses preexistentes, derivada de potencias que trascendían al mundo físico.

El mundo occidental, cristiano, no era tampoco una excepción al respecto. A pesar de que su cultura había emprendido un rumbo racionalista, capaz de sentar las bases de la ciencia moderna, la Biblia continuaba siendo la primera y además la última autoridad en estas materias. Se consideraba a este texto no solo como sagrado, sino como la verdad literal y estricta, revelada directamente por Dios, a la que resultaba herético añadir una sola palabra. Aunque ya en el siglo XVIII el Iluminismo se había opuesto en general a una visión religiosa de la vida, adoptando en algunos autores posturas francamente ateas o radicalmente agnósticas, y aunque muchos espíritus cultivados poseían ya una dosis bien elevada de escepticismo, Occidente, en términos generales seguía todavía ligado fuertemente a las concepciones cosmogónicas emanadas de la Biblia.

El Génesis, explicado literalmente por la religión expresa que:
a) Dios crea el mundo en siete días y pone al hombre en el centro del universo, junto con las demás criaturas vivientes;
b) Adán surge del barro primigenio y Eva nace de su costilla (como seres humanos originarios de toda la descendencia posterior);
c) y durante el Diluvio Universal (en el cual el patriarca Noé salva una pareja de animales de cada especie de todas las existentes ) se asegura su perpetuación.

Si bien existían pocas referencias, en el texto bíblico, que se opusieran francamente a las teorías astronómicas y físicas creadas a partir de la época renacentista, sin embargo, hubo una firme oposición despertada por ellas en las instituciones religiosas. Pero, cuando del estudio de la vida se trataba, el conflicto adquiría caracteres más acusados, pues considerar al hombre como una criatura animal implicaba negar frontalmente la visión cristiana de un cuerpo mortal y un alma imperecedera, separada de éste e insuflada - en un acto sobrenatural instantáneo - directamente por Dios.

Si la exégesis bíblica literal operaba como limitante por lo mencionado, conllevando a una actitud recelosa y represiva de las instituciones religiosas, había otro supuesto que se alzaba frente a los teóricos de la biología: la Creación, además de haber colocado sobre nuestro planeta todo lo existente de una vez y para siempre, rompiendo una continuidad casi infinita de años donde solo reinaba Dios en el vacío, se había producido en una época relativamente reciente (según los especialistas en la materia el Génesis había ocurrido casi exactamente cuatro mil años antes de Cristo) entregándonos un mundo perfectamente hecho y acabado que, naturalmente, casi no había tenido tiempo de modificarse. La discrepancia entre esta brevedad del universo por un lado, las ideas provenientes de los geólogos que databan las rocas terrestres en varios millones de años, así como las inmensas distancias que iba determinando la nueva astronomía, despertaba sin duda la inquietud de muchos científicos y pensadores, no así de los creyentes parapetados e inmunes a estas disgresiones ateas y sacrílegas.

Pese a ello, la ciencia biológica avanzaba lentamente, aprisionada por dogmas que ponían fronteras a sus indagaciones, dificultada siempre en la elaboración de leyes generales por la complejidad y gran variedad de su materia de estudio, se movía entonces dentro de un horizonte limitado, al que solo se aproximaban los esfuerzos de los microscopistas o la labor clasificatoria general iniciada por los naturalistas .Sobresalen,entre varios nombres dos:
a) un naturalista francés, Georges Louis Lefrevre, conde de Bufón (1707-1888) , autor de una célebre obra de “Historia Natural” que comprendía estudios de antropología, arqueología e Historia Natural
b) el químico sueco Charles Linneo (1804,1869) y continuada con paciencia y devoción hasta entrado el Siglo XX.
La obra de ambos-contradictoria entre si, abría, sin embargo el canal para nuevas elucubraciones que surgirían después con los trabajos del francés Jean Baptiste Lamarck (1744-1829) .

1.-Surgimiento de las Dudas.- Sin embargo y no obstante a esa aparente calma el ambiente creado por los avances de las ciencias físicas y por el pensar iluminista estimulaban, pese a las oposiciones del dogma religioso, la reflexión y el análisis, las investigaciones independientes y desprejuiciadas. Dentro de este influjo, algunas voces habían ya insinuado una oposición a las ideas biológicas dominantes, dudando de la existencia de especies inmutables y de una Creación, única y general, de todas las formas de vida existentes. Por ejemplo el francés Montesquieu, en 1721, había observado que las diferencias entre especies próximas podían aumentar o disminuir con el tiempo, suponiendo que toda la vida existente podía provenir de muy pocas especies iniciales

Hacia finales del Siglo XVIII autores independientes entre ellos Jean Baptist Lacmark y Erasmo Darwin (abuelo de Charles Darwin) insinúan ya, y plantean una perspectiva evolucionista, que afirmaba la existencia de un proceso de lentas modificaciones a través del cual las diversas especies conocidas habían llegado a ser tales como aparecían sobre la Tierra. Se basaban en algunos hechos que son las primeros instrumentos de algunas ciencias: la observación ,y que no podían ser desmentidos:
a) los frecuentes y marcados parecidos anatómicos entre animales y entre plantas aparentemente muy distintos,
b) las variaciones que se producían espontáneamente en la naturaleza, y que daban origen (a veces) a formas anómalas o desviadas;
c) las modificaciones que podía producir, al cabo de un tiempo relativamente corto,
d) la crianza artificial y selectiva de animales domesticados.

Ambos se veían obligados a decir, para dar forma a sus propuestas, que las modificaciones que -sobre cada organismo vivo- estimulaba el ambiente, podían y debían trasladarse a la descendencia. Tal afirmación, no comprobable en la práctica, debilitaba seriamente sus respectivas teorías, dándoles un aire especulativo que las emparentaba más con la reflexión filosófica que con leyes científicas. En este contexto, las teorías evolucionistas no contaban con suficientes elementos como para imponerse a la mayoría de los pensadores, y menos aún para superar la resistencia que siglos de tradición les ofrecían.

La evidencia mostraba, por otra parte, que si algún proceso evolutivo se había producido, este se había desarrollado en lapsos sumamente largos, puesto que las especies no se "veían" evolucionar al paso de las generaciones humanas. El dogma de la creación del mundo en tiempos relativamente próximos que imperaba en el mundo occidental dificultaba pensar en más dilatados períodos temporales (cosa que no había sucedido entre los griegos o los hindúes, por ejemplo). La elaboración de una verdadera teoría evolucionista requería entonces no solo de más ajustados y verificables conceptos, sino también de una actitud nueva en lo referente al tiempo, que descartara de una vez toda barrera artificial.

El cambio de concepción requerido surgió de la geología, que consumó la revolución científica precisa para resolver tales problemas. Durante el siglo XVIII esta ciencia se debatía en sus difíciles comienzos, tratando de determinar las fuerzas que habían impuesto su forma a la corteza terrestre y los procesos en que se entrelazaban.

2.- Catastrofismo Geológico.- Predominaba entre los iniciadores de la geología un punto de vista que suele denominarse "catastrofismo" (de acuerdo a tal enfoque se pensaba que todo el relieve de la Tierra había aparecido bruscamente, en el curso de un tiempo muy breve, por obra de grandes cataclismos o catástrofes). Las opiniones variaban, pues unos sostenían el predominio de erupciones volcánicas colosales, mientras que otros daban mayor importancia a la acción de las aguas, bajo la forma de un Diluvio Universal. La coincidencia en cuanto a la idea en sí del catastrofismo hacia estas opiniones perfectamente compatibles con la Biblia, evitándose cualquier connotación perturbadora. Un intento serio de reconciliar los hallazgos arqueológicos y las Sagradas Escrituras se debe al naturalista francés Georges Couvier (1769-1832).

Los que recusaban tales suposiciones sostenían que todos los cambios operados en la superficie terrestre obedecían a causas perfectamente naturales (a la acción lenta y continuada de las mismas fuerzas que era posible detectar en el presente). Entre ellas:
a) el esporádico vulcanismo, la erosión de las corrientes de agua y de los vientos,
b) la fuerza de las mareas
c) y sobre estas dos premisas quedaba descartado todo comienzo catastrófico o toda conclusión apocalíptica.
Si bien la lentitud de la acción de los factores en juego implicaba, por cierto, la consideración de una escala de tiempo mucho mayor a la supuesta por la Biblia; lo cierto es que los defensores de esta posición no se arredraban ante ello, a pesar del rechazo de sus contemporáneos.

El geólogo escocés Charles Lyell ( 1797, 1875) a mediados del siglo anterior desarrolló y sistematizó las ideas de sus predecesores, organizando acuciosamente las observaciones geológicas y fundiéndolas en una teoría coherente, capaz de constituir el cuerpo fundamental de ideas de esa ciencia. Por fin, después de largos años, publicó sus “Principios de Geología”, a partir de 1830 en la cual lograba edificar una teoría congruente sobre la base de gran cantidad de datos empíricos, y explicaba la forma en que habían actuado las diversas fuerzas responsables de la actual configuración terrestre.

De este modo la geología completaba otra importante revolución científica, referida ahora al tiempo. La escala con que debía medirse el Universo se alargaba considerablemente, desbordando netamente al tiempo histórico. Era el tiempo de un universo que debía contarse por millones y no por miles de años: de un cosmos que había existido durante períodos inconcebiblemente prolongados antes de que la humanidad hiciera aparición en el planeta.
La posición de nuestra especie en el mundo se redimensionaba. Las consecuencias de estas postulaciones no se hicieron esperar::
a) los seres humanos ya no ocupabamos el espacio central, casi la totalidad, del tiempo conocido, sino una mínima fracción de éste: la del presente.
b) ello armonizaba con los descubrimientos astronómicos que se iban efectuando, y que hablaban de un universo inmenso, de millones de estrellas y nebulosas, de vastedades en las que no ocupábamos ningún papel privilegiado.
c) En consecuencia :mucho antes que Einstein relativizara las mismas nociones esenciales de espacio y de tiempo, estos elementos básicos de nuestra percepción se habían transfigurado radicalmente, desde la ingenua ,inmutable y limitada visión anterior.

3.- La Revolución Darwiniana.- Esta revolución planteada por las ideas de Lyell no se impuso súbitamente en la conciencia de sus contemporáneos: primero convenció a algunos pocos expertos en geología y estudiosos afines, luego a ciertos espíritus independientes, ganados por la racionalidad del argumento y el peso de las pruebas, abriéndose paso desde la intelectualidad de la época hacia más vastas esferas.

Una de sus repercusiones decisivas, sería la influencia de estas nuevas ideas sobre el joven inglés Charles Darwin, (1809 , 1882 ) un inquieto estudiante apasionado por la caza, quien tenía 22 años cuando partió en el "Beagle" en 1838, un barco que habría de dar la vuelta al mundo como parte de un programa de investigaciones científicas. Iba como naturalista de la expedición, aun cuando no había cursado estudios muy sistemáticos sobre el tema; tal cosa era compensada por tanto por una pasión sin límites por la observación de los seres vivos, y por conocimientos que iban desde la medicina y la entomología hasta la mineralogía y la geología. Darwin paso mucho tiempo en tierras continentales de América del Sur y en la Isla de las Galápagos y es poco conocido que estuvo de visita en la Isla del Coco, actualmente perteneciente a Costa Rica , y ambas Parques nacionales en honor a la labor del científico escocés.

Algunas de las conclusiones parciales obtenidas pusieron a Darwin sobre la pista de problemas teóricos más amplios:
a) ¿Por qué se encontraban especies muy similares, pero no idénticas, en zonas adyacentes?
b) ¿A qué podía deberse la semejanza observada entre la estructura de los fósiles de una región y la de los animales que vivían en la misma?
c) ¿Cómo explicar que especies que tenían modos de vida similares y habitaban en diferentes islas de las Galápagos (hoy pertenecientes al Ecuador), por ejemplo, muy próximas entre sí, presentaran notables diferencias?

Pronto encontró que la única hipótesis que satisfacía a estas cuestiones era la de la existencia de una progresiva modificación de las especies, en el cuadro de un proceso evolutivo general. Si estas modificaciones se acumulaban gradualmente, a lo largo de los gigantescos períodos de tiempo que implicaba la geología de Lyell, podía explicarse entonces sin dificultad la rica variedad de formas que presentaba la vida. Hasta aquí, no obstante todo esto, se hallaba casi en el mismo punto que algunos de sus predecesores y contemporáneos. Poseía el concepto de evolución como una clave o marco teórico general, pero ello de poco servía si no se descubrían los mecanismos concretos con que esta operaba: la forma en que cada animal o planta podía variar a lo largo de las eras.

Sobre la base de dos conceptos maestros, Darwin llegó a explicar todo el complejo proceso evolutivo:
a) Cada especie, al reproducirse, generaba individuos similares pero no completamente idénticos, mediante variaciones pequeñas dentro del patrimonio hereditario común;
b) La lucha lucha por la existencia determinaba que solo pudiesen sobrevivir y reproducirse los más aptos (aquellas variaciones mejor adaptadas al ambiente climático y físico, a la búsqueda de alimentos y la defensa contra los predadores) determinando la perpetuación de las características que mejor garantizaran la supervivencia.
c) Un proceso de selección continua producía, entonces, pequeños cambios en cada generación, pero estas modificaciones, acumulándose y potenciándose a lo largo de una escala temporal gigantesca, podían ocasionar alteraciones muy marcadas.
d) Las variedades de una misma especie, en hábitat diferentes, evolucionarían distanciándose entre sí, determinando la aparición de nuevas especies y, con el tiempo, de distintos géneros y familias.
e) Llevada la idea hasta su conclusión lógica, podía comprenderse de esta manera no solo la evolución de alguna forma de vida en particular, sino la misma diferenciación que presentaban entre sí todos los organismos vivos.

Una vez llegado a este punto, Darwin, sin embargo, no se apresuró a hacer públicas sus conclusiones. Se trataba de ideas muy revolucionarias, que podrían despertar un profundo rechazo en los círculos religiosos y conservadores, y en todo caso un marcado escepticismo. Por esta razón inició un lento y sistemático trabajo de investigación, destinado a verificar en multitud de casos las teorías elaboradas: solo veinte años después se decidiría a publicar la obra en que se exponían sus argumentos y sus elementos probatorios, “El Origen de las Especies”, aparecida en 1859. Pero con gran paciencia Darwin espero hasta 1871 para publicar sus ideas sobre el origen del ser humano. No podemos detenernos aquí en la polémica - sumamente acre- que levantan estos libros (ni en otros aportes de la época, como el de Alfred Russell Wallace quien, paralela e independientemente) llegó a muchas de las conclusiones sostenidas por Darwin.

Nos interesa destacar, en cambio, la visión que podía derivarse de la nueva teoría evolucionista: el impacto que producía en el pensamiento científico y filosófico aún entrando el siglo actual. Hasta esa época, y aún en nuestros días, se veía como una prodigiosa labor del Creador la ajustada adaptación que cada especie tenía con su entorno, la compleja y complementaria relación entre los seres vivos. Parecía que, en todo el mundo biológico, existiese un orden preestablecido, una disposición de las cosas tal que permitía hablar de una armonía de origen divino y desde entre enfoque solo podía concebirse un mundo estático, cerrado a todo cambio, dado de una vez y para siempre, en vez de construido y desarrollado a lo largo de millones de años.

Pero la verdadera importancia de la revolución darwiniana no residía exclusivamente en este replanteamiento radical del problema de la adaptación y de la diversidad de las especies. Radicaba, en esencia, en la ruptura con el mito de la singularidad de la especie humana. Al ser el hombre un organismo tan visiblemente próximo a otras especies animales, no solo por su estructura externa sino además por la disposición de sus órganos y su fisiología, quedaba también ligado a la larga serie de procesos que lo emparentaban con otras especies, colocándose como un elemento más del amplio conjunto que formaba el árbol evolutivo. La humanidad -se podía entonces afirmar- poseía un origen común con todas las otras criaturas vivientes, pero no un origen divino. Se compartían un proceso evolutivo y unos remotos antepasados, quizá unicelulares, los puntos de partida de una cadena de cambios extendida a lo largo de miles de millones de años.

Complementariamente es preciso mencionar, la importante labor desarrollada hacia la misma época por el abate austríaco Gregorio Mendel (1822-1884) , quien comprendió por primera vez algunos de los mecanismos fundamentales de la herencia al sentar las bases para el análisis matemático de los fenómenos hereditarios, arrojando nueva luz sobre el proceso de generación de variaciones dentro de una misma especie, con lo que la teoría evolucionista adquiría más solidez. Sobre la base de estos aportes es que la moderna biología ha avanzado ahora tan rápidamente, integrando además sus conocimientos a los que provienen de la química, lo que ha dado por resultado la aparición de nuevas ramas tan importantes como la bioquímica y la genética; pero a inicios del siglo actual y hasta su primera mitad con más limitaciones que los avances de la física.

Las resistencias provenientes del pensamiento religioso, de la actitud no crítica y del deseo de no renunciar a considerar a la humanidad como algo aparte de las otras criaturas vivientes, han disminuido visiblemente, pero no han cesado durante el período bajo examen. No solo entre los más recalcitrantes partidarios de un dogmatismo bíblico, que en la actualidad no atrae a muchos partidarios sino además, de un modo más sutil e indirecto, entre muchas otras personas: se recela aún de las ideas de Darwin o, lo que es más corriente, tales planteamientos no se incorporan en absoluto a la reflexión. Aunque en las dos últimas décadas del siglo XX bajo examen se ha producido una verdadera explosión de ideas que modifican los planteamientos de Darwin , basta por ahora decir que hasta 1950 no hay grandes variaciones a las tesis darwinianas. Y basta agregar que no es sino hasta finales de 1996 que la Iglesia Católica acepta - como algo más que una hipótesis - los planteamientos de Darwin.

4.- Preocupaciones Filosóficas.- Aunque había preocupaciones de carácter religioso, que ataban el espíritu, por otra parte para estas fechas los círculos pensantes sostenían que ser humano ya no se debía considerar a sí mismo meramente como un espectador pasivo de la obra de Dios, sino como un partícipe activo en los procesos de la naturaleza, como una criatura que, al conseguir el conocimiento que le proporcionaría poder sobre esta, podría hacer de sí misma lo que deseara. Esta transformación de la opinión del hombre sobre sí mismo, que contribuyó a engendrar la revolución científica, se vio fortalecida por los éxitos científicos de los cuatro siglos anteriores, reforzada por el industrialismo y las pugnas ideológicas en boga, principalmente de las provenientes del marxismo cuya fuerza teórica de fines del siglo pasado e inicios del actual, se verá fuertemente favorecido por el ascenso al poder en la Rusia Zarista en 1917 y luego por la expansión y poderío soviéticos.

Así, a largo plazo ya resultaba posible pensar en el trabajo penoso como algo innecesario y en la erradicación de la enfermedad. La naturaleza, que durante tanto tiempo había sido la opresora despiadada de los hombres, podría ser dominada mediante la nueva ciencia. Mientras que la imagen aristotélica de la naturaleza y todas sus explicaciones teológicas adyacentes no había logrado alcanzar el poder sobre la naturaleza, uno de los objetivos centrales de las nuevas corrientes en la ciencia iba a ser, extender los límites del imperio humano, de hecho, basta lograr realizar todas las cosas posibles. Para ello los científicos se apoyaban en los postulados proclamados dos siglos antes por el francés Bacon, para quien “la ciencia iba a reconquistar para el hombre el poder sobre la naturaleza que se le había concedido por mandato divino, pero que se había perdido en el momento de la Caída. En este sentido, Bacon redefinió el conocimiento científico como “…el conocimiento que conduciría al poder sobre la naturaleza: lo que se requeriría era el conocimiento de las causas de los fenómenos, y no el conocimiento de los propósitos y objetivos de la naturaleza”.

Los descubrimientos de la física de esta primera parte del siglo XX apoyan, en una medida bastante notable, la articulación de un paradigma antirreduccionista. El hecho de que las propiedades de los aparatos de medición, descriptibles por la física clásica, sean un aspecto esencial del formalismo de la mecánica cuántica, significa que no todas las macropropiedades de la materia pueden explicarse en términos de micropropiedades. Luego, si el programa reduccionista ha entrado en conflicto incluso con la propia física, el compromiso de reducir todas las ciencias a teoría física, y concretamente el compromiso de reducir todas las ciencias a teoría cuántica produce grandes debates filosóficos.

En criterio del filósofo norteamericano de la ciencia Bryan Eslea: “Un estudio de la historia de la física no confirma en modo alguno la acusación de Roszak según la cual las ciencias físicas han demostrado que la senda del progreso radica en cultivar "un estado de consciencia exento de toda distorsión subjetiva, de toda implicación personal". Antes al contrario, el compromiso subjetivo y apasionado, basado en gran medida en preferencias estéticas, constituye la fuerza motriz, más importante de las ciencias físicas”.

Para Eslea del efecto de los debates originados por las ideas relativistas - que calan poco - y de las ideas de la física cuántica - que producen conmoción en los círculos pensantes no es fácil entender cómo un físico podría concebir el progreso de la física tan solo como una serie de pasos que llevan cada vez más cerca de una ontología absoluta. En el mejor de los casos, lo único que sabe el físico moderno es que la mecánica cuántica "funciona", que le da poder sobre la naturaleza. Si bien en un enfoque reduccionista la mecánica cuántica le dice al físico cómo es la naturaleza, el hecho de que la conducta de la materia pueda predecirse aproximadamente mediante el uso de teorías matemáticas estéticamente agradables no significa para el lego, en ningún modo, que los colores cambiantes de un crepúsculo no constituyan, en parte, también un aspecto intrínseco de la naturaleza.

De igual manera Charles Darwin - hacia el final de su vida – empezará a sentir la necesidad de no permitir que el enfoque poético de la vida fuera excluido por otro analítico y manipulador. En su autobiografía se lamentaba y advertía al mismo tiempo: “Mi mente parece haberse convertido en una especie de máquina dedicada a pulir una serie de leyes generales a partir de una amplia selección de hechos, pero me resulta inconcebible que esto pueda haber provocado la atrofia de esa parte específica del cerebro de la que dependen los gustos más excelsos. Supongo que un hombre con una mente más organizada o mejor constituida que la mía no hubiera sufrido de igual modo; y si tuviera que vivir de nuevo mi vida me impondría la regla de leer algo de poesía y de escuchar algo de música cuando menos una vez a la semana; porque quizás esas partes de mi cerebro que ahora se encuentran atrofiadas podrían haberse mantenido en actividad si se hubieran utilizado. La pérdida de esos gustos supone una pérdida de felicidad, y tal vez el debilitar la parte emocional de nuestra naturaleza sea dañino para el intelecto, y más probablemente para el carácter moral”.

Para estas fechas los intelectuales comienzan a sentir que, frente al empuje de la ciencia que apenas logran comprender, la unidad del conocimiento peligra y en que los hombres de ciencia a menudo no son muy conscientes de este deber de comunicación, no solo en el interior de su disciplina, sino también en el exterior.

Y es que, el punto de vista oficial de estas épocas (que en verdad casi terminando el siglo aún perduran) es que los científicos están dedicados a la ciencia dentro de parámetros rígidos:
a) La ciencia es un sistema de consenso al que pone en marcha una acción determinada; es autónoma, independiente, se perfecciona por sí misma es capaz de acumular sus descubrimientos hasta el infinito, y sus errores solo pueden corregirlos ulteriores investigaciones. Los científicos se hallan entregados en cuerpo y alma a ese sistema, y obtienen una gran satisfacción por el solo hecho de dedicarse a su servicio;
b) a los científicos no les satisfacen, por si mismas, ni las verdades de la naturaleza ni sus leyes, sino el hecho de hacerlas encajar dentro del sistema de la ciencia. La naturaleza, como tal, carece de valor (es neutral);
c) las verdades y leyes de la naturaleza pueden utilizarse, sin embargo, para satisfacer los deseos de los humanos; pero, hablando con propiedad, los científicos carecen de estos deseos, de modo que no son ellos quienes cuidan de la aplicación práctica de los descubrimientos realizados;
d) los hombres de ciencia no son responsables de la forma en que se utilicen los resultados de su trabajo. Puede que tengan motivos sentimentales y prejuicios, pero estos no influyen demasiado en ellos. Lo verdaderamente importante para un científico es tener la oportunidad de trabajar, y todos los problemas proporcionan las mismas oportunidades para un servicio igualmente excelente; e) lo dicho anteriormente no excluye, como es natural, un sentimiento de orgullo, cuando los resultados de su trabajo sirven a un propósito determinado y pueden utilizarse para algo práctico.

Se pregunta el filósofo de la ciencia argentino Mario Bunge sobre esta escala de valores: “¿Cuál es la conclusión que sacamos de esta sorprendente posición, mantenida con considerable dogmatismo, que empezó a florecer, sospecho en las universidades alemanas, durante el siglo diecinueve? Que establece una casta puesta al servicio de una entidad abstracta: el sistema del consenso científico, susceptible de desarrollarse por sí mismo. La forma que adopta este servicio es la adhesión al "método científico", que es un método sumamente estricto y riguroso, a veces con un rigor que llega hasta la obsesión, como cuando, en un caso determinado, sin importar la forma en que se haya podido llegar a un resultado positivo, por ejemplo, gracias a la suerte, perspicacia, apreciación filosófica, ese resultado no entra dentro del contexto de la ciencia hasta que ha sido comprobado de una forma ritual y se le ha dado una definición adecuada. El método constituye el único camino seguro, y lleva implícita la segregación de cualquier otro compromiso inmediatamente humano o divino”.

Obviamente, el científico no puede predecir todos los usos que su conocimiento puede tener, ni es responsable por ellos. Todo conocimiento puede usarse para lograr objetivos buenos o malos. Pero los ejemplos que utilizan para ilustrar la distinción entre conocimiento teórico puro y conocimiento práctico a menudo son demasiados simples y definidos. En la práctica, el científico hace constantemente juicios de valor sobre cuáles datos escoger y cuáles pesar por alto, ya que, como parte de su trabajo, debe determinar lo que es pertinente, significativo o importante, tal y como el filósofo norteamericano John Dewey señalara para enfatizar que la razón es el medio que permite lograr cierta estabilidad en la incertidumbre y el error que caracteriza un acercamiento no sistematizado a la realidad circundante: Los datos no son simplemente "lo dado" sino "lo tomado", para enfatizar la naturaleza selectiva de la observación y el hecho de que se escogen los datos para alcanzar objetivos determinados.

El científico hace juicios de valor de acuerdo con las posibilidades que cree que pueden realizarse por medio de un procedimiento más bien que por otro, de acuerdo con la lógica inherente al trabajo, pero también en vista de la significación que su trabajo tenga para el hombre y los problemas de la vida humana. Es verdad que en la práctica, un hombre no puede separar plenamente su parte como científico puro de su parte como agente moral. Sin duda que no puede, en conciencia, pasar por alto el significado práctico de su trabajo, especialmente en aquella área que ha escogido como su vocación. No cabe duda que un científico, no educado liberalmente, puede no ver que su ciencia es también una parte de las humanidades y que sus trabajo tiene la posibilidad de contribuir, en mayor o menor grado, al bien de la humanidad. Ciertamente que ningún científico, como ciudadano, debería dejar de percatarse que sirve a la sociedad a la que pertenece.

Todas estas reflexiones, y seguramente muchas más impactaron a los científicos durante la I y II Guerras Mundiales; sobre todo cuando en la última, los conocimientos del átomo, sirvieron para la fabricación de las bombas atómicas; y cuando estas fueron utilizadas demostraron, con toda su crudeza el problema ético envuelto en el quehacer científico, que ni siquiera se acalla con la carta pública de Albert Einstein al Presidente Roosevelt .

Los científicos comenzaron a interesarse por la ética cuando la propia ciencia se convirtió en un factor decisivo de la economía y de la política y de la guerra, vista como una continuación de ambas. Los problemas de la conducta moral habían sido tradicionalmente dejados en manos de filósofos y teólogos. Pero ni unos ni otros fueron capaces de predecir los conflictos morales que habrían de preocupar a los científicos de nuestro siglo: las tensiones entre la libertad y la seguridad, el bien universal y el interés privado, la verdad y la ideología. ¿Cómo podrían haber previsto semejantes dificultades si creían que la ciencia se ocupa tan solo de hechos, jamás de valores, y que las normas de conducta no pueden fundarse en el conocimiento científico, de manera que la ética es totalmente ajena tanto al espíritu de la ciencia como a sus resultados?

Señala el filósofo de la ciencia Mario Bunge que lamentablemente esto ocurrió así porque: “Los investigadores científicos hubieron de abordar sus problemas morales por sí mismos, sin la ayuda de los especialistas en filosofía moral. Fracasaron a menudo, en parte, porque estaban mal preparados para abordar tales problemas: la filosofía moral, que aún está en una etapa pre científica, los había desamparado. En cambio, la preocupación de los científicos por los problemas morales, prometía una renovación de la ética. La ética del trabajo científica podría constituirse en modelo de la conducta moral en general y el método de la ciencia podría aplicarse al estudio de los problemas morales, con lo cual podría nacer una disciplina genuinamente científica de la virtud”.

3.- LA POSICIÓN DE LA IGLESIA

Si bien es cierto el cristianismo es un solo pensamiento religioso, históricamente hay muchas formas de entenderlo y practicarlo. Si se analiza el impacto de las nuevas ideas de la física en los dogmas cristianos no provocan grandes inquietudes, pero sucede lo contrario con las nuevas ideas provenientes de la biología. El hecho que las corrientes protestantes no tengan - como en el cristianismo católico, una jerarquía tan definida, ni una posición tan beligerante en la denominada “cuestión social”, quizá hace aparecer con diferentes matices de enfrentamiento, las hondas diferencias que se comienzan a gestar con los planteamientos de Darwin en la biología y más concretamente en torno a la evolución de las especies, incluido el ser humano.

A juicio del filósofo francés Georges Morel es posible que el planteamiento de Darwin publicado en 1859 habría sido mejor digerido y quizá hasta aceptado en círculos religiosos, si no hubiese mediado tres hechos contrapuestos:
a) Por la parte materialista, en 1859 el filósofo Engels escribió a Marx: “...por lo demás, ese Darwin que estoy leyendo ahora, es fantástico. Bajo un aspecto no se había acabado todavía con la teología. Ahora ya se acabó". La contestación de Marx señalaba: "Aunque desarrollado toscamente a la inglesa, este libro contiene precisamente el fundamento científico que necesitábamos para nuestro trabajo";
b) Por la parte eclesiástica, en 1860 el obispo anglicano inglés Wilberforce, ante la Sociedad Británica en Oxford atacó con fuerte retórica, pero con hondo desconocimiento científico la obra de Darwin;
c) A partir de entonces la Iglesia se contrapone - de frente - al planteamiento darwiniano desde posiciones retóricas y dogmáticas, mientras la ciencia -perfeccionando sus métodos- encuentra mas y más evidencias de la existencia de una evolución que afecta al Universo, a la Tierra y a los seres vivos, sin excluir al ser humano.

Para los propósitos de esta obra no se ahonda en los criterios religiosos sobre los postulados darwinianos, porque sobre el tema se ha escrito mucho, desde posiciones fundamentalistas o integristas; además sobre este tema la Iglesia Católica propiamente lanzó su veredicto 137 años después, en 1996, como se verá más adelante; lo cual no es de extrañarse porque en el caso de Galileo se tomó 259 años.

Si cabe resaltar la única propuesta visionaria salida del seno de la Iglesia Católica: la del jesuita Theilhard de Chardin, figura muy polémica como se verá en seguida. Si bien otras figuras trataron de hacer el puente entre fe y ciencia, entre ellos el teólogo ruso ortodoxo - católico Vladimir Soloview en 1943, su esfuerzo pensando la iglesia a nivel Ecuménico Universal y en un proceso de comprensión del impacto de la secularización de temas sagrados no trascendió.

Pero el jesuita francés - y paleontólogo - Theilhard no solo no se opuso a la evolución darwiniana, sino que la apoyó, con gran ardor y mística y con base en sus conocimientos (obviamente limitados a las creencias de su época) y sus escritos desde 1916 hasta 1955 reflejan una enorme voluntad por reconciliar la ciencia y la fe. Los esfuerzos de reconciliar la fe y la ciencia de parte de este sacerdote pasaron desapercibidos y toda su obra se publicó después de su muerte que ocurrió en el destierro, pues la Iglesia -opuesta a sus ideas- le obligó a vivir fuera de su país y lejos de la labor docente. Los únicos que prosiguieron su labor fueron unos pocos jesuitas y gran cantidad de intelectuales “liberales” e incluso marxistas. Y la difusión de sus ideas fue llevada a cabo por muchas organizaciones surgidas de manera independiente en distintas partes del globo.

Dado que el cristianismo se encuentra dividido en grupos tradicionales o “históricos” y algunos de estos -a su vez- en “sectas”, no es fácil tener una visión homogénea de su evolución ni concuerdan las razones esgrimidas por sus representantes, por tal razón, para analizar con mayor propiedad el tema que nos ocupa se debe recurrir a diversas fuentes que pueden complementar una trayectoria muy genérica -que por ello- pasa por alto aspectos intrínsecos a distintas interpretaciones.
Para la ciencia positiva hay varias formas de interpretar el fenómeno de las explicaciones del Cosmos que se originan en las religiones:
1. Exegética: Parte del principio que la verdad es revelada, auténtica, no se pone en duda, a lo más se interpreta para explicarla, por una parte, o para ampliarla y adaptarla conforme evoluciona el pensamiento; a su vez la exegética puede asumir una posición ortodoxa o bien una liberal.
2. Histórica: Hace caso omiso del concepto de verdad revelada. Examina e interpreta, con criterio objetivo, los documentos en que se fundamentan las diversas expresiones religiosas. En su desarrollo las investigaciones reúnen a fuentes diversas - no siempre proclives a la explicación religiosa que se examina.
3. Mitológica: Parte del principio que la religión y todas sus explicaciones (incluidas las cosmovisiones), son de origen mítico, esto es, no verdades reveladas, por lo que no acepta la exégesis como ciencia; pero entiende el transfondo humano detrás de los mitos y los acepta como modalidades colectivas que explican verdades naturales o sobrenaturales. La ciencia utiliza el segundo método; rehuye el primero y mantiene una actitud reticente respecto del tercero.

En este aparte nos interesa, particularmente, revisar la posición del cristianismo respecto a su concepción sobre la creación del Universo, su evolución y su destino, en sus coincidencias y divergencias con concepciones diferentes. Por el momento no se ahonda en diferencias o coincidencias con tesis de origen filosófico, sino -continuando el tono del capítulo anterior- la relación de los cristianos con las nuevas concepciones que se iban originando en el campo de la ciencia, cuya repercusión más evidente en el proceso de secularización de temas otrora considerados sagrados.

1.- ¿Qué es la Religión?.- Para entender por qué el ser humano apela - desde la prehistoria - a las explicaciones cosmogónicas, las ciencias sociales, las psicológicas y las culturales, diversos autores han ensayado –desde sus posiciones- diversas interpretaciones, acerca de qué es la fe y el fenómeno religioso que le acompaña, de las que pueden resaltarse, estas que cubren el período que va desde fines del siglo pasado hasta 1950 aproximadamente. No incluimos mas porque se salen del periodo bajo estudio:

1866, Edward Taylor: Los sueños acerca de personas muertas y la creencia en espíritus, conducen a la adoración de los antepasados y - al desarrollarse los conceptos, éstos se convierten en divinidades. En consecuencia el "animismo" (la filosofía y religión) del hombre primitivo se construye sobre inferencias equivocadas, producto de mentes toscas e ignorantes.

1875, Max Müller: Los orígenes religiosos están relacionados con la creencia en la antigüedad, de que las fuerzas de la naturaleza, el sol, la luna, las estrellas, el cielo; tienen personalidad, vida y cualidades humanas o sobrehumanas (animismo).

1882, James G. Frazer: El hombre primitivo trata, mediante la magia, de dominar el mundo de la naturaleza y al mundo “invisible” que proyecta en su mente. El uso de la magia explica al mundo así concebido y en función de obediencia a los mandatos humanos. Pero la impotencia frente a lo "superior" hace nacer la religión, que es superior a la magia.

1891, Andrew Lang, Whilhem Schmidt: Independientemente de la diversidad de dioses y cultos, lo cierto es que en el inicio la humanidad entera practicaba un monoteísmo primitivo que luego evolucionaría.

1892, Hugh Codrington: El hombre primitivo observa que en la naturaleza hay una fuerza inmanente oculta(denominada “mana” por los pueblos polinesios), concepto que - extrapolado a otros pueblos primitivos de la antigüedad - permite concluir que las primeras divinidades resultan de observar primero y tratar de canalizar luego las energías ocultas, generando además el culto (que agrada) y el tabú (lo prohibido).
1894, Sigmund Freud: La religión - y por ende sus concepciones provienen de la proyección de los temores y de las lealtades humanas o más exactamente: la religión nace con la represión de las fantasías sexuales infantiles y se convierte en una visión neurótica del entorno.

1908, Carl Jung: La religión representa el método desarrollado por la humanidad para vivir con los temores y frustraciones del subconsciente y estos son arrastrados de generación en generación, constituyendo “arquetipos” universales. Mas tarde este concepto lo retoma Carl Levy - Strauss y lo denomina. “Constantes Universales”, o Noam Chomsky y lo llama "Arquetipos Semánticos".

1920, Rudolf Otto: Sobre la base de los conceptos del mana, llevados a explicar los fenómenos religiosos y sus implicaciones cosmogenéticas, todas las experiencias religiosas prueban la existencia de una fuerza invisible (“numinous”) ante la cual el ser humano siente temor y respeto. Al interactuar con ella se inician diversas manifestaciones que terminan en explicaciones religiosas.

1925, Emilio Durkheim: El fenómeno religioso surge de la fuerza mágica impersonal de los primitivos que domina todas sus acciones, pero debe investigarse si se trata de una categoría innata de la mente o si puede explicarse por elementos más simples y primordiales dela psicología humana como respuesta a la realidad circundante.

1928, Robertson Smith: El ser primitivo depende de la cooperación (en lo utilitario) y de la solidaridad del grupo (en lo mental) para subsistir. Por lo tanto, existe una íntima conexión entre la organización social y el credo religioso. Así la religión es un asunto comunitario y no una necesidad individual y de la acción colectiva emana el poder que se diviniza.

1930, Otto Van Der Leeuw, Mircea Eliade: A partir de sus trabajos se inician las bases de explicaciones sociológicas de la religión y sus derivaciones cosmogónicas. Se parte del principio que se da por demostrado de que el mito es un relato "falseado" de una verdad material o de una verdad sobrenatural.

1935, Jane Harrison: La fe y el culto brotan de las crisis de la existencia humana (los grandes sucesos de la vida: nacimiento, adolescencia, matrimonio, muerte) En esos sucesos brotan las necesidades instintivas y las experiencias de la emoción que conducen al culto y al credo.

1938, Andrew Lang y Helmuth Schmidt: En la raíz de todos los pueblos tanto primitivos antiguos como actuales existe la creencia innata de un Padre Tribal (o Padre de todas las cosas), que está por encima de otros dioses y divinidades menores. Esa creencia monoteísta no debe despreciarse como un eco tardío de la labor misionera cristiana.

1940, E. Westermarck, L.T. Hobhouse: La acción moral entendida como un Bien Colectivo, por encima del Bien Personal, se presenta como una constante universal como la primera función utilitaria de la práctica religiosa. El concepto de lo moral no es estático, sino que evoluciona en beneficio común.

1945, J.L. Myres y A.A. Goldenweiser: La mente de los primitivos es idéntica a la de los hombres contemporáneos; de manera que el conocimiento basado en la observación es definido y correcto para satisfacer sus necesidades físicas, mentales y espirituales. Para detentar un dominio lógico los primitivos separan el conocimiento utilitario de la magia, la superstición, el ritualismo, la religión que llevan otras necesidades.

1945, Carl Levy-Bruhl: La mente del hombre primitivo es pre-empírica y pre-lógica, conformada a base de supersticiones confusas, de participaciones místicas y de exclusiones caprichosas; sin capacidad de abstracción ni posibilidad de extraer beneficio alguno de la experiencia; por lo tanto sin capacidad alguna de discernir entre sustancia y atributo; entre causa y efecto. El misticismo en que vive le sirve de protección y de explicación mágico-religiosa.
1947, Paul Diel: El fenómeno religioso solo es posible entenderlo desde la psicología, y es concretamente desde la psicología de la motivación, que permite descifrar el trasfondo superconsciente que se encuentra sembrado en la mente humana de manera natural expresado de formas simbólicas y esa función permite encontrar al ser humano encontrar con seriedad el sentido de la vida.

1950, Bronislaw Malinoski: Las tradiciones y actividades sacras, nacidas en los mitos están íntimamente relacionadas con los quehaceres de los pueblos primitivos y controlan su conducta moral (personal) y su papel comunitario (social) y el mito trasciende los actos riterales, las acciones morales, las actividades prácticas y la organización social, porque el mito es una realidad nacida de un relato al que se le da credibilidad y se le mantiene vivo a través de la magia o la práctica religiosa, porque es un ingrediente esencial para mantener la fe primitiva y la sabiduría moral.

1950, L. Preuss, K. Marett: En los pueblos primitivos la ciencia se qua por la razón y se corrige por la observación, nace, entonces de la experiencia. La religión y la magia es impermeable a este tipo de conocimiento y subsiste en el misticismo, es oculta, se enseñan por medio de iniciaciones y se continúa por tradición. El "mana", conocido en otras latitudes con otros nombres: "manita", "wakan", "orenda" en América, o "arunqquiltha en Australia, es una idea universal que está detrás y mueve los asuntos sagrados.

2.- Multicreacionismo?.- Según el teólogo norteamericano………………………………………., quien parte de una explicación que mezcla las historias con la exégesis la historia debe preguntarse cómo es que Dios llega a ser conocido por el hombre para entender -entonces- las similitudes entre los conceptos de “creación en pueblos separados”; porque el descubrimiento de múltiples e importantes semejanzas entre las Escrituras cristianas y las “paganas” resulta muy perturbador para los que, en los círculos cristianos, sostienen una “creación especial”: pero sumamente ilustrativo para quienes investigan con el propósito de comprender: que entre las religiones hay -en el pasado- mas similitudes que diferencias. Asi plantea esta coincidencias de postura entre pueblos muy diversos::
a) Ahora no solo sabemos que la antigua Babilonia tenía un mito del diluvio comparable al mito israelita de Noé, sino que la árida meseta de Persia cuenta con otro, paralelo a aquellos, en los “siete inviernos fatales”.
b) En los Vedas hindúes tanto el nacionalismo como el universalismo aparecen con igual frecuencia que en los Salmos judíos, y Mahoma proclamó el monoteísmo con tanto rigor como el déutero-Isaías, y se ha comprobado que la “regla de oro” tenía equivalentes en casi todo el planeta, y que la exigencia de lealtad religiosa a cualquier costo para el individuo, resuena lo mismo (si bien expresada de modo tan desconcertante para nuestra mentalidad) en la Bhágavad-Gita que en el Apocalipsis de San Juan.
c) Las prédicas de Confucio pueden acomodarse entre los planteamientos sabios que compilaron el libro de los Proverbios.
d) Lao Tse habría dicho sobre el Logos del Cuarto Evangelio: “Esto es precisamente lo que entiendo por Tao”. Si bien hubo quienes rechazaron estas similitudes como mera casualidades, para otros, constituían pruebas nuevas y alentadoras de que Dios había dejado testigos en todos los pueblos, y de que los valores y las aspiraciones humanos eran esencialmente iguales allí donde los hombres pensaran con intensidad y llevaran una existencia seria.

De esos aspectos que revelan similitudes -y sin entrar a calificarlas- tal parece que yace el problema del enfrentamiento entre la verdad revelada y la verdad científica porque se encuentran de por medio estas interrogantes:
a) ¿Puede existir un nexo entre la Deidad y la humanidad, entre la intuición y la investigación, entre el espíritu y el cuerpo?
b) ¿Estamos eternamente destinados a caer en los abismos que implican tales dualidades? En el esfuerzo por colaborar en la empresa humanística de comprender la naturaleza humana, el problema de la erudición religiosa se ha convertido en el problema de la religión misma.
c) Porque en el siglo XI San Anselmo de Canterbury se preguntaba: “¿Por qué un hombre-Dios?”, y el investigador de hoy pregunta:
d) ¿Cómo llega Dios al hombre?” La respuesta de Anselmo, que está dirigida a ambas formas de la pregunta, parece llevar, curiosamente, a nuestro más avanzado pensamiento contemporáneo.

Pero es necesario seguir la huella por una ruta algo tortuosa: la ruta es del simbolismo, porque no conocemos muchas de nuestras ideas abstractas. Por lo tanto, cuando tratamos de pensar en Dios, y en sus actos, lo hacemos en términos de lo conocido: de ideas y objetos que están al alcance de nuestra comprensión y descripción.

Por no poder expresar de manera abstracta hechos que el ser humano interpreta la acción divina, debe reunirse a simbolismos que cada pueblo, en diferentes estadios de avance cultural y reuniendo, por ello a imágenes diferentes, consigna en sus narraciones míticas, como si fuesen verdades absolutas no solo en su fondo, sino en sus detalles accesorios. Así los símbolos se toman como reemplazo de lo simbolizado y al desacralizarse por el devenir histórico y por el cambio cultural se desfasa y deforma la explicación simbólica.

Por su naturaleza y por su función, el simbolismo puede ser tan burdo como la Astarté de arcilla, tan pesado como la diosa azteca del trigo; puede ser tan enigmático como el Tao de Lao-Tse; puede ser tan sutil y articulado como los pasajes más finamente hilados de la Summa de Santo Tomás. Se trata de simbolismo, en uno y otro caso; del esfuerzo por reflejar y representar algo, del objeto como portador de un valor, pero el peligro del simbolismo resulta evidente: es siempre la posibilidad de desvirtuarse. Y aún más importante es el hecho de haberse puesto en evidencia la esencia necesariamente simbólica de todo tipo de expresión verbal religiosa. A medida que la atención pasaba de la aparente narración de hechos la expresión central de significaciones, los credos históricos han llegado a tener no menor, sino mayor significado.

En razón de lo anterior, el estudio de la "Biblia a la Bowdler" ( que practican muchas sectas protestantes de manera ciega, irreflexiva, literal ) vendría a darle cierta razón al catolicismo de la época que no enviaba a estudiar la Biblia, sino a acudir a los templos en donde los sacerdotes efectuaban tal lectura y hacían la exegesis (interpretación)

Desde la inocencia de su infancia, la mente cristiana ha avanzado así, a través del literalismo de sus días escolares, hacia la actitud experimentada y comprensiva de la adultez mental y moral. Volvemos a San Anselmo: ¿Por qué un hombre-Dios? La respuesta es mito, si se quiere; pero es el tipo de mito capaz de acercarnos a la verdad última. El mito de la encarnación, “que Dios se convirtió en hombre por necesidad”, representa el intento más feliz hecho hasta ahora por el hombre para salvar el vacío entre sí mismo y la fuerza creadora y sustentadora subyacente en todo el Ser. Si bien la expresión: “El logos se hizo carne y habitó entre nosotros”, se considera filosofía, es imaginación que traspone de un salto ese vacío y precisamente además es el "núcleo de la fe cristiana".

Los cristianos no pretenden que este mito central incluya toda la realidad externa(eso obviamente incluye el relato de la "Creación"). Los límites mismos del conocimiento, señalados por la investigación científica, excluyen tal pretensión; y la intuición religiosa ha debido convenir en ello. No obstante, existe la necesidad de que las realidades de la experiencia humana y la naturaleza simbólica del pensamiento humanos se unan para impulsar la humanidad hacia este símbolo del hombre-Dios más allá de todos los otros, porque es más eficaz que cualquier otro para reunir las polaridades de lo inmediato y lo último.

Estos puntos de vista resumen, de manera inequívoca el hecho que el cristianismo ha podido sobrevivir en el tiempo, no solo por la fuerza de creer en la verdad revelada, sino porque tiene la virtud de acomodarse "a los signos cambiantes de la historia" precisamente para acompasarla. En consecuencia una lectura derivada de esta propuesta es que el relato bíblico de la creación, si bien queda escrito como está, debe interpretarse de acuerdo a los cambios históricos de la mentalidad de los seres humanos. En consecuencia, la investigación científica, histórica, documental y psicológica seguirá recogiendo nuevas cosechas de conocimiento, y la filosofía y la teología continuarán erigiendo nuevas estructuras para contenerlas. Ninguna de ellas evitará el simbolismo; tanto porque ello es imposible, como porque nuestra época está dispuesta a complacerse una vez más en los símbolos, pero tampoco podrán aprehender toda la verdad dentro de sus inevitables simbolismos.

Cristianismo y Cultura.- Dadas las características de esta obra para resaltar lo que ocurría en los círculos eclesiásticos 1900 y 1950 ( que para efectos prácticos ampliaremos hasta finales de la década de los 70,porque no volveremos sobre este punto) es necesario plantear el repliegue que se operó en la presencia de la Iglesia en lo que toca al tema que nos ocupa. También la Iglesia no suele referirse -salvo en contadas excepciones- a temas polémicos, sino cuando ha transcurrido el tiempo necesario para sedimentar emociones. Por ello es inevitable acudir a los teólogos oficiales que con posterioridad a esas épocas hacen una lectura crítica de lo ocurrido y presentan ideas para el futuro próximo.

Por haber tenido la oportunidad de participar en la preparación de propuestas concretas para las autoridades católicas del CELAM, los documentos que se citan son buen reflejo de una meditación seria por parte de los autores que se cita. Evidentemente que el nacimiento del cristianismo y su prédica sobre la creación cósmica y la creación humana implica un “contacto” cultural que no siempre es fácil, todo lo contrario: ha sido violento, duro y plagado de errores de parte de los hombre involucrados en la explicación del simbolismo como bien lo señala el teólogo católico chileno Roger Vekemans:
1.- En el camino de evangelización que inicia la Iglesia en Israel, ha atravesado, asumido, rechazado -y ha sido rechazada- y transformado múltiples culturas, sin embargo, el proceso de evangelización ha ido abarcando progresivamente las múltiples culturas existentes; desde sus orígenes, la Iglesia ha debido establecer diálogo con las más diversas culturas. En tanto debe predicar el evangelio a todas la naciones, la cuestión de la cultura y las culturas del hombre, es consustancial a la Iglesia. Y no de modo abstracto, sino en el seno cambiante de la historia universal, como cuestión de vida o muerte, de razón de ser.
2.- La Iglesia nació en el pueblo y cultura en Israel, desde entonces se ha insertado en muy diversos pueblos y ámbitos culturales. Unos decisivos y otros casi insignificantes para la historia universal. La Iglesia, pueblo de Dios, ha llegado a otros pueblos, y otros pueblos han penetrado en los pueblos donde habitaba la Iglesia. Así, ha vivido en profundidad los "choques", los "intercambios", las "asimilaciones", incluso las "muertes" de distintas culturas. Pero no es solo cuestión "entre" pueblos: "dentro" de cada pueblo pasan muchas fases culturales, de crisis, de renacimientos y revoluciones, suscitándose contradicciones internas profundas que envuelven a sus respectivas Iglesias arraigadas. Por supuesto, también diálogos, pero estos deben templarse a través de los contrarios, incluso la contradicción.
3.- Toda esta complejidad toma a la Iglesia Católica no solo por "fuera", sino por "dentro" -y a veces simultáneamente en varios lugares o espacios culturales, ya que los cristianos forman parte de esos pueblos y culturas en devenir. No es sencillo deslindar estas distintas "participaciones" vividas siempre en unidad . La "catolicidad" obliga a la Iglesia a convivir simultáneamente con distintas culturas, en unas en paz y en otras perseguida, en unas esplendente y en otras mediocre.
4.- La Iglesia y los cristianos han tenido variadas actitudes ante las distintas culturas, en diversos momentos históricos, ante los cambios culturales y ante el sentido cultural de sus propios movimientos. La polémica estalla así en el seno de la propia Iglesia. La Iglesia no es de ninguna cultura, pero no puede vivir sin apropiarse de las culturas, entonces lleva en sí misma la herencia de varias culturas y esto -aunque la Iglesia trasciende toda cultura -íntegra inevitablemente el ser histórico concreto de la misma Iglesia. La Iglesia trasciende las culturas, pero no solo está dentro de ellas, sino que las "arrastra" en su memoria, su ser, y debe "despojarse", "purificarse", de unas culturas, para penetrar en otras. La Iglesia es una identidad en continuas metamorfosis culturales.
5.- La Ecumene Mundial -como presencia de todos a todos- es un fenómeno reciente. En rigor, aprieta a todos cada vez más intensamente luego de la Segunda Guerra Mundial, aunque su génesis, su formación se inicia ya desde el siglo XVI. Luego, el siglo XIX es lugar de gigantescos cambios de la consciencia histórica. Es la apertura científica de la "pre-historia" donde los tiempos se dilatan portentosamente. De las excavaciones, se levantan extraordinarias culturas antiguas. Es el despliegue de la "crítica bíblica" que abre a un conocimiento histórico infinitamente más ajustado y preciso. Es el evolucionismo, ya bajo el rostro espiritual de Hegel, ya bajo el biológico de Darwin. Todo se mueve, todo se revisa.

Una breve revisión de la forma en que la Iglesia Católica ha ido aculturando e inculturándose en el mundo para adaptar las explicaciones simbólicas a los signos de los nuevos tiempos, según la Teología Católica oficial , puede verse de la siguiente manera:

1er. paso: De 1870 a 1914 es el gran apogeo de Europa Occidental en el mundo. Gran Bretaña, Francia, Alemania están en pleno despegue industrial. Las potencias industriales dominan la escena sobre un vasto mundo agrario. Se extienden los imperios coloniales, desaparece la "tierra incógnita". Es la era del imperialismo europeo. La proyección fundamental es África, Asia y Oceanía. La Iglesia católica ya no está unida a los estados en expansión, más bien sus relaciones con ellos son difíciles, por el apogeo del anticlericalismo.

2do paso: La gigantesca revolución de los transportes y las comunicaciones, facilita una propagación extraordinaria de las misiones y el Papado preside el impulso misionero. Así la iglesia llega a todos los confines de la tierra, en contacto con una variedad increíble de culturas. Son las inevitables tensiones de colonialismo y evangelización. En su corazón estuvo el Padre Helmuth Schmidt y su escuela antropológica de Viena. Pero la "cultura" no podía tomar a toda la iglesia si venía solo de la prehistoria y la etnología, de las periferias. Tenía que ser también esencial a la "actualidad histórica" de la Ecumene Mundial.

3er paso: Desde la apertura del siglo XX el gran geopolítico inglés Mackinder decía que ahora, por primera vez, la Tierra formaba humanamente un solo sistema cerrado. Por primera vez, todo estaba ligado con todo. Era la efectiva y plena realidad de la Ecumene Mundial, por primera vez en la historia. De ahí la primera "Guerra Mundial" de 1914-1918 cuando Europa Occidental entró en la crisis definitiva de su hegemonía planetaria, que se consumó en la Segunda Guerra Mundial 1939-1945.

4to paso: Los veinte años entre las dos Guerras Mundiales muestran ya a la iglesia acompasándose el ritmo de los tiempos, por lo menos en sus sectores más dinámicos. No era todavía todo el conjunto. Pero ya el vacío del siglo XVIII o la restauración del siglo XIX iban quedando atrás. No sin conflictos intensos. Es la era de los totalitarismos fascista, nazi y comunista. De nuevos mesianismos secularistas. Y en las periferias coloniales, los pueblos de color se agitan.

5to. paso: En 1945 se consuma un gran giro histórico: Europa deja de ser el centro metropolitano mundial y la Ecumene se divide en dos grandes polos hegemónicos, Estados Unidos y la Unión Soviética. Los imperios coloniales inician su vertiginosa disgregación, y es el nacimiento del Tercer Mundo apenas una década después. Pío XII acentúa una política eclesial de universalización, es decir, de "deseuropeización" de la iglesia.
El mundo forma un solo sistema, cada vez más intensamente intercomunicado, pero con un gran pluralismo cultural, eso sí penetrado por la "occidentalización". La teología católica tradicional se conmueve, los vientos de la historia la atraviesan por doquier.

6to paso: Despues de 1945 se inicia la más gigantesca transformación de las teologías católicas que estas hayan experimentado. Solo equiparable al período de la Patrística, cuando ocurrió la inserción eclesial en la Ecumene helenístico-romana, o la "revolución escolástica" de los siglos XII y XIII, cuando el renacimiento de las ciudades afrontan el salto de la modernidad, y que ha condicionado básicamente todo el proceso teológico católico hasta la Primera Guerra Mundial.

7to paso: A partir de la preparatoria del Concilio Vaticano II (que se efectúa entre 1962-1965) , se entra ya en ebullición general, que tendría su primera gran manifestación en el conjunto de la iglesia, en el Concilio Vaticano II mismo . Dos iglesias abren la ebullición: la francesa y la alemana. El área francesa es como una gran hoguera, que rinde su fruto y se apaga al término del Concilio Vaticano II. El área alemana es más pausada y su irradiación llega a nuestros días. La guerra y el derrumbe europeo, los campos de concentración, el antisemitismo, la energía atómica, llevan a cuestionar las viejas formas con radicalidad inusitada. Son los aires de la "nueva teología", que desde luego una década después tendrá como competidora a las “Teologías de la Liberación”, originadas en América Latina, fundamentalmente. Si bien es cierto la última no se ocupa del problema de la “Creación”, como si lo hacen las dos anteriores.

8º paso: En lo que corresponde a America Latina propiamente dicha, dadas sus características muy especiales la Iglesia Católica decide efectuar reuniones continentales que llevan el nombre de “ Conferencias Episcopales” y efectúa las siguientes:
Río de Janeiro .- La I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano fue convocada por el Papa Pío XII2. Se celebró en la ciudad de Río de Janeiro en 1955. La Conferencia tenía el manifiesto deseo de fortalecer la fe en América Latina a la vez que de impulsar una renovada evangelización.
Medellín .- La II Conferencia General fue convocada por el Papa Pablo VI y, más tarde, inaugurada personalmente por él en agosto de 1968. El tema de reflexión escogido para la Conferencia fue: Presencia de la Iglesia en la actual transformación de América Latina, a la luz del Concilio Vaticano II. El documento elaborado fue la ocasión de acoger el impulso suscitado y de proponer pistas de trabajo para la renovación cristiana de América Latina a la luz del Concilio. Fue un acontecimiento de la mayor trascendencia para el Pueblo de Dios en el continente latinoamericano que marcó el inicio de una nueva etapa en la autoconciencia de la Iglesia y en el compromiso evangelizador.
Puebla .- La III Conferencia se lleva a cabo en 1979 ,en Puebla México. para reflexionar sobre el tema: La evangelización en el presente y el futuro de América Latina.
Santo Domingo .- La IV Conferencia General se lleva a cabo en Republica Dominicana en 1992, ( 500 después de la llegada de la fe al continente) el Papa Juan Pablo II impulsa una nueva evangelización.

Secularización de la Religión.- Para el teólogo en historia, el italiano Romano Guardini, para que se pueda realizar la lectura exacta de una cultura, comprender sus manifestaciones, expresiones y estructuras, es necesario descubrir, oculto bajo todas las apariencias, su núcleo fundamental, aquella zona del espíritu constituida por intenciones o razones, que contienen valores y actitudes valorativas y que, en último caso, aseguran dinámicamente la respuesta al desafío de la vida y de la convivencia humana. Nos estamos refiriendo a lo que la filosofía de la cultura denomina “cosmovisión”. Y por “cosmovisión” se entiende el sentido, el significado que el mundo, como una totalidad, revela al mirar interrogador del hombre. Dentro de esta visión, el sentido, el significado, no aparece como simple teoría, sino que se impone como una verdad que, al mismo tiempo, se hace una tarea a ser realizada. Aquí se revela la fuerza de configuración y la potencia creadora que tiene la cultura. De acuerdo con la etimología de la palabra “cosmovisión”, se entiende por mundo, sobre el cual cae la mirada interrogadora del hombre, la totalidad de todo lo que existe, la universalidad de cada cosa en sí misma y la universalidad del conjunto. Al respecto Guardini distingue en esta universalidad del conjunto, tres totalidades que, aunque de orden diferente, constituyen sin embargo el objeto de la cosmovisión:
a) “la totalidad de la naturaleza”, de los objetos y hechos naturales, de la cual no se puede excluir al hombre como ser físico
b) “la totalidad del hombre”, una vez que forma una unidad propia, con su yo personal y social
c) “la totalidad de Dios” como fundamento último y origen del mundo. Objeto de la cosmovisión, sobre cada una de estas tres totalidades en sí mismas, y sobre cada una de ellas en relación a las otras dos, se fija el mirar contemplativo del hombre que busca el sentido del mundo y de la propia vida.

Es importante tomar en consideración esta situación social, porque el paso de la vida apacible rural a la vida desenfrenada citadina tiene un impacto directo en la cosmovisión del Ser Humano, Siguiendo los planteamientos de Guarrdini, Lebret y Vignolo es dable fundamentar en la situación del choque religión-cultura lo que se experimenta cuando se inicia el proceso de industrialización -y dentro de éste- una de sus consecuencias inmediatas: el nacimiento de las ciudades modernas, o su mayor complejidad en el caso de las ya existentes. Para estos autores se dan estas consecuencias:
1.- Con la modernidad se inaugura en el mundo occidental una visión del mundo de acentuada tendencia antropocéntrica. De tipo prometéico, la cosmovisión antropocéntrica vive, a lo largo de los dos últimos siglos, configurando una cultura que, en la práctica, por lo menos, está conduciendo a una auto-liberación del hombre frente a la naturaleza y frente a Dios.
2.- Esta cultura absolutiza “la totalidad del hombre, como única realidad fundante del mundo, sólo admite como verdad el saber científico y se apoya en el primado de la tecnología. La libertad creadora del hombre funciona como base sobre la cual se levanta la construcción del mundo, de donde resulta una cultura sin raíces, sin “memoria”, en cuyo “proyecto”, al prescindir de Dios, cabe al hombre decidir sobre la naturaleza, modificarla y, finalmente, definirla”.
3.- Obra del hombre, productor cultural y, al mismo tiempo, estructura forjadora de cultura, la gran ciudad moderna surge como la configuración más cabal de la cosmovisión antropocéntrica. Se procesa en ella el creciente divorcio entre fe y cultura individual y cultura social, si es posible usar esta expresión. La experiencia humana de la ciudad, su espacio físico, racionalmente trazado, su vida funcionalmente programada, su horizonte mental recortado, no alcanzan a ver más allá de las fronteras visibles.
4.- En la ciudad, todo parece comenzar y acabar en el hombre. Al contrario de la experiencia del mundo agrario, en que todo parece conducir a una trascendencia, donde la naturaleza florece como una “metáfora para Dios”, la ciudad parece revelarse como un espacio propicio y fecundo para la independencia religiosa y el ateísmo.


En la Tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano ( efectuado en Puebla ,México en 1969) la Iglesia del continente se propuso “dar importancia a la pastoral urbana". Declaró “que no hay por qué pensar que las formas esenciales de la conciencia religiosa estén exclusivamente ligadas a la agricultura agraria”. Añadió ser “falso que el paso a la civilización industrial acarrea necesariamente la abolición de la religión. sin embargo, constituye un claro desafío, al condicionar con nuevas y estructuras de vida la conciencia religiosa y la vida cristiana”. Sí, de hecho, es como dice Puebla -y sobre eso no hay duda- el problema no está tanto en la cultura urbana, sino en la forma de evangelizarla, en consecuencia surge la duda: ¿No estaría la Iglesia dando respuestas rurales a preguntas urbanas? ¿Continuaría ella presentando soluciones religiosas agrarias a los problemas de la relación del hombre con Dios, propios de la ciudad?

En uno de sus últimos ensayos sobre cristianismo y cultura, Romano Guardini se pregunta :
a) si no será que la crisis en las relaciones entre la fe y la cultura en nuestro tiempo “significa que es totalmente imposible una unión entre el cristianismo y el ámbito de la cultura.
b) o tan solo significa que la manera de pensar y realizar esta unión ha sido demasiado simplista, demasiado precipitada demasiado crítica; lo era en una época anterior a la gran crisis en que los ámbitos de la realidad y del valor comenzaron a sustentarse en sí mismos”?
c) concluye el pensador católico diciendo que :..” en todo caso, el problema entre cristianismo y cultura no puede ser evaluado solamente con los datos de religión cultural, y no puede ser, por lo tanto, identificado con ningún otro medio de religión o con ninguna otra figura histórica; lo que hay en ella de histórico, que es la presencia de Cristo, resulta irrepetible e inaudito, porque se trata del Hijo de Dios hecho hombre, portador de un mensaje transcultural de salvación, de carácter normativo absolutamente universal”.

La nueva visión post-conciliar, sobre la relación entre fe y cultura, debe mucho a las críticas de los teólogos Guardini, Dewon, Mounier, Tilhs, Rahner y Congar, asi como a la reflexión de intelectuales católicos ,principalmente europeos. Ella surge, por primera vez, oficialmente, en los presupuestos establecidos por la Encíclica “Gaudium et Spe”,promulgada por el Papa Pablo I en 1965 , que son formulados después en términos de Evangelización de la Cultura. En general, ofrece los datos necesarios para estudiar el problema de la cultura moderna, de la cual la ciudad, la metrópoli aparece como sede y motor. El documento de Puebla reconoce inicialmente que, en el paso de la cultura agraria a la cultura urbano-industrial, la ciudad se transformó en motor de una nueva civilización. Por su origen externo y por la pretensión de ser la única civilización del futuro, el documento la presenta con la denominación “adveniente Cultura”, que “nos llega en su real proceso histórico, impregnada de racionalismo”, “inspirada en la mentalidad técnico-científica, impulsada por las grandes potencias y marcada por las ideologías imperantes”, por lo tanto, insiste en la “necesidad de trazar criterios y caminos, basados en la experiencia y en la imaginación, para una pastoral de la ciudad, donde se gestan los nuevos modos de cultura”.

Esta última cita textual de Puebla es muy significativa. Cuando una sociedad como la Iglesia, con veinte siglos de experiencia en su misión fundamental, se siente ante la cultura urbana contemporánea, obligada a “trazar caminos y criterios” nuevos, y apelar a “la experiencia y la imaginación”, con el fin de poder realizar en ella su misión, es sencillamente porque algo cambió radicalmente en el mundo, y los caminos que hasta entonces la conducían hasta los hombres, quedaron recortados. El texto revela la conciencia de la necesidad, por parte de la Iglesia, de nuevos métodos para continuar su evangelización bajo nuevos retos. Sólo se apela para la experiencia y la imaginación cuando los antiguos criterios ya no funcionan y los viejos caminos no parecen conducir el reencuentro del hombre.

El Problema de la Iglesia.- Toda la historia de la evangelización es historia de encuentros o desencuentros de la Iglesia con las culturas. La Iglesia nació, se desarrolló, se organizó dentro del contexto de una cultura predominante agraria, donde durante 19 siglos echó sus raíces evangélicas. Hoy, en apenas dos siglos, se confronta con una realidad nueva, un nuevo estilo común de vida, con una cultura urbana, con el proceso avasallador de la urbanización de los espíritus, donde los medios de comunicación social asumen tareas reservadas antes exclusivamente al púlpito; se encuentra algo así como que perdida en medio de las grandes ciudades, frente al fenómeno de una memoria cristiana, totalmente culturalizadas”, es decir, de expresiones, costumbres, fiestas, despojados de su original sentido religioso y transformados, como ocurre con Navidad y Pascua, sólo puede ser el de la inculturación urbana del Evangelio y de la Iglesia.

Paul Ricoeur, en su obra “Historia y Verdad”, distingue en el proceso de la vida de la humanidad, el “nivel dramático de subida la historia" como resultado de un enfrentamiento-cooperación entre lo objetivo y lo subjetivo. Traducidos en términos de dimensión cultural los dos niveles históricos de Ricoeur, permiten distinguir la “dimensión objetiva” y la “dimensión subjetiva” de la cultura.
a) Desde el punto de vista de la dimensión objetiva, toda la cultura, desde la más primitiva hasta la más sofisticada, va siempre acompañada de una cierta técnica, de un saber hacer, cuyo producto, los artefactos, permanecen, aunque sus autores desaparezcan. Entonces, los objetivos fabricados por los hombres, se acumulan, yendo desde la rueda, por ejemplo, hasta el avión a reacción. A la dimensión objetiva de la cultura pertenece también el saber humano que, en cuanto elaborado, transmitido y adquirido, se transforma en instrumento para pensar y expresarse. Lo mismo se puede decir del arte, de las grandes experiencias espirituales y morales de la humanidad que se concretizan en documentos y monumentos.
b) Desde el punto de vista de dimensión subjetiva de la cultura, del hombre creador de cultura, es donde se gesta, precisamente el proceso de auto realización de la humanidad, donde se decide su vida o su muerte.
c) El hombre, que es el autor de la cultura, sufre, a pesar de eso, los condicionamientos impuestos por ella. Toda la experiencia cultural acontece siempre en una determinada fase de la evolución de la dimensión objetiva de la cultura; el núcleo de los valores fundamentales de ese determinado momento cultural, encarnado en expresiones y estructuras, por una especie de efecto de reverberación, marca profundamente a las personas que viven en ese momento. d) En este sentido, la cultura ejerce un constante proceso de introspección, de asimilación de fuera hacia adentro, hasta las mismas raíces, hasta el núcleo del "ethos cultural". No sin razón, este término griego, el ethos, que originalmente indicaba la morada, el lugar exterior habitado por el hombre, pasó a significar más tarde el modo de ser, el lugar interior de la persona humana.
e) La transición cultural de la ciudad pre-industrial para la ciudad post-industrial, se realiza en el momento en que la nacionalidad empieza a orientar la relación del hombre con la naturaleza, la historia y el futuro, asumiendo el comando de la construcción de la ciudad. Desde ese momento, la ciudad, en su espacio físico, en su programación funcional, con su horizonte mental, se manifiesta como la expresión de la visión técnico-científica al servicio de una vida agradable, libre de riesgos.
f) Ninguna instancia del mundo oficial, ni la legislación, ni la administración, se preocupa más de los problemas de la vida personal, del destino del hombre en el mundo, del sentido de la existencia; todo se reduce al funcionamiento de la convivencia organizada, para la cual la única verdad resulta de las comprobaciones científicas y de sus aplicaciones técnicas.
f) La mentalidad técnico-científica, su expresión y predominio, no actúa a través del discurso, sino mediante el uso práctico de objetos, que la tecnología inventa continuamente y permanentemente perfecciona. El hombre urbano adquiere así conciencia de su poder. Dados los avances de esa tecnología, ningún problema material le parece insoluble.
g) Por eso, quizá, el ateísmo y el indiferentismo religioso del hombre urbanizado. Al contrario del mundo rural, la religión pasa a ser entonces un problema secundario, que no llega más allá de la conciencia individual, para la cual se acude en los momentos de emergencia, cuando los recursos de la ciencia y de la técnica no están al alcance de la mano o no llegaron a tiempo.

Ahora bien , la diferencia entre sociedad cerrada y sociedad abierta es manejada por los estudiosos de la tipología cultural que distinguen perfectamente la dicotomía que se da entre quienes viven en ciudades y quienes lo hacen en zonas rurales. :
a) Así, se entiende por sociedad cerrada -la convivencia agraria- aquél estilo común de vida moldeado según al misma escala de valores, el mismo sistema de ideas y el mismo conjunto de creencias. Aquí, el peso atávico de la tradición y el control social que ejerce la familia patriarcal, así como la visión cíclica del mundo que la actividad agraria evoca, todo contribuye a asegurar la transmisión de padres a hijos, de todo aquello a lo cual se atribuye importancia y se dedica estima. Mientras en el mundo agrario domina una visión circular y cíclica del orden natural y de la existencia humana, en la ciudad, al contrario, predomina una concepción lineal y dinámica. Y el tipo humano dinámico, condicionado por ellas, se manifiestan tanto bajo el aspecto de movilidad física como de evolución mental.
b) En la sociedad abierta ( en las ciudades) , aunque no todos se guíen en su comportamiento práctico por el mismo ideario, sin embargo, los que proceden así tienen conciencia del mal que practican. En la ciudad, debido a la extensión del territorio, a la multiplicidad de funciones y vocaciones, al carácter heterogéneo de sus miembros, donde la familia nuclear ya no consigue ejercer el control social, cambia completamente el cuadro. La sociedad se va abriendo en muchas direcciones, se torna abierta y pluralista, donde se yuxtaponen y pasan a convivir valores contrarios, creencias opuestas e ideologías en lucha, produciendo muchas veces como resultado el relativismo y el amoralismo. En la ciudad, la vida se organiza sobre un esfuerzo físico diversificado, sectorizado, donde el transporte está abierto a todas las direcciones y posibilita al ciudadano residir en un sector, trabajar en otro y divertirse en un tercero; se ve constreñido a convivir continuamente en varios espacios, sin identificarse con ninguno de ellos. A la movilidad física, característica de la ciudad, se añade la evolución mental, abierta a todos los movimientos de ideas y opiniones; la noticia, lo nuevo y lo interesante, no pocas veces, en criterio de comportamiento. La novedad parece ser uno de los anhelos permanentes de la vida urbana.

Consecuencia para la Iglesia.- Frente al desarraigo, la soledad, la desorientación del hombre urbanizado, la Iglesia no ofrece la organización y atractivo suficientes para que el Ser Humano pueda encontrar en ellas el suelo del único arraigo que le resta, tal vez, en la gran ciudad: su nacimiento para Dios, porque el proceso de secularización, en su forma radical, que es el secularismo, surge dentro del contexto cultural urbano y es una consecuencia de la visión técnico-científica de la realidad.
a) en la cultura urbana, la naturaleza, la “madre naturaleza” de los tiempos clásicos, la ley “natural”, parecen carecer de cualquier significado; en ella, el ciudadano pierde la visión de la naturaleza como orden y fundamento, al cual todavía se refería Goethe el siglo pasado, para verlas apenas como materia prima, energía que se puede desencadenar y canalizar para la producción.
b) Dios deja de ser la mediación metafórica a la que los místicos aluden. El ser humano ubicado en el universo urbanizado, no requiere de Dios, porque la realidad social, la sociedad ocupa su lugar, se torna algo así como la naturaleza de la ciudad.
c) de la realidad social brotan los problemas, las angustias, las frustraciones, las aspiraciones del hombre urbanizado y en ella busca los criterios y principios con que solucionan los grandes retos.
d) Los grandes problemas de la sociedad para cuya solución se buscaban ante principios de orden material, se resuelven ahora a partir de la conveniencia social o de las razones de Estado.
e) La ley positiva pasa a justificar la injusticia institucionalizada, y a asegurar la licitud de afrentas y hasta aberraciones contra el orden y la ley natural.




Enfrentamiento Iglesia-Theilhard de Chardin .- Las jerarquías eclesiásticas no suelen revelar al público las diferencias de interpretación hermenéutica de sus libros sagrados. En el caso de la Iglesia Católica la historia recoge con harta frecuencia graves errores de interpretación y la jerarquía hace las rectificaciones y las aclaraciones del caso con mucha posterioridad; mientras tanto el que opina de manera distinta es obligado - como en el ejército - a callar y rectificar o a retirarse al ostracismo. En el caso de las iglesias protestantes, la salida es menos traumática: el que entra en conflicto, de antemano sabe que resuelve el problema fundando una secta.

Pierre Teilhard de Chardin , el revolucionario de la hermenéutica católica.- El francés Pierre Theildhard de Chardin 1881-1955) es un caso sui-generis en la historia de la Iglesia Católica, no por sus ideas, pues hubo varios sacerdotes que habiéndolas tenido debieron salir de los claustros eclesiales (caso de Lutero o de Calvino, entre otros, quienes darían así paso a la reforma que divide la Iglesia ,como Ecumene en varias fracciones ) .La peculiaridad de Chardin es que su ideas llegan precisamente en el momento en que la Iglesia se encuentra en la retaguardia del proceso histórico creado por la revolución darwiniana en lo tocante al dogma de la creación humana y la revolución cosmológica y cuántica que establecen nuevos paradigmas para el conocimiento. Expresado con más precisión, la figura de Chardin emerge con una solución científico-espiritual para que la Ciencia y la Fe vuelvan a transitar por un solo y no por distintos senderos. De profesión sacerdote (jesuita) y además científico ( paleontólogo ) y con fuerte inclinación a la filosofía, Chardin reúne en si mismo la separación del conocimiento en dos vertientes y le obliga a imaginar con gran misticismo ,que le depara conocimiento y reconocimiento universal, una síntesis que zanje la disputa y la ruptura. Chardin se decanta-en este proceso de pensamiento por la existencia de un proceso evolutivo en todo el Universo,sin dejar nada por fuera . Curiosamente, al igual que le habría ocurrido a Lemaitre ,la Ciencia le ignora y la Iglesia no le comprende, porque su interpretación no sigue los pasos rígidos de la hermenéutica oficial y se eleva a niveles de misticismo matizados con planteamientos científicos, una síntesis personalísima que curiosamente arranca seguidores de distintas partes del globo ,porque logra llegar a darle al hombre, al Universo, incluso a Dios una finalidad que dos milenios de Iglesia no habían logrado ,menos cuando debe enfrentarse a los entresijos de la evolución planteada por Darwin o se derriba el edificio de las explicaciones del Universo, sacudidos por las ideas del relativismo y la cuántica.


En el caso de Theilhard, quién aceptó los postulados de la evolución, como científico que era, la Iglesia, no atinando a resolver el asunto mas alla de una posición de autoridad , le somete al destierro, alejándole de la enseñanza porque sus ideas coliden con tres dogmas fundamentales: el primero de ellos se refiere a la concepción del tiempo; el segundo a la creación del hombre y el último a su destino.

Como señala el teólogo...............................
a) El tiempo para la Iglesia Católica se refiere a la concepción del Santo Tomás de Aquino que asume una cronología lineal de la creación apegada a la interpretación literal de la Biblia en la que Dios interviene - directamente - en diferentes momentos para iniciar y terminar todo lo creado. El concepto de tiempo mencionado por San Agustín: “El mundo fue hecho, no en tiempo, sino simultáneamente con el tiempo” y la formulación de San Pablo: “Omnis Creaturea ad hoc ingeniscit et partirit” que son afines a la concepción relativista moderna del tiempo y que era la manejada por Theilhard - nunca fue verdaderamente trasladada en el nuevo pensamiento de la Iglesia.
b) La posición creacionista pura mantenida por la Iglesia se opuso rotundamente al evolucionismo darwiniano. Hoy día ese planteamiento ha sido ampliamente rebasado; pero el intento de Theilhard de reconciliar ciencia y fe, no cerrando los ojos al proceso evolutivo - hoy día evidentísimo gracias a la biología molecular - no fue ni consentido por la Iglesia ni perdonado a posteriori.
c) Para la Iglesia el ser humano es una creación perfecta desde el inicio. Sus imperfecciones son su culpa y el pecado su consecuencia. Para Theilhard la creación es un proceso que si bien se inicia por la voluntad del Creador (Punto Alfa) va perfeccionándose por varios mecanismos, hasta llegar a un estadio en que la materia, totalmente espiritualizada llega de nuevo al Creador para fundirse con El (Punto Omega).
d) Entre Alfa y Omega, el pensador no abraza el planteamiento dualista, sino el unitario y llama a la energía física: energía tangencial y a la energía psíquica: energía radial. Con esta formulación Theilhard intuye los nuevos postulados de la física moderna; porque la energía tangencial se refiere a la materia y a sus estados y la radial, se relaciona con mente, espíritu, consciencia e información.

Para el teólogo - científico la evolución del ser humano opera según una orientación determinada: avanza en la dirección de un eje privilegiado que se manifiesta en una línea clara del progreso. De un estrato zoológico a otro se da un devenir y un crecimiento discontinuo que avanza sin tregua en la misma dirección. Y en esta evolución hacia arriba se da una nota y medida común del progreso: el sistema nervioso, que en saltos sorprendentes se va afinando y concentrando de estrato en estrato, y el cerebro, que se va haciendo más voluminoso y sinuoso. Ahí está la prueba externa de lo premeditado de la evolución. Ahora bien, como los nervios y el cerebro son únicamente signo y medida de la "consciencia", aquí también la evolución vista desde dentro se revela como incremento de lo "anímico". Hay que concluir, por consiguiente, que la evolución es de naturaleza psíquica.

La biogénesis (ramificación de la vida) es, por tanto, primeramente psicogénesis (ramificación de lo anímico). Así pues, el resorte que se busca para explicar la evolución ascendente de las formas, es la "consciencia" que pugna hacia arriba, el "interior" de la materia cósmica. Sin duda alguna intervienen también la lucha por la existencia y la selección natural, como preveía Darwin; sin embargo, el ascenso de la vida, que tiende inequívocamente hacia formas cada vez más complejas, se explica, a juicio de Theilhard, solo por este movimiento interno. Naturalmente, las mutaciones, las modificaciones discontinuas de las disposiciones hereditarias, ocurren por azar. Pero el "interior" reconoce y capta, entre estas "casualidades", precisamente las que hacen al caso. Y así es como se efectúa el ascenso.

Si para Darwin un animal desarrolla su instinto de fiera rapaz, porque sus molares se hacen tajantes y sus patas se convierten en garras, Theilhard concibe el hecho al revés: el tigre desarrolló sus colmillos y afiló sus garras porque el "interior" de la materia cósmica desarrolló su psique transformándola en alma de fiera rapaz. En forma análoga se debe pensar de los animales acuáticos, cavadores, voladores, etc., que en el transcurso de millones de años se transformaron conquistando nuevos sectores de vida. El mundo de los vivientes, según Theilhard, está constituido en lo más íntimo por "consciencia" revestida de carne. La evolución entera, sobre todo la de la vida, no es sino la consecuencia de la ramificación de lo psíquico. Con otras palabras: el eje en cuya dirección pugna hacia adelante la evolución no es de índole material, sino anímica,espiritual, abstracta.

Cosmogénesis de la Conciencia.- El canadiense Edward Dodwson, profesor de biología de la Universidad de Ottawa explica que en la cosmogénesis de Chardin, “el hombre como una flecha”, se dispara del complejo de los seres dotados de manos y cerebro. La interpretación del religioso-cientifico dice:
a) Helo ahí de repente. Silenciosamente se presenta este ser, el completamente distinto, el más misterioso y desconcertante de todos los seres del cosmos, de naturaleza totalmente diferente, que escapa a la tradicional teoría de los seres vivos. En cuanto a la figura exterior, apenas si se distingue e los estadios que le preceden. En lo referente al cuerpo, surge, igual que otra especie cualquiera, como un nuevo brote del árbol de la vida. Pero es en el interior donde se ha efectuado la revolución, un sacudimiento de dimensiones planetarias en la biosfera entera. Él es quien abre brecha en la envoltura vital de la tierra para penetrar en el nuevo orden de la “noosfera”.
b) El hombre enciende fuego, se labra armas con las piedras, entierra a los suyos. Cierto que también los animales tienen conocimiento. Pero él no solo mira en torno, sino también dentro de sí...Sólo él sabe que sabe. En él la "consciencia" del cosmos se mira por primera vez en el espejo...Se ha enrollado en cierto modo en torno de sí mismo, independizándose e individualizándose como espíritu humano. En el hombre no es ya lo psíquico mera aureola de lo corpóreo. Lo anímico ha venido a ser ahora individuo, núcleo indivisible y centro y foco del fenómeno. El hombre es un alguien, una personalidad.
c) Este nuevo ser sería una paradoja, si se siguiera considerando la evolución únicamente desde fuera. Como fenómeno completamente distinto que es, como fenómeno corpóreo-espiritual ,es una prueba fehaciente y viva de que la teoría evolucionista había descuidado hasta ahora una dimensión entera: el "interior" de las cosas...El hombre es, por tanto, la ultima y más tangible pieza probativa de que la evolución de la vida no es sino un movimiento de la consciencia velado por la morfología.
d) La "consciencia": que existía en forma más o menos densa en toda la materia cósmica, se fue concentrando más y más en la biosfera y finalmente en el hombre saltó la barrera que separa la biosfera de la noosfera, pasando al nuevo orden de la consciencia de sí. Al igual que la aparición de la vida, la aparición del hombre no se efectuó paulatinamente. Es el repentino e irreiterable salto que franquea un umbral entre dos generaciones, una especie de mutuación a una nueva naturaleza. Con el hombre aparece algo nuevo. Desde su propagación por la Tierra se extiende sobre nuestro planeta una espesa alfombra de cerebros, una envoltura de espíritu, a la que Theilhard de Chardin llama "noosfera".
e) La noosfera es obra de la naturaleza entera. La tierra entera, forcejeando hacia adelante, ha trabajado en ella y con miras a ella. La noosfera es el resultado de un esfuerzo total de la vida. Así, lo humano es realmente una flecha que se dispara por efecto de la tensión planetaria de la biosfera entera. Por eso el hombre no es solo una nueva rama en el árbol de la vida. No es un añadido casual, que, como cualquier otra especie animal, hubiera podido eventualmente faltar. f) El hombre es la cima a que tiende desde el principio todo el tantear de la tierra, y sin la cual la biosfera no hubiera pasado de ser un torso. El hombre es, por consiguiente, la flor de la evolución, a la que se tendía desde un principio y que se preparó lenta y consecuentemente durante miles de millones de años.
g) El hombre no es solo la última fase de la creación, sino al mismo tiempo la razón interna por la cual debía ocurrir toda la evolución anterior. Todo el resto de la creación es únicamente preparación de su morada y manera de facilitarle la existencia. Así pues, solo en el hombre cobra su verdadero sentido cada piedra, cada planta, cada animal, en una palabra, el universo entero".
h) No obstante el inconmensurable salto interior a la esfera de la inteligencia, la vida sigue propagándose como antes, como si nada hubiera sucedido. Allende y aquende el umbral del pensar, siguen su curso habitual la procreación, la propagación y la ramificación. De los estadios prehumanos se mantienen en el nuevo ser: la atracción sexual, las leyes de la procreación, la tendencia a la lucha por la existencia, la curiosidad de ver y de rastrear, el gusto de capturar y de consumir.
i) Todo esto hemos conservado los hombres: es cosa que brota de las inescrutables profundidades de la biosfera. Pero todo se transforma bajo el imperativo del espíritu que reflexiona. Todo se refunde en el crisol de lo humano; Pero tan luego aparece el hombre, da la sensación de paralizarse el impulso hacia la evolución en las ramas no humanas. Carece de sentido un ulterior tantear de la biosfera. Con una fórmula un tanto osada se puede quizá decir: El "interior" de la materia cósmica parece sentir que se ha logrado ya la meta: la cima de la evolución biológica.

4.- LA NUEVA CREACIÓN : DEL ALFA AL OMEGA

En este capitulo se examinan los nuevos aportes para que la ciencia establezca las características de la Creación del Universo: las ideas del relativismo y la física cuántica y las ideas de la evolución biológica. Se resalta también la ausencia de aportes de la religión cristiana a este esfuerzo; así como la única propuesta teológica para reinsertar los postulados sagrados a los nuevos modelos que surgirán, pero no como parte intrínseca a ellos (no se puede ya mezclar religión y ciencias, es claro); pero si como complemento indispensable a los planteamientos de la ciencia. Se ha hecho referencia -igualmente- al hecho que los planteamientos de Theilhard de Chardin fueron rechazados oficialmente por la Iglesia Católica por considerarlos contrarios a sus enseñanzas.

A diferencia de la posición ortodoxa de la Iglesia, que enfatiza, de acuerdo a la interpretación de la Biblia el acto único, instantáneo y sobrenatural de la Creación del Universo, Theilhard se resiste a plantear la cuestión del punto del origen del universo, (al que llama punto Alfa) de su paso de la nada al ser. Según su parecer:
a) El hecho de la creación solo es accesible científicamente al hombre en sus últimos estadios; b) El acto creativo no consistió en verter de golpe las cosas en sus moldes definitivos (Dios hace que las cosas vayan emergiendo del seno mismo de las cosas)
c) En el primer y único acto creativo estaba contenida ya la entera creación material y espiritual;
d) Al principio era todavía en cierto modo embrionaria, estaba como enrollada y se fue desarrollando en el transcurso de miles de millones de años, y a su tiempo apareció aislado lo individual, que desde un principio existía, si bien involucrado;
e) La evolución es como una espiral que se va elevando paulatinamente desde una amplia base, estrechándose poco a poco hasta terminar en una cúspide.

Hacia la Noosfera.- El concepto de noosfera o unión de todos los hombres en un mundo del espíritu es, con toda seguridad, muy importante. Es una idea que está en el aire en esta generación científica y que ha sido emitida de diferente modo, y con mucho menos relieve, por numerosos autores: para Simpson es la herencia social de la inteligencia; para Julián Huxley, la capitalización comunitaria de la experiencia. Dicho en otras palabras, el hombre se ha forjado un ambiente particular: su medio social, el cual modifica los mecanismos evolutivos habituales y nos da acceso al saber y a las ideas de hace dos mil años. Esto influye considerablemente sobre el desarrollo de las estructuras mentales de cada uno de nosotros y va a permitir, según Theilhard, el rebote humano de la evolución. En efecto, la evolución se orientará, sin duda, de una manera diferente, principalmente en el terreno psíquico.

Las ideas de Theilhard han influido el mundo erudito, cristiano o no cristiano. Así, J. Huxley cree que la emergencia de las aptitudes mentales alcanza un nivel donde estas aptitudes se hacen capaces de afectar el curso futuro de los acontecimientos. Por otra parte, un materialista como Jacques Hiernaux ha desarrollado una teoría del ¨ hombre futuro¨ , que puede ser considerada como un "theilhardismo laico",que luego será retomado por los gestores de ideas agrupadas bajo el concepto de New Age ( Nueva Era) con el propósito de darle respetabilidad a sus planteamientos panteístas.

Al igual que hay varias versiones de las Sagradas Escrituras,aunque debiese haber una sola, respecto a las ideas planteadas por Chardin, hay numerosos libros publicados durante los años las décadas de los 60 a los 80,que han ido disminuyendo ostensiblemente ,aunque en el fondo los seguidores de las ideas de Chardin, ya envejeciendo aguardan que la Iglesia-al igual que hizo con Galileo ,rectifique su decisión de prohibir sus ideas. Asi se puede formular todavía más acertadamente en la forma siguiente la idea de la creación de Theilhard:
1) Solo existe un acto creador de Dios. Este acto dura ya miles de millones de años, hoy está todavía en marcha y ha de seguir todavía adelante. Un acto creador, que ni siquiera en las fases más diminutas de su desarrollo se puede concebir sin la acción de Dios, no tiene necesidad de intervenciones posteriores. En consecuencia, contradice a la concepción fundamental theilhardiana de la evolución la idea de que el alma humana sea infundida como algo extraño en un cuerpo de animal por una especial intervención de Dios. En efecto, según él, en la revolución entera lo psíquico precede a lo morfológico. Evolución es, en primera línea, desarrollo de lo psíquico, y esto a consecuencia de una creciente complejidad de lo somático. Por consiguiente, el alma humana es la que hace que el cuerpo sea cuerpo humano.
2) Para esta concepción evolutiva del hombre, tratan de reconciliar el enfoque de Theilhard de Chardin con la concepción cristiana corriente hasta nuestros días, postulando una especial intervención de Dios en su propia obra, conlleva a una idea estática del mundo. Además, hablar de "intervenciones" en el origen del hombre, da en cierto modo a entender que en este caso interviene Dios algo así como “causa segunda”, como si los restantes estadios de la evolución se hubiesen producido sin el constante influjo creador de Dios.
3) Quien habla de "infusión del alma humana por un acto creador especial", priva de todo sentido a la evolución, dirigida a un fin, de la biosfera hasta las fronteras del hombre tal como la ha mostrado Theilhard. También la evolución en la noosfera tal como la describe .
4) Theilhard, que, como veremos más adelante, sigue avanzando conforme a las anteriores leyes de la evolución, se hace completamente incomprensible si se admiten intervenciones. Por tanto, una de dos: o se admite la visión de Theilhard de una creación ascendente hasta el hombre y con el hombre, o se debe rechazar su entera concepción del mundo.

Evolución Cristocéntrica.- Al recoger y extender el pensamiento de Theilhard, el científico católico francés Claude Cuenot resume la síntesis evolutiva tal y como la planteó el jesuita francés, haciendo énfasis en el aspecto religioso:
1.- La creación partió de Dios, del punto Alfa. Culmina cualitativamente en el hombre y se consuma en el repliegue o retorno de los seres pensantes a Dios. En esta fase final del repliegue Cristo hecho hombre es el Omega. Como Dios-Hombre, es eje y punto final del acontecer salvífico.
2.- Cristo es el polo trascendente hacia el que tienden y convergen las almas; es ese sumo Alguien hacia el que tiende la progresiva personalización de la humanidad. Cristo es un centro de fuerzas que está ya presente, actúa, atrae por amor, purifica, anima, eleva, recoge a la entera noosfera, la transforma y la guía en su retorno al foco divino. El Hombre-Dios Cristo, tal como lo anuncian los evangelistas y San Pablo, puede, por tanto, desempeñar en la forma más excelente el papel de punto Omega.
3.- Que este Cristo sea realmente el punto Omega postulado por la entera evolución futura de la humanidad, es cosa que no se puede comprobar científicamente. Establecer y consolidar esto es cosa de la fe y de la predicación cristiana; pero en este punto deben completarse las dos caras o facetas del conocimiento en la interpretación del universo: la ciencia y la religión.
4.- El nacimiento del Hijo no es ya un hecho histórico aislado del acontecer cósmico, no es ya una irrupción en cierto modo inorgánica de lo sobrenatural en el mundo. La encarnación de Cristo es consumación, último perfeccionamiento de la Tierra (su último ascenso a una realidad que anteriormente no se podía todavía conocer).
5.- En la persona histórica de Jesús de Nazaret apareció por primera vez en forma tangible el punto Omega. Con la encarnación de Cristo se efectuó de nuevo el salto a un orden nuevo, en el que el eje de evolución de la noosfera coincide con el “eje de Dios”. (Esta última fase estaba proyectada desde un principio). Es sencillamente la razón interna de la creación del hombre, como el hombre es la razón interna de la evolución del cosmos.
6.- La encarnación no se puede descartar de la evolución del cosmos, como no se puede descartar el salto a la primera célula o el salto al pensar reflejo sin perder el sentido del todo. Por tanto, la encarnación no es paradójica desde el punto de vista cósmico. Durante millones de años la naturaleza se ha preparado para recibir la gracia.
7.- Dios debía inmergirse en lo humano para reincorporar la cúspide de la evolución. Así coinciden la meta final del cosmos y la meta final de la historia de la salvación. De la cosmo-génesis procede la bio-génesis, de esta la noo-génesis y finalmente de la noo-génesis la Cristo-génesis, como coronamiento y meta final, tal como la conciben San Juan y San Pablo.
8.- Theilhard trata de liberar la imagen de Cristo extrayéndola del marco histórico increíblemente estrecho -desde el punto de vista cósmico- en que se había encuadrado hasta ahora, y proyectándola en el universo. Así Cristo viene a ser el foco del universo y el verdadero consumador de la evolución. Él es el Cosmócrator.
9.- La imitación de Cristo no es, por tanto, fuga del mundo, sino dedicación al mundo. Adorar no significa preferir Dios a las cosas, sino buscar a Dios en las cosas y a través de las cosas, consagrarse con cuerpo y alma al acto creador que se halla en marcha, coordinarse con él para llevar al mundo, mediante el trabajo y la investigación -que si bien se mira, importan adoración- a su consumación en el punto Omega.

Análisis Biológico Científico.-Sin entrar en las consideraciones estrictamente teológicas reseñadas, el biólogo francés Georges Olivier, profesor de la Sorbona, hizo una seria reflexión sobre las ideas de Theilhard de Chardin que aquí se presentan parcialmente; en dos secciones: la mística y la científica:

Posición Mística: Algunos cristianos se atienen a la creación tal como está descrita en el Génesis; con ellos no hay discusión posible sobre la evolución. Otros, por lo contrario, interpretan los hechos de una manera libre y simbólica, y éste es el caso de la gran mayoría de científicos cristianos. Ninguno de ellos, no obstante, ha ido tan lejos como el padre Theilhard de Chardin en la síntesis del cristianismo y de la ciencia. Este autor se ha enfrentado con cristianismo y ciencia a brazo partido, los ha tomado para sí y los ha amasado en su espíritu para integrarlos de modo que parecieran algo totalmente nuevo y sólo Dios sabe lo difícil que resulta eso en este terreno.

Es muy cierto que Theilhard ha intentado convertir la ciencia al cristianismo, pero también ha tenido el inmenso mérito de reconciliar la religión con el evolucionismo, ya que su acción terminará por imponer ideas científicas en los medios cristianos que no se han pronunciado sobre las teorías de la evolución ni sobre el mecanismo de los hechos elementales. Según él, adaptación, mutación y ortogénesis son datos adquiridos. Además, la evolución es una necesidad para su "visión del mundo", ya que, en sus conceptos, se trata más de interpretaciones subjetivas y proféticas que de nociones científicas. Theilhard seduce al lector por su estilo magnífico y por la amplitud de sus tesis; él bien quisiera que le consideraran como un sabio, pero ante todo es un brillante metafísico, y más adelante se verá que en su obra se encuentran pocos datos precisos sobre los mecanismos de la evolución.

Quede bien entendido que Theilhard es finalista, pero lo es de un modo particularísimo que se parece mucho a una fatalidad. Por otra parte, no se interesa en ello; parte de la idea de que la vida salió de la materia, conservando, sin embargo, en su base material, el motor espiritual y para él el dualismo finalista tradicional no existe: espíritu y materia son las dos caras de una misma realidad. Luego la vida fue adquiriendo una organización cada vez más compleja y la evolución, para él, no es ni más ni menos que la historia de lo que aumenta en complejidad. Su interpretación de la creciente cerebralización de los seres es, evidentemente, muy espiritualista.

Se dice, de ordinario, que el aumento de la masa cerebral se acompaña de un aumento de la inteligencia y del psiquismo; para Theilhard se trata al mismo tiempo de conciencia y de espíritu, aun entre los seres más inferiores e incluso entre las piedras. Así hay continuidad entre la génesis del mundo y la de la vida; el hombre no es más que un momento del Universo en movimiento hacia más espíritu a través de una mayor "complejificación" ("hacia más cerebro para completarse y perfeccionarse").

Su planteamiento desborda la evolución biológica tradicional, ya que habla de previda y prevé el prolongamiento de la evolución, su finalidad que no sería el hombre, sino Dios. Su evolución es un movimiento universal de la totalidad de las cosas y de los seres, un movimiento de "complejidad-conciencia" al que denomina también de "corpusculización" o de "interiorización" (pero no vayamos a perdernos en la terminología particular del autor y en su tendencia al verbalismo).

Con la aparición del hombre, la vida ha franqueado el "paso de la reflexión", se ha alcanzado un nuevo umbral, se ha constituido una nueva capa alrededor de la tierra. Alrededor de la barisfera de nuestro globo, existe una capa viviente, la "biosfera", solidaria, por otra parte, de la Tierra. Con la hominización aparece una noosfera, soportada por la biosfera, pero constituyendo, sin embargo, una nueva etapa; o sea; la aparición del pensamiento reflexionado.

Se hace observar que este es un movimiento total; Theilhard no habla de conciencia individual sino de conciencia global, de la cual cada uno de nosotros detentaría una parcela. Así, pues, el hombre es la clave del Universo y explica la naturaleza (habitualmente se considera que es la naturaleza la que explica al hombre). En efecto, para Theilhard el hombre indica la dirección del Universo, la flecha del movimiento hacia el infinito; el autor quiere referirse a Dios, aunque nos hable del punto Omega.

Posición Científica.- Theilhard emplea el término evolución en un sentido distinto del de los biólogos. Se trata de una evolución cósmica y metafísica y considera que se comprenden los fenómenos según el nivel desde donde se miran; esto implica que los biólogos son, generalmente, algo miopes, pero se le podría contestar que su propio nivel es más el de un visionario que el de un sabio. Por otra parte, Theilhard de Chardin no tiene una argumentación muy científica; expone efectos sin causas, tiene un punto de vista antropocéntrico y su concepción se acerca a veces a un panteísmo de tipo hindú: muchas de sus ideas vuelven a encontrarse ante la pluma de Sri Aurobindo. Lesserisseur lo juzga así: "Su pensamiento resulta a veces decepcionante (...) Choca demasiado con las habitudes científicas y (lo que es más grave) con las exigencias lógicas". Sin embargo, hay un aspecto positivo cierto en la parte científica de la obra de Theilhard que se resumen así:
a) Ha tenido el inmenso mérito de llamar la atención del gran público sobre el interés apasionante del problema de la evolución humana.
b) Ha tomado partido en cierto número de cuestiones. Así, resulta agradable ver cómo elimina pura y simplemente la objeción cristiana tradicional de la creación de Adán y Eva: "La cuestión de una pareja original única no atañe a la ciencia", ya que la biología no distingue nada por debajo del nivel de la población.
c) Luego considera la ramificación filética como necesaria; con el vocablo divergencia hace de ello un elemento no contradictorio de una evolución orientada (o sea, de una ortogénesis).
d) Acepta la noción de mutación, igual que hicieron numerosos autores cristianos antes que el, pero con mucho mayor perspicacia: "El hombre apareció siguiendo el mismo mecanismo que todas las demás especies (...) La hominización es una mutación semejante a todas las demás en los caracteres exteriores de su aparición, una mutación diferente de todas las demás en su desarrollo".
e) Finalmente señala que la evolución no está terminada aún; nos quedan, varios millones de años para "ultrahominizarse o suprahominizarse";
f) Por otra parte si Theilhard no se pronunció sobre el mecanismo íntimo de la evolución, insistió mucho, en cambio, sobre la manera como él la concebía. Según él, nuestro phylum es un árbol sin tronco, que presenta unos vástagos laterales divergentes, de variable importancia, pero que tienden a enmascarar el tallo virtual: son “escamas" que surgen del vacío y en el curso del tiempo; en los primates divergen menos y tienden a reducirse.
g) El Hombre está en la cima de este árbol, es la "inflorescencia", el lugar donde se materializa el tallo, donde se desprende de sus escamas; pero esto no quiere decir que el hombre sea la meta de la evolución, sino solamente el punto de paso necesario (la flecha de la evolución). Me parece que el autor va demasiado lejos cuando calcula que después de la divergencia se producirá un fenómeno de convergencia, de "repliegue sobre sí mismo de un phylum activo por entero", lo que daría lugar a "un sistema zoológico de un tipo enteramente nuevo".

Reparos Teológicos.- Para la época en que Theilhard hace sus planteamientos, aparece la Encíclica Humani Generis, publicada por Pío XII el 12 de agosto de 1950, la cual deja a la ciencia en libertad para investigar "el origen del cuerpo humano de una materia viva existente", pero añade que la fe católica obliga a "atenerse firmemente a la creación inmediata del alma por Dios", lo que obliga a examinar teológicamente a fondo la cuestión para decidir si la concepción de Theilhard antes esbozada, según la cual Dios creó el alma humana gradualmente, haciéndola ascender a través de estadios anteriores, se puede conciliar con la doctrina de la Iglesia.

Los teólogos oponen otros reparos:
a) el punto Alfa (el Dios creador) no aparece bastante claro en la concepción del mundo de Theilhard. Por otra parte, en la visión unitaria de materia, vida y pensamiento creen descubrir una especie de panpsiquismo, en el cual el alma humana solo se distingue en grado, no por naturaleza, del resto de la creación animada;
b) el hombre no se destaca en toda su grandeza, sobre todo en su posición especial, única, trascendente, de superación de sí mismo, en el plan salvífico de Dios;
c) hay dificultad para conciliar con el nuevo enfoque del mundo la doctrina -fundada en la Biblia- del paraíso, de la caída del primer hombre y del pecado original (a esto se añade el temor de que en la visión triunfal de Cristo, cosmócrator y consumador de la evolución) apenas queda lugar para la redención y para la cruz, por lo que la epifanía bíblica del Hijo queda casi ofuscada por la diafanía de Dios en el mundo.

La reacción de la Iglesia a los postulados de Theilhard fue separarle de sus funciones y desterrarle, impidiéndole la acción docente y divulgadora de sus ideas que comienzan a difundirse después de su muerte en 1955. Sobre las ideas de Theilhard y los reparos teológicos a su visión cosmogénica dice el teólogo suizo Josef Vital Kopp:
a) “En cuestiones de tanta trascendencia es un deber de conciencia examinarlas con la mayor precisión. Por otra parte, se puede con razón suponer que tampoco la ciencia teológica tomará a la ligera la nueva concepción del hombre propuesta por Theilhard de Chardin, así como el abrumador material de hechos en que se apoya.
b) Si a la grandiosa interpretación del mundo de Theilhard de Chardin se le aplicaran sin más las etiquetas de "monismo", "panteísmo", "panpsiquismo" y Dios sabe cuántos "istmos" más, para poder despacharla con más comodidades, no se adelantaría gran cosa.
c) A este propósito jamás se insistirá demasiado en las fatales consecuencias que tuvo para el mensaje cristiano una actitud semejante en casos como el de Galileo y el de Darwin.
d) La iglesia no puede permitirse el lujo de nuevos experimentos de esta índole, cuando en toda la tierra se trabaja con tan imponente aparato científico en la investigación e interpretación del cosmos. El logro intelectual de Theilhard de Chardin no solo despierta admiración, sino que impone respeto y reserva a quienquiera que se apreste a formular un juicio sobre su historia de la creación.
e) Solo los más finos instrumentos podrán aquí extraer la verdad supratemporal; con instrumentos groseros, las más de las veces solo se captan errores".


5.-IMPACTO DE LA NUEVA CONCEPTUALIZACION DEL ORIGEN DEL UNIVERSO

Ahora examinaremos cuáles son las actitudes más significativas bien para aceptar o rechazar, por parte de sectores científicos y religiosos , las propuestas de Theilhard de Chardin en lo que hemos denominado "La Nueva Creación", para referirnos a los modelos de Universo que se comenzarán a gestar.
1) Por lo atrevido de sus planteos para algunos teólogos, la obra de Theilhard debe verse exclusivamente desde el ángulo estrictamente científico, toda vez que la consideran herética.
2) Para algunos científicos agnósticos el intento de Theilhard es una mezcla de romanticismo y misticismo y respecto a su hipótesis sobre el eje de la evolución, la reputan como nada científica.

Revisión del primer punto .- Aunque la Iglesia Católica no puede poner en duda la devoción cristológica y cristogénica, de las reflexiones de Theilhard de Chardin sobre el cristianismo sus dudas en el aspecto de la fidelidad teologica de sus planteamientos son fuertes . Al respecto estos pueden ser parámetros a considerar para tal posición eclesial:
a) Casi todas las antiguas religiones están tan íntimamente entrelazadas con concepciones míticas y de tal manera absorbidas por la pasividad y el pesimismo, que las nuevas doctrinas evolucionistas de las ciencias naturales las arrojan a una crisis que no lograrán superar. Es también evidente que en estos tres últimos siglos la ciencia ha trastornado gravemente la predicación del cristianismo, y hoy la está trastornando más que nunca. Sin embargo, el cristianismo como corriente de pensamiento es lo bastante vivo, flexible, valiente y progresivo para que una y otra vez vuelva a plantearse la cuestión del "Dios desconocido" y no solo se asimile el nuevo enfoque del mundo, sino que incluso reciba de él impulsos insospechados.
b) En realidad, la nueva imagen evolucionista del mundo es una nueva y amplia posibilidad de conocer a Dios y de aproximarse a él, y porque vamos a pasar de la era de las religiones a la era de la religión y es en el cristianismo es donde más desarrollado se halla lo anímico y espiritual.
c) Entre todas las religiones, es el cristianismo la que con más precisión continúa la línea por donde avanza la antropogénesis. La evolución procederá, por tanto, según el eje de un cristianismo que se va desenvolviendo. Hacia su eje convergerán también las otras religiones mundiales. El punto final de esta evolución es Omega, Cristo el Pantócrator, meta y refugio de la humanidad.
d) El problema de la fe cristiana es un problema de evolución. Que la fe cristiana fuese en las primeras décadas de este siglo, sea oscura y solo vagamente reconozca los rasgos de Dios, debe atribuirse a la fase actual de la evolución, porque en el estadio presente no somos todavía capaces de percibir claramente la diafanía ( transparentamiento de Dios en el mundo).
f) En realidad, Dios no se oculta (esto repugnaría a un Dios moral). Actualmente, a causa de la presente incapacidad del ser humano, no puede Dios mostrarse todavía con claridad bastante; pero Dios se inclina a su creación (como se agacha una madre hacia el recién nacido que todavía no puede valerse y porque los tiernos ojos carecen todavía de vista y todavía no pueden reconocer claramente su origen). Sin embargo, el recién nacido va creciendo día tras día y adquiriendo cada vez mayor conciencia de este origen.
g) La Iglesia como guarda y transmisora de un concepto superior-que le da sentido a la vida de toda la humanidad no muestra en su propia evolución una dirección rectilínea y exenta de errores humanos de acción e interpretación. Y cada vez que la iglesia ha sojuzgado el pensamiento recurriendo a la autoridad el maltrato se ha repartido por partes iguales , de manera que no es conveniente para el rol que desempeña cerrar puertas, pues su vocación de “pastor” le obliga a reprimir el pecado, mas no al pecador.

Sin embargo, en 1996, cuando la Iglesia Católica acepta oficialmente las tesis evolucionistas darwinianas, no hay ninguna mención al esfuerzo de Theilhard por reconciliar la fe y los postulados evolucionistas de la ciencia.

Revisión del segundo punto .- Las ideas de Theilhard de Chardin fueron recogidas por institutos y centros de difusión y reflexión para profundizar en sus planteamientos por parte de cristianos preocupados por el avance de las ideas materialistas y por las actitudes cientifistas de hombres de ciencia agnósticos que no ocultaban -en su quehacer- el rechazo a las inquietudes espirituales. El resultasdo final es que :
a) Se recopiló su obra dispersa y se publicó a partir de la primera mitad de la década de los sesenta (aunque las traducciones al español tardaron casi una década en aparecer).
b) Para la década de los ochenta el entusiasmo por sus ideas decayó bastante y sin embargo fueron retomadas -en parte- por seguidores del movimiento denominado "Nueva Era", que se interesó en sus planteamientos coincidentes -en parte- con propuestas panteístas.
c) Para la década de los noventa, a raíz de las nuevas hipótesis sobre caos y complejidad, de nuevo las ideas de Theilhard han sido retomadas en un nuevo contexto.
d) En ese mismo año -por primera vez- un cosmólogo norteamericano, reconocido (Frank J. Tippler) publica su polémico libro: “Física de la Inmortalidad” en la difunde ampliamente ,desde el punto de vista teórico matemático y físico la idea de Theilhard de que la humanidad va hacia el Punto Omega (Dios) e intenta demostrar por medio de ecuaciones derivadas , varios planteamientos que incluyen postulados dogmáticos del cristianismo ,sobre la resurrección , debidos a las teorizaciones del teólogo alemán Wolfhart Pannemberg.


Los dos últimos puntos ,por la enorme importancia que revisten, serán retomados y analizados en otros capítulos, siguiendo el desarrollo diacrónico que nos hemos propuesto.


Bibliografía
1 Carrier, Hervé, “Evangile et Cultures”, de, Mediaspaul, París, 1987, p.161.


BIBLIOGRAFÍA
Capítulo II
1 Wilson, Colin, Opus cit, p. 158.
2 Charon, Jean, Opus cit., p. p. 182 - 184.
3 Rosenthal - Scheneider, Manfred, citado por Harre, Robert en : "Introducción a la Lógica de las Ciencias". Traducción, Editorial Labor, Barcelona, 1.967, p. 162-163.
4 Einstein, Albert, citado por Harre Robert, Opus cit, p. 163.
5 Harre, Robert, Opus cit., p. 163 - 164.
6 Opus cit., idem.
7 La Relatividad Restringida se formula en 1905 y busca demostrar que la realidad exterior esta formada por un espacio- tiempo contínuo, concepto que convertía en anticuadas a las concepciones que manejaban un tiempo y un espacio "absolutos". Esta teoría (asociada a la Relatividad General, constituye una de las bases fundamentales, junto con la teoría cuántica, de la física moderna. La fórmula: E = Mc2 de equivalencia entre materia y energía es una consecuencia directa de la Teoría de la Relatividad Restringida.
8 Así como la formulación einsteniana de la Relatividad Restringida buscaba dar a las leyes de la Naturaleza una formula válida e idéntica para observadores en movimiento de traslación uniforme, uno respecto del otro; de igual manera la Relatividad General se propone hallar la forma que deben tener las leyes de la naturaleza para que puedan ser válidas para dos observadores, sean cuales sean sus movimientos respectivos, en especial hallándose en movimiento acelerado uno respecto al otro. Einstein demostró la equivalencia de esa aceleración con un campo gravitatorio, lo que le permitió formular una ley para la gravitación que, en teoría, era fundamentalmente distinta de la de Newton (pero muy poco diferente en el plano cuantitativo, en los casos generales). Según la Relatividad General, una masa curva el ámbito de espacio tiempo en que está sumergida y esta curvatura es la que crea las fuerzas gravitatorias entre masas materiales .
9. Dickson Frank P., Opus cit, p. 24.
10. Milne, Edward, citado en Munitz, M.K, en "Theories of the Universe", Free Press, London, 1.957, p. 358.
11. Popper, Karl, citado en Copi, M., Irving, "Introducción a la Lógica". Traducción, 24a. edición, Eudeba, Buenos Aires, 1.982, p. 517. Este ataque de Popper contra el método inductivo ha sido fuertemente criticado. Entre las críticas relacionadas con el área que nos ocupa puede verse el planteamiento del Director del Instituto de Paleobiología de la Universidad de Bonn, Alemania, Erben K. Heinrich, en la obra "Estamos Solos en el Cosmos". Traducción, Editorial Planeta, 1985, p.p. 65-68.
12 Goldberg , Stanley, "Understanding Relativity, Origen and Impact of a Scientific Revolution, Birkhaüsen, Boston, 1984, p. 9 . Algunos otros autores ajuntan aún más allá al aseverar la existencia de "capillas científicas" que reflejan el poder que emana de sociedades secretas y sus concepciones acerca del mundo y su manejo; aspecto que Goldberg insinúa, pero no explicita. Véase también la obra "Black Hole, the Ontrageus Einstein`s Legacy" del cosmólogo norteamericano Kip.S.Thorne, W.Horton, London,1994, quien detalla el trrasfondo político y científico en que debaten los modelos cosmológicos.
13. Borhn Hils, citado por Heinsemberg en "Across the Frontiers" Harper and Row, 1971, New York, p.147
14 La secuencia teórica -observacional reseñada puede obtenerse con más detalle en cualquier otra obra de astronomía general publicada entre 1940 y 1960.
15 Gamow George, "La Creación del Universo". Traducción, Espasa-Calpe, Madrid 1.963, p. 170. Algunos refieren la versión que el término Big Bang fue dado por otro astrónomo: Wheeler, a quien también se le atribuye el vocablo " Black Hole".
16 El propio Gamow da su versión de por qué ese trabajo (en el que él usó- sin consentimiento de A. Bethe, su apellido se publicó. Lo cierto es que el artículo hizo historia tanto por sus aseveraciones sobre la creación de materia como por esta anécdota. Dice Gamow en la obra citada de pie de la página 95 para explicar lo ocurrido. "Los resultados de estos cálculos (se refiere a la abundancia de los elementos) fueron anunciados, en primer término, en una comunicación a The Physical Review, del 1 de abril de 1.948. Estaba firmada por Alpher, Bethe y Gamow, y a menudo se habla de ella como del artículo alfabético. Parecía injusto para el alfabeto griego tener el artículo firmado por Alpher y Gamow, solamente, y por eso fue agregado el nombre del doctor A. Bethe (in absentia) al preparar el manuscrito para la imprenta. El doctor Bethe, que recibió una copia del manuscrito, no le objetó y en realidad fue de mucha ayuda en las subsiguientes discusiones. Sin embargo, circuló el rumor de que cuando, después, la "teoría alfabética" chocó temporalmente contra los escollos, el doctor Bethe consideró seriamente el cambio de su nombre por el de Zacharias" (sic)
17. Thuiller, Pierre, "Hubble, Un Hábil Cosmólogo". En revista Mundo Científico (traducción de Recherche), Madrid, Nº77, febrero 1988, p. 187.
18. Los libros de texto examinados para hacer el retrato-resumen de los conocimientos que se consideraban "oficiales" entre 1990 y 1950 son los siguientes: 1) Obregón Loría, Rafael, "Cosmografía". Librería Atenea, 1949 (170 páginas), San José. Autorizada por el Ministerio de Educación Publica como enseñanza oficial hasta 1960 según refiere su autor. 2) Degani H. Meir (Presidente del Departamento de Ciencias de la Universidad del Estado de Nueva York), "Astronomy Made Simple", Publicada originalmente por Doubleday, Nueva York, (180 páginas), 1955. Traducida por Minerva, Compañía General de Ediciones, México, 1969, Primera edición; obra utilizada como libro de texto en la Universidad de Costa Rica para estudiantes de la materia Física Elemental. 3) Flammarion, Camille, "Astronomía Popular" (Enciclopedia de 680 páginas originalmente redactada en 1887). La edición española se publica por Montaner y Simón y se imprime en 1963 revisada por Gabrielle Camille de Flammarion de la Societe Astronomique de France; por el Dr. André Danjon, Director del Observatorio de París y un grupo de astrónomos de Francia y España. 4) Marín Editores, "El Universo" (Enciclopedia de 510 páginas), Madrid, originalmente publicada en 1964. La versión revisada corresponde a la segunda edición actualizada en 1973. 5) Feinstein, Alejandro, "Astronomía Elemental". Editorial Kapelusz, Buenos Aires, 1969 (260 páginas); impresa en 1974. En todas estas fuentes se puede comprobar que respecto a la divulgación de conocimientos cosmológicos en América Latina, por lo menos hasta esas fechas había un atraso no menor de treinta años.
19. El concepto recesión se mide mediante la constante de Hubble (también denominada parámetro). La cifra (Z=75) es un número convencional para la constante de expansión de Hubble, dado que algunos astrónomos aceptan como valido un valor cercano a 50 km por segundo por megaparsec; mientras que otras aceptan un valor cercano a 100 km por segundo por megaparsec. En consecuencia sumando ambos y dividiéndolos entre dos, por regla convencional se acepta 75 km por segundo por megaparsec. El mismo convencionalismo es válido para la fijación de la edad del Universo: 15.000 millones de años es el resultado de sumar dos parámetros diferentes que dan 10.000 y 20.000 millones de años respectivamente y luego se dividen entre dos. Cabe advertir que el valor de Z ha ido variando por refinamientos sucesivos en los procesos de observación y por tecnizaciones complementarias.
20. Bachelard, Gaston, Opus cit., p. 11.
21. Véase en Scientific American (Special Inssue), Vol 3, Nº 1, 1.991 lo artículos dedicados a conmemorar los avances científicos más relevantes del siglo XX. Entre ellos: 1) Schorödinger, Erwin, The Structure of Matter, p. 16. 2) Weinberg, Steven, Unified Theories of Elementary Particle Interaction, p. 22. 3) Garry J. Feldman & Jack Steinberger, The Number of Families of Matter, p. 32. 4) Einstein, Albert, On the Generalized Theory of Gravitation", p. 40. 5) Alan H. Guth & Paul J. Steinhardt, The Inflationary Universe, p. 48. 6) David N. Schramm & Gary Steigman, "Particle Accelerators Test Cosmological Theory", p. 62. 7) Abbott, Larry, The Mystery of the Cosmological Constant, p. 72.

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